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En Memoria de María Dolores Vila-Coro

domingo, 14 de febrero de 2010

En Memoria de María Dolores Vila-Coro

Teresa Díaz Tártalo y Nicolás Jouve

12/02/2010

Cuando apenas habían transcurrido unas horas del nuevo año 2010, se produjo el fallecimiento de la Dra. María Dolores Vila-Coro Barrachina. Además de prestigiosa jurista, licenciada en Filosofía y doctora en Derecho, académica correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, miembro de la Pontificia Academia Pro Vita, vocal del Comité Director de Bioética del Consejo de Europa, presidenta del Comité de Ética de la UNESCO y vocal de la Comisión Española de este organismo, fundadora y presidenta de la Asociación de Juristas ATRIA y de la Sociedad Española de Biojurídica y Bioética, además y antes de todo esto ha sido para todos los que la conocimos una gran persona, mujer infatigable, inteligente, inquieta, atenta y sagaz, además de elegante y vivaz, que contaba con otro valiosísimo patrimonio: ocho hijos, diecinueve nietos y dos bisnietos,... ¡nada menos! Toda esta riqueza la conjugaba con un espíritu más joven que el de todos sus jóvenes alumnos. Por amor a la dignidad del no nacido y del anciano o enfermo terminal hacía jornadas interminables, trabajaba con ahínco por hacer presentes en todos los foros posibles el valor irreductible de la vida humana.

Siempre atenta a los avances científicos y sus aplicaciones biomédicas, se apoyó en los datos de la ciencia para afirmar que la vida embrionaria es humana y que el no nacido es persona desde el momento de la concepción. Como Ortega, mantuvo que cada individuo humano es un proyecto singular de vida, y que la identidad es lo que hace al hombre ser él mismo, único e irrepetible con sus características físicas, psíquicas y espirituales. Hizo suya la definición del termino persona de Boecio: «sustancia individual de naturaleza racional». Por ello defendió que el ser humano tiene derecho a contar con todos los elementos precisos para construir su propia identidad personal, a que su trayectoria vital no se vea truncada ni manipulada o a verse privado arbitrariamente de ninguno de sus progenitores. Defendió la existencia en la mujer de una determinación biológica y de un instinto de maternidad. Sentenció que la investigación científica y la práctica biomédica son ambivalentes. Que si se toma al ser humano como un medio y se le utiliza se le degrada, pero si se respeta su dignidad como persona, como fin en sí mismo, se le ayuda y eleva. No dejó nunca de recordarnos que si la tecnología es un instrumento al servicio del hombre, el científico no puede olvidar lo que es propiamente humano, lo que es conforme a la naturaleza humana, que es lo que lleva a su plenitud el concepto de racionalidad.

Con frecuencia decía Mª Dolores que la persona puede entenderse desde dos aspectos: como lo que es en sí o como propiedad de algo. Y añadía que ser persona significa estar dotado de dignidad, ser «alguien» y no simplemente «algo». Entendía por dignidad el concepto que expresa el máximo valor que se puede predicar de un ente, refiriéndose naturalmente al ser humano. Añadía que al definir la esencia de la especie es cuando se pueden enumerar todas las funciones propias de los seres humanos, porque es en la especie donde el concepto persona alcanza su plenitud. El hombre, por estar dotado de dignidad es acreedor de respeto a sus derechos, siendo la vida el primero y el principal de todos ellos.

En abril de 2006, con ocasión de su nombramiento como profesora honoraria de la Universidad Femenina del Sagrado Corazón de Lima, hizo un acertado análisis de los tiempos presentes. En su discurso señaló lo siguiente: «Estamos viviendo unos momentos de crisis existencial donde la juventud se encuentra especialmente amenazada. Hoy se predica el éxito fácil, el "todo vale", el placer inmediato aquí y ahora (...). Nunca como ahora se han atacado las estructuras más intimas de la persona: religión, familia, llegando a las raíces más íntimas de su ser (...), borrando los referentes de la propia identidad personal. Nunca como ahora la ciencia, instrumento al servicio del hombre, ha utilizado al ser humano como objeto, invirtiendo la jerarquía de valores, en prácticas que no han ido en su propio beneficio sino al servicio de supuestos avances científicos (bebé medicamento, experimentación con embriones humanos). Nunca como ahora se ha alterado el auténtico significado de la libertad, que significa dominio sobre uno mismo, sobre los impulsos, las reacciones incontroladas, las expresiones de involuntaria violencia... Nunca como ahora la pseudo cultura se ha adueñado de la verdadera cultura, alterando su significado como medio que estimula la creatividad, ennoblece al hombre y le ayuda al pleno desarrollo de sus potencialidades en todos los ámbitos como es una auténtica calidad de vida, no sólo en claves de bien-estar, sino en claves de bien-ser. Nunca como ahora los valores han sido tan denostados, los conceptos obscurecidos por eufemismos inapropiados, los argumentos circularmente aplicados... Nunca como ahora se han otorgado falsos derechos a la mujer sobre su propio cuerpo para justificar el aborto, como si el feto fuera parte del mismo en lugar de una vida independiente... Así se han ensombrecido los verdaderos derechos fundamentales inherentes a la dignidad que el hombre requiere para desarrollar su personalidad, culminar su proyecto existencial y alcanzar su plenitud como persona».

En su alocución en Lima, Mª Dolores Vila-Coro hizo un diagnóstico de la sociedad al señalar que «dos son los peligros principales que amenazan hoy a Occidente: el relativismo y la desacralización de la vida humana».
Mantuvo siempre una posición de crítica e inconformismo con lo que estaba ocurriendo en el terreno legislativo. Suyas son estas palabras: «nuestros legisladores, arrastrados por el ímpetu de una falsa concepción de la idea de progreso, han promulgado las leyes más progresistas del mundo que precisan una reflexión más profunda». Lejos de la conveniencia, el utilitarismo y el relativismo a usanza, la Dra. Vila-Coro defendió con firmeza la dignidad de la persona humana y mantuvo que «sólo las normas fundadas en la ley natural merecen considerarse jurídicas». En este sentido sostuvo que las leyes deben basarse en la realidad y en la verdad que aportan los conocimientos científicos. Si éstos no se atienden, las leyes serán legales pero ni serán buenas leyes ni gozarán de legitimidad.

La personalidad jurídica del concebido no nacido le comprometió a investigar desde un punto de vista biológico y filosófico la realidad embrionaria, y ya desde su primera obra -Introducción a la biojurídica- fue una de las primeras autoras en denunciar la interpretación falaz de varios autores sobre la metafísica del filósofo español Xavier Zubiri a ese respecto. Vila-Coro rebatía el planteamiento de algunos pensadores españoles que, recurriendo a la autoridad del prestigioso filósofo, negaba el estatus de persona al embrión humano, tesis nunca defendida por Zubiri. Son muchos los escritos y proyectos que la autora tenía entre manos, pero quizás la sexualidad, el aborto y la eutanasia fueron los temas en los que más se implicó, dejándonos como legado su libro La bioética en la encrucijada, trabajo imprescindible para todo aquél que quiera abordar esos temas de forma rigurosa y comprometida, al margen de más de doscientos artículos en revistas especializadas. Dejó preparadas dos nuevas obras de próxima aparición: La vida humana en la encrucijada: pensar la bioética, en Ediciones Encuentro, y un Manual de Bioética, en la editorial Dykinson.

La reproducción artificial ha sido otro de los ámbitos en los que su honda reflexión ha quedado para la prosperidad. En su obra Huérfanos Biológicos, Vila-Coro realiza un interesante y completo recorrido alertando sobre las implicaciones biomédicas, filosóficas y sociales que conlleva el uso y abuso de las técnicas de fecundación in vitro. Referente nacional e internacional en la bioética española, María Dolores Vila-Coro a través de la Cátedra de Bioética y Biojurídica de la UNESCO abrió el camino a muchos profesionales de la bioética que hoy en día enseñan e investigan al más alto nivel en los cinco continentes. A su vez, su compromiso con la sociedad le ha movido a estar presente no sólo en las más altas instancias políticas nacionales e internacionales, sino en prácticamente todos los medios de comunicación denunciando, alertando y orientando en el multidisciplinar y siempre complejo ámbito de la bioética. Con su obra, María Dolores ha dejado un importante legado para todos aquellos que, fieles a su magisterio, tratamos de continuar el camino que ella encarnó en un vital compromiso con la búsqueda de la verdad.

Dedicó gran parte de su vida a la docencia. Fue profesora de las Universidades Complutense, Francisco de Vitoria, San Pablo CEU, Rey Juan Carlos y, a lo largo de los últimos diez años, dirigió con acierto la Cátedra de Bioética y el Doctorado de Bioética y Biojurídica de la UNESCO. Unas enseñanzas que han adquirido un gran prestigio y por cuyas aulas han pasado centenares de profesionales de las múltiples especialidades de interés para la Bioética de España y Latinoamérica. Entre sus merecidos honores y distinciones poseía la Cruz de San Raimundo de Peñafort y la Medalla de Honor de la Universidad Francisco de Vitoria, que en el mes de julio le brindó un merecido homenaje. Su prestigio internacional le llevó a dictar cursos e impartir conferencias en congresos nacionales e internacionales en numerosos países de Hispanoamérica y Europa.
Los que conocimos a Mª Dolores percibimos su contagioso entusiasmo, su actitud siempre positiva a favor de unas convicciones y unos valores morales que defendía de forma clara y persuasiva. Todo ello constituye el valioso legado que ha dejado en herencia y seguirá dando excelentes frutos a través de sus colaboradores, discípulos y alumnos. Ha pasado un mes desde que nos dejó y no se dejan de suceder las ocasiones que nos hacen admirarnos de la estela de frutos que su vida ha dejado: los que pudimos asistir a su funeral no pudimos no conmovernos de la imponencia de un pueblo que se congregaba para dar gracias por su vida, alumnos, amigos, familia, una grandísima familia, llena de nietas que nos la recordaban incluso físicamente, autoridades políticas de máximo nivel, Don Alfonso López Quintás que ofició la eucaristía... y un larguísimo etcétera. Algunos humildemente no podremos dejar de recordar otras cosas, menos académicas o más sencillas pero infinitamente humanas: aun teniendo como tendría en la cabeza tantas cosas y tantas personas, ¿cómo esta mujer entrada en años, al ver a una alumna entre tantas que habría tenido, le preguntaba siempre por su nombre por cada uno de sus hijos, por el marido y por detalles personalísimos que habían llamado su atención? Ha sido una gran mujer. La firmeza de su fe hasta el final y su serenidad aun dentro de una más que dura enfermedad nos sirvan para afrontar la vida con su mismo entusiasmo. Estos días, hemos podido tomar conciencia del bien que ha sido su vida para nosotros. La echaremos de menos.

Descanse en paz, Mª Dolores Vila-Coro.


http://www.paginasdigital.es/v_portal/informacion/informacionver.asp?cod=1503&te=15&idage=2822&vap=0

El IMSS, pionero en Iberoamérica en la atención al cáncer

El IMSS, pionero en Iberoamérica en la atención al cáncer
El tratamiento integral abarca tanto el aspecto físico como emocional: atiende a pacientes y familiares
Comunicado de prensa


Para brindar atención oportuna en el control del dolor crónico y cuidados paliativos al paciente con cáncer y su familia, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) cuenta con la Clínica del Dolor y Cuidados Paliativos, la cual se ubica en la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) del Hospital de Oncología del Centro Médico Nacional (CMN) Siglo XXI.

El doctor José de Jesús Salvador Villafaña Tello, jefe de dicha unidad, explicó que la Clínica del Dolor, pionera en América Latina, recibe diariamente a pacientes con diversos padecimientos asociados al cáncer, diabetes mellitus, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, del sistema nervioso central, degenerativas e infecciosas.

El especialista dijo que el tratamiento se brinda de manera física y emocional. Inicialmente se identifica el tipo de dolor; es decir, si es agudo o crónico. Algunas características del primero se pueden presentar con síntomas asociados con hipertensión arterial, taquicardia, sudoración, aumento de la frecuencia cardiaca, náuseas, vómito y ansiedad.

El paciente con dolor crónico, por su parte, presenta cambios conductuales: estado anímico irritable, descuido en su persona y depresión. Por ello, en el tratamiento se incluye al psicólogo, que apoya al enfermo y a los familiares en el manejo del dolor emocional.

Dijo que hasta el 60 por ciento de los pacientes con cáncer fallecen una vez realizado el diagnóstico, los cuales presentan dolor de moderada a severa intensidad. Ello, sin embargo, no es impedimento para que en la Clínica del Dolor se atienda su padecimiento.

El doctor Villafaña Tello indicó que para brindar una atención de calidad al paciente y a sus familiares, actualmente el Instituto Mexicano del Seguro Social capacita a sus profesionales de la salud como médicos, enfermeras, asistentes médicas, trabajadoras sociales, psicooncólogos y personal de servicios básicos.

http://www.yucatan.com.mx/noticia.asp?cx=17$1000000000$4240516&f=20100205

La Suráfrica que Mandela unió, 20 años después

REPORTAJE: La nueva Suráfrica
La Suráfrica que Mandela unió, 20 años después

La democracia surafricana es hoy estable, y la mayoría de los blancos y los negros se tratan con respeto - La pobreza, la delincuencia y la corrupción son los grandes problemas
JOHN CARLIN 11/02/2010

Tenía uno de los nombres más reconocibles del mundo, pero si hubiera aparecido, sin aviso, paseando por el centro de Madrid, Londres, Nueva York o, incluso, Johanesburgo, nadie habría sabido quién era. El eslogan "Free Nelson Mandela" (Liberad a Nelson Mandela), y la canción del mismo título, llegaron a ser mundialmente conocidos a lo largo de los años ochenta. Mandela se había convertido en un hombre marca, pero el individuo de carne y hueso era un enigma. La pregunta desde el momento en el que el Gobierno blanco sorprendió a Suráfrica y al mundo con el anuncio de su inminente liberación el 2 de febrero de 1990, hasta que salió andando de la cárcel el día 11, era "¿estaría bien físicamente tras 27 años y medio de prisión?"; y también, "¿podría estar a la altura de las enormes expectativas que había generado?".

Las respuestas fueron contundentes: "sí" y "sí". Emergió de la cárcel, a sus 71 años, alto, erguido, con una enorme sonrisa, vestido impecablemente de traje y cuando compareció ante la prensa la mañana siguiente, respondiendo a las preguntas de varios de los periodistas más veteranos y escépticos del planeta, el impacto fue demoledor. Al concluir el acto, el ser humano detrás de cada periodista presente se olvidó de la famosa objetividad que pretendía. Violando los sagrados protocolos de la profesión, todos dieron rienda suelta a un largo y sentido aplauso.

Lo que demostró Mandela fue la irresistible mezcla de integridad, lucidez, respeto, generosidad, pragmatismo y carisma que sistemáticamente seduciría a todos sus rivales políticos a lo largo de los cuatro años de compleja negociación política que acabaría con el apartheid. Llegó a la presidencia y un año después unió al que había sido el país más dividido de la Tierra alrededor de la final del mundial de rugby, el día más feliz de la historia surafricana, en el que más gente sintió más alegría.

Hoy, 20 años después de la liberación de Mandela, muchos se preguntan si todo aquello fue un espejismo. A cinco meses de celebrarse el evento más grande de la Tierra, el Mundial de Fútbol, en Suráfrica, existe la percepción de que Mandela sí estuvo a la altura, pero que el país no.

El grado de decepción depende del grado de expectativas. Cualquiera que se imaginaba que la tensión racial desaparecería del todo en dos décadas, tras 350 años en los que la minoría blanca se había comportado con la mayoría negra como amos con sus esclavos, inevitablemente concluiría que todo ha sido un fracaso; aquellos que creían que rápidamente se secaría el océano de pobreza negra que rodeaba las islas de riqueza blanca, y que emergería una tierra verde de próspera igualdad, también.

Por otro lado, los que predijeron gozosamente que bajo un Gobierno negro Suráfrica se convertiría de un día al otro en una caótica tiranía, al estilo del vecino Zimbabue, no tienen muchos motivos de satisfacción. La verdad es que es igual de frívolo, y políticamente inmaduro, pronunciar que el país de hoy es una feliz utopía como argumentar que es un desastre sin paliativos. La realidad siempre iba a ser algo ambigua aunque, si uno vuelve la mirada atrás, adonde estaba el país cuando Mandela salió de la cárcel, la balanza se inclina más hacia una interpretación positiva de los hechos.

La Suráfrica que se prepara para celebrar el Mundial en junio de este año tiene tres grandes problemas: mucha delincuencia, corrupción (especialmente a nivel municipal), e ineficacia en el combate a la pobreza. Como tal, el país no está mucho peor que otros 50 que uno podría mencionar, y bastante mejor que muchos más (por ejemplo, todo el resto de África y gran parte de América Latina).

Más sorprendentes son los puntos a favor. Durante aquellos cuatro años entre la liberación de Mandela y las elecciones de abril de 1994, las primeras en las que pudo votar toda la población, el país se tambaleaba permanentemente entre el optimismo y la desesperación. La extrema derecha, blanca y negra, lanzó una violentísima ofensiva en los barrios negros de Johanesburgo con el propósito de descarrilar la transición democrática.

Cuando Yasir Arafat, el líder palestino, e Isaac Rabin, el primer ministro israelí, firmaron los acuerdos de Oslo en 1993, buena parte del mundo consideraba -por más insólito que parezca hoy- que las posibilidades de lograr la paz, o no, en Suráfrica y en Oriente Próximo eran idénticas.

Mandela advertía en aquellos tiempos que el país amenazaba con "ahogarse en un baño de sangre"; Frederick de Klerk, el último presidente blanco, expresaba el temor de que Suráfrica seguiría el ejemplo de la antigua Yugoslavia y caería en la guerra civil. No era ningún secreto que durante 1993 la extrema derecha se estaba movilizando para montar lo que ellos llamaban "la lucha de liberación bóer", calificada por otros de terrorismo racista. Un total de 21 negros murieron en atentados durante la semana anterior a las elecciones de abril de 1994. Cuando Mandela asumió la presidencia el mes siguiente, aclaró que su prioridad sería asentar los cimientos de la joven y frágil democracia.

Lo logró. La buena noticia hoy es que la democracia surafricana es incuestionablemente estable, sin atisbos de terrorismo, sin ninguna señal de que vaya a aparecer algún movimiento independentista. El Estado de derecho funciona. La libertad de expresión es total. Esto no es Zimbabue. Y ni siquiera Rusia, que llegó a la democracia al mismo tiempo.

En lo social, mucho ha cambiado también. Como constatarán aquellos que acudan al Mundial, Suráfrica es un país en el que hoy la abrumadora mayoría de la gente blanca y negra se trata no con arrogancia o resentimiento, sino con respeto y cordialidad.

No todo es perfecto. Como se quejan muchos blancos, y reconocen muchos negros, muchas cosas se podrían haber hecho mucho mejor. Pero Suráfrica no es Afganistán. Es un país a punto de, y capacitado para, celebrar un mundial de fútbol. Eso, Mandela, hace 20 años, lo hubiera firmado.


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http://www.elpais.com/articulo/internacional/Surafrica/Mandela/unio/anos/despues/elpepuint/20100211elpepiint_5/Tes

Un ensayo explora las lecturas que más influyeron en Hitler

Un ensayo explora las lecturas que más influyeron en Hitler

• Timothy W. Ryback sigue los rastros de la ideología del líder nazi en su biblioteca

• ‘Los libros del Gran Dictador’ muestra a un hombre inseguro intelectualmente

ANNA ABELLA
BARCELONA

Durante décadas, Hitler mantuvo la costumbre de leer de madrugada, sentado en su escritorio o en su sillón, con una taza de té. «Tenía un apetito voraz de libros. Decía haber leído al menos uno por noche en su vida adulta», afirma el historiador y periodista Timothy W. Ryback desde París, donde trabaja. Fundador del Instituto para la Justicia Histórica y la Reconciliación en La Haya, es el autor de Los libros del Gran Dictador (Destino), un estudio que llega a España el martes y en el que vuelca seis años de investigación sobre los libros que fueron propiedad del líder nazi y que aún se conservan. El objetivo de Ryback es seguir el rastro de los que «tuvieron importancia emocional o intelectual para Hitler, los que ocuparon sus pensamientos en sus momentos íntimos y determinaron sus palabras y acciones públicas».

NOTAS Y SUBRAYADOS / Aunque «fue más famoso por quemar libros que por coleccionarlos», relata Ryback, el autor de Mein Kampf (del que guardaba diversas ediciones), llegó a tener más de 16.000 volúmenes en sus distintas bibliotecas privadas, aunque la mayoría ni los leyó ni los vio. Los que no se convirtieron en trofeo de los soldados aliados se guardan en la sección de libros raros de la Biblioteca del Congreso de Washington (unos 1.200) y en la Universidad de Brown, en Providence (80).
Muchos fueron regalos, con halagadoras dedicatorias, de colaboradores y personalidades del régimen. «Pero hay veintenas de libros más personales, que estudió y anotó –escribe Ryback–. Subrayaba palabras y frases, señalaba párrafos enteros, escribía un signo de exclamación en algún punto, un signo de interrogación en otro...». Gracias a estas notas «puede seguirse el curso de su interés a través de las páginas. Él decía: ‘tomo cuanto necesito de los libros’. Y en ellos halló las bases para los horrores de la era nazi».

ESTUDIOS / No leía por placer. Ryback opina que estuvo marcado por «la inseguridad intelectual que le persiguió durante toda su vida por haber dejado los estudios a los 15 años. Pasó la mayor parte de su edad adulta intentando compensar este déficit intelectual. Esto se ve en la naturaleza ecléctica de sus lecturas. Puede leer a filósofos serios como Fichte y Schopenhauer y el periodismo más banal sin hacer distinciones».
¿Cuáles son los libros que más influyeron en Hitler? Ryback distingue entre los que formaron su pensamiento y los que formaron su mundo emocional. De los primeros destaca El judío internacional: el principal problema del mundo, el tratado antisemita del magnate norteamericano Henry Ford –«tenía copias del libro y un retrato de Ford en su despacho»–,
y La muerte de la gran raza, del estadounidense Madison Grant: «Lo llamó su Biblia y en él el autor advertía de que la inmigración erosionaría el carácter de Europa y conduciría a su ruina». En la biblioteca de Hitler había numerosas obras sobre eugenesia pero, según Ryback, en esta halló «un racismo no menos virulento que el suyo propio», que abonó sus ideas genocidas.
Entre los libros que alimentaron sus emociones, los más elogiados, dice el historiador, eran Los viajes de Gulliver, Robinson Crusoe, las novelas del Oeste americano de Karl May (a sus generales les recomendó tomar nota de las tácticas del héroe indio), y veía en El Quijote uno de los grandes títulos de la literatura universal.
Igual que poseía las obras completas de Shakespeare –le consideraba superior a Goethe y Schiller porque en El mercader de Venecia retrató los defectos de los judíos–, veintenas de libros atestiguan su interés por los temas místicos y lo esotérico, como el clásico de las ciencias ocultas del siglo XVIII Annulus Platonis.
Ryback apunta además la importancia de Peer Gynt, de Ibsen, cuyo protagonista dice «quiero alcanzar la grandeza» y para lograrlo deja tras él «un rastro de destrucción humana». Su ejemplar se lo dedicó Dietrich Eckart, amigo, protector, mentor y figura paterna que «moldeó la blanda arcilla del mundo emocional e intelectual de Hitler» y le encumbró en la política nacionalsocialista. Bajo su tutela, el antisemitismo del líder nazi «adquirió forma e ímpetu».
«El historiador británico Ian Kershaw ha dicho que Hitler es una de las personalidades más impenetrables del siglo XX», reconoce Ryback. Libro a libro, las ventanas de su mundo interior se van abriendo.



http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=687122&idseccio_PK=1013&h=

Nota

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Perfil

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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