Buscar

Esclavos casi invisibles

sábado, 22 de agosto de 2009

Esclavos casi invisibles

Vestigium

Carlos A. Gómez Fajardo

La aplicación de las tecnologías de reproducción asistida conduce a la muerte de miles de embriones humanos en diversas fases del proceso. Este hecho fatal, constatado experimentalmente con total claridad desde los inicios de la técnica, ha sido poco modificado con el paso de los años. En un reporte norteamericano se presentan las cifras de 146.000 embriones desechados, y una proporción de 13.8 % (Recién Nacidos / Embriones) durante el año 1999, para los Estados Unidos.

Son datos y hechos relacionados con embriones humanos. Es decir, el informe da cuenta de la muerte, en condiciones de laboratorio, de estos miembros de la especie humana. Como sucede con frecuencia, estos datos escalofriantes, vienen en medio de la aridez de la estadística y de la ausencia de consideración antropológica que ya se ha vuelto usual en buena parte de la literatura especializada en el tema. Como si las cifras crudas agotasen la realidad y dejaran de ser susceptibles de análisis. Es una de las paradojas del cientificismo que inunda un ambiente social desprovisto de perspectiva humana para comprender el sentido real del accionar de la medicina. Sucede que no todo lo que se "puede" hacer, realmente se "debe" hacer. Mucho menos, en campos tan "límite" como el de la manipulación de la vida humana en sus inicios.

Pero allí no se queda el absurdo. No todo se limita al fenómeno del "endurecimiento de la conciencia" de una sociedad que pareciera fijar, de modo irracional, sus expectativas en la mera satisfacción de los deseos brindada por el quehacer técnico entre quienes contratan y quienes proveen y además se lucran, de una industria tan abominable.

La pérdida de la perspectiva llega al extremo de que los explotadores comerciales de esta cadena de muertes selectivas se convierten en verdaderas "vedettes" de los medios de comunicación. Casi hasta el cansancio, son presentados los protagonistas de esta historia de manipulación (y de transacciones publicitarias y comerciales) como bienhechores de la humanidad: hoy promueven la clonación de embriones humanos, mañana la de embriones interespecies; hacen habilidosa publicidad a sus técnicas de diagnóstico eugenésico (con el fin de eliminar a los nuevos indeseables) como si allí hubiese "terapéutica". Periódicamente aparecen sonrientes ante los logros de su poder, como en los frecuentes casos -patético contrasentido- de las postmenopáusicas embarazadas.

De nuevo, la perspectiva racional formula las inevitables preguntas: ¿Qué es lo que están haciendo? Además de su interés en la publicidad, el dinero y el poder, ¿cómo es posible que sean presentados de modo iterativo por los medios como profetas de un futuro mejor?.

Es asombroso el silencio de la sociedad en estos temas. Actúa quizás la complicidad de los usuarios–clientes que contratan la prestación de estos servicios, conscientes de que algunos de sus hijos (en estado embrionario) serán congelados, almacenados en bancos, y casi seguramente, muertos en algún momento del proceso, cuando no convertidos como embriones sobrantes en material de experimentación o de comercio por terceras personas. ¿Cuántos de los padres y madres sometidos a esta dinámica, con el altruista argumento de superar el "sufrimiento" originado en la infertilidad, son conscientes de la gravedad de lo que promueven?. Y si no lo son, ¿qué podría decir un jurista honesto en relación a la validez del consentimiento presentado ante estas manipulaciones?.

Parece que muchos insisten en querer olvidar el hecho cierto de que la ciencia sin conciencia es barbarie. Pero la realidad no se puede ocultar con las manos. Un hombre siempre será un hombre, individuo de la especie humana. Miembro de la familia humana. Que sea reducido a la condición de objeto por quien lo manipula sólo es una contradicción a un principio racional: el ser humano es digno, por su propia condición humana. Es fin, nunca medio. Una forma brutal de violencia es la instrumentalización utilitaria del ser humano, sin importar su edad ni su condición de indefensión. Esto son los embriones obtenidos de las tecnologías de reproducción asistida: seres humanos condenados por sus padres y por los técnicos de laboratorio que contratan, a una prematura, fría y aséptica muerte. Sólo porque han sido convertidos, por miles, en esclavos desde muy pequeños, y porque son casi invisibles. Como si todo fuese lícito, con el fin de satisfacer los deseos y el poder de compra. Como si fuese justa y deseable la creación de nuevos campos de concentración, pero ahora con los prisioneros criopreservados y sin la más mínima posibilidad de huir.

Nota

Este es un espacio para compartir información, la mayoria de los materiales no son de mi autoria, se sugiere por tanto citar la fuente original. Gracias

Perfil

Mi foto
Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

contador gratis