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Tres bogotanos cuentan por qué decidieron abrazar la religión musulmana

sábado, 22 de agosto de 2009

Tres bogotanos cuentan por qué decidieron abrazar la religión musulmana


El cuarto piso de un edificio del centro de Bogotá hace las veces de mezquita. El sitio funciona hace 40 años.
Una Ingeniera, un contador público y un universitario, criados en el seno de la Iglesia católica, migraron por varios credos hasta llegar al islam.
La búsqueda de Tarik


Lo bautizaron en una capilla como Andrés Olarte, pero hace cuatro años, cuando conoció el islam, adoptó un nuevo nombre: Tarik. Así se llama un capítulo del Corán y significa 'astro que jamás pierde su brillo'.

Tiene 19 años, es bogotano y estudia música en la Universidad Nacional. Desde que tenía 11 años y estudiaba en un colegio de curas -y no conforme con la educación religiosa católica que recibía-, decidió indagar por su propia cuenta sobre sus inquietudes espirituales.

Nunca encontró respuestas lógicas a dogmas como el del purgatorio o el misterio de la Santísima Trinidad. "Si son solo un Dios verdadero, ¿qué pasó con el Padre y el Espíritu Santo cuando crucificaron a Jesús? ¿El mundo se quedó sin Dios desde el viernes hasta el domingo, cuando supuestamente Él resucitó?", se preguntaba.

En esa búsqueda, y a tan corta edad, dedicaba su tiempo libre a la lectura y a visitar diferentes religiones. Pasó por iglesias evangélicas, por los testigos de Jehová, por la iglesia adventista y por la anglicana. También por el judaísmo, el budismo y el hinduismo.

Pero solo en el islam encontró paz en su corazón y respuestas sensatas a sus cuestionamientos. "Es un equilibrio entre la fe y la vida terrenal. El islam promueve el conocimiento, enseña a razonar".

Ya lleva cuatro años profesando esta religión, entiende y habla medianamente el árabe, lee el Corán y en su casa, aunque su familia sigue siendo católica, le respetan sus creencias. No toma licor y no tiene novia aún, pues como lo manda el islam, respeta a la mujer y solo se unirá a una de ellas cuando decida hacerla su esposa.

"Más que religión es un estilo de vida". Eventualmente usa el kufi o la taquilla, ese pequeño sombrero que cubre la cabeza de los varones musulmanes. "Ser musulmán no es arabizarse".

Criado para ser cura y se volvió musulmán

Jesús Armando García es musulmán por dentro y por fuera. Apenas conoció el islam decidió aprender el alfabeto árabe y poco a poco empezó a memorizar el Corán. Ya se sabe 24 de los 114 capítulos de este libro sagrado. Y también decidió cambiar su ropero.

Desde hace más de 20 años luce atuendos alusivos a su religión: batas largas sobre pantalones de paño y la taquilla (sombrero) cubriendo su espesa cabellera, ya canosa por los 55 años que lleva a cuestas.

Así camina por las calles este contador público bogotano ante la mirada de muchos que creen que es árabe y al que le han gritado que "aún falta mucho para el día de las brujas".

Entre sus planes está cumplir la promesa de todo musulmán de ir, al menos una vez en la vida, a la ciudad sagrada de La Meca. Piensa viajar el próximo año.

De pequeño, por su vocación religiosa, muchos se imaginaron que iba a ser cura. Fue acólito de una parroquia y estudió en un colegio católico. Y la idea de ser sacerdote no le era indiferente.

En el 1986, ya graduado como profesional, se fue de vacaciones para Estados Unidos. La idea era pasar un mes, pero se quedó tres años. Lejos de su patria conoció a un egipcio que le compartió su religión: el islam. Empezó a documentarse y tres meses más tarde -afirma- tuvo varias visiones sobrenaturales que lo condujeron a convertirse en musulmán.

También cambió su nombre. Desde entonces se hace llamar Yusuf, que significa José en su traducción del árabe al español.

Y lo más importante, según él, es que aprendió a venerar a Dios con más humildad y con un verdadero compromiso, mezcla entre fe y conocimiento.

En su trabajo busca un rincón para poder orar tranquilamente, durante cinco veces al día, como lo manda el islam.

'Volví a nacer con el Islam'

Cuando empezó a leer sobre el islam, y comprendió que en esa religión desmitifican que fue una mujer fue la que condujo al pecado original del que se habla en la Iglesia católica -haciendo alusión a Adán y Eva-, ella sintió que había encontrado el refugio espiritual que tanto anhelaba.

De su nombre de pila prefiere no hablar. "Sakina fue el nombre que elegí cuando decidí volverme musulmana, cuando volví a nacer".

En el islam, el nombre que lleva desde hace cuatro años, cuando se convirtió a esta religión, significa 'tranquilidad del alma'.

Una pañoleta (hijjab) viste su cabeza y solo deja descubiertos sus grandes y vistosos ojos verdes. Lleva una blusa negra de manga larga y una falda naranja que le llega a los tobillos. Y así sale orgullosa a la calle, pese a la mirada inquietante de los curiosos. "Las mujeres nos vestimos así por cuestión de respeto. Ya no me importa que me miren y hasta que se burlen", cuenta esta ingeniera de Alimentos, casada y madre de dos hijos.

Criada en un hogar católico, a los 18 años entró a las 'filas' de las iglesias evangélicas cristianas, pero desistió de ellas años más tarde y decidió que nunca más haría parte de ninguna institución religiosa.

"No quería llevarle mis problemas a un cura o a un pastor. Mis asuntos de fe empecé a solucionarlos yo misma", dice, y añade que el tema del diezmo, en las iglesias a las que iba y la euforia colectiva -y repentina- de la felicidad, la llevaron a desistir.

Su esposo fue el primero en abrazar el islam. Y cuando lo acompañó a una mezquita, y le dijeron que la clave para entender de qué se trataba esta religión estaba en la lectura, empezó a convencerse. "Todas las respuestas que buscaba están en el Corán".

En Colombia, el Islam tiene un alto crecimiento

Una investigación reciente del Centro de Estudios Teológicos y de las Religiones de la Universidad del Rosario (Cetre) estableció quiénes son y dónde están los musulmanes en Bogotá. No solo eso.

Se estima que cada mes, en Bogotá, 20 personas -la mayoría formadas en la Iglesia católica-, abrazan esta religión.

El 55 por ciento corresponde a musulmanes de nacimiento, y el porcentaje restante, a conversos. En total, ascienden a 1.200. Y en Colombia podrían ser 15 mil.

El 90 por ciento pertenece a la corriente suní y el porcentaje restante a la chií. Sin embargo, pese a las diferencias (sobre quién es el sucesor del profeta Mahoma), no tienen problemas como sí sucede en algunos países orientales. Se congregan en un edificio del centro, y en dos viviendas que funcionan como mezquitas: una en el barrio Palermo y otra en el sector de El Campín.

JOSÉ ALBERTO MOJICA PATIÑO
REDACTOR DE EL TIEMPO

http://www.eltiempo.com/colombia/bogota/2008-08-03/tres-bogotanos-cuentan-por-que-decidieron-abrazar-la-religion-musulmana_4424305-1

Nota

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Perfil

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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