Diez horas ante un abortuario
Pablo López López
(CAMINEO.INFO)- Mucho se puede aprender en diez horas ante un centro abortista. He palpado situaciones reales extremas, que difícilmente se conocen en otras circunstancias. No es la primera vez para mí, pero ahora deseo contarlo, aunque sea brevemente. Quiero transmitir la experiencia para que os animéis a ayunar por la vida y comprendáis mejor las mentes de los que pululan en torno a semejante lugar. Los libros y los informes, los medios de comunicación o los rumores sociales no te acercan a ciertas realidades interiores.
Más que una protesta esas diez horas han sido una experiencia de diálogo y comprensión. No obstante, el ayuno, una simple pancarta entre dos árboles y el reparto manual de folletos han sido el grito silencioso que sirve de eco al grito silencioso de las decenas de vidas indefensas cruelmente apagadas frente a nosotros, en un siniestro centro abortista llamado “Dator”. La esperanza humana invita a cerrarlo. A cerrar su violencia con nuestra paz. En paz trascurrimos casi todo el tiempo, aunque no faltaron pequeños sobresaltos. Os cuento un poco de todo.
Era temprano, hacia las nueve de la mañana, cuando los primeros llegamos a esa esquina de la calle “Hermano Gárate” de Madrid. Ese cinco de julio estábamos dentro de las veinticuatro horas de ayuno anual por la vida, en la fecha que rememora la despenalización del abortismo en España. Ya hace veintidós años. Ya se cuenta más de un millón de víctimas mortales, cientos de miles de mujeres profundamente heridas y una sociedad decadente y enferma en humanismo y natalidad.
Es ésta una guerra soterrada contra los más débiles y “molestos”, una guerra invisible porque los ojos no la quieren ver. El ser humano es mucho más volitivo que racional, para bien y para mal. Mientras los medios de comunicación nos retransmiten en directo hambrunas, guerras, masacres y atentados que “otros” cometen, ocultan con saña esta cadena sistemática de homicidios infanticidas que nosotros toleramos, votamos, financiamos o cometemos. Incluso se ha encarcelado a un septuagenario enfermo en Inglaterra por el mero hecho de enviar a un hospital fotos de abortos realizados en el mismo hospital. ¡La hipocresía encarnada!.
Hoy España ya es aún más abortista que Inglaterra. De hecho vienen muchas inglesas (y francesas, portuguesas y de otros países abortistas) a abortar en España cuando sus embarazos están tan avanzados, que no les permiten abortar en su país. Aún así, los abortistas hispanos, disfrazados de “feministas” o “progres”, no están satisfechos. El abortismo llega a ser una especie de adicción que nunca permite la satisfacción plena. Así las cosas, los españoles no tienen futuro, ni físico ni moral. Por esto nos plantamos y nos plantaremos ante todas las Dator de España: para abrir futuro. La pena es que todavía somos pocos para hacerlo. Ante cada abortuario español debería haber permanentemente durante todas sus horas de ejecución un grupo de ciudadanos humanistas que con su mera presencia invocase un mínimo de cordura.
Esa mañana enseguida empezamos a repartir folletos y hojitas diversas que invitaban a reflexionar sobre lo que muchas mujeres se aprestaban a hacer, normalmente impulsadas por su acompañante masculino. Estas hojas no se reparten de cualquier manera. Se ofrecen con delicadeza, con una discreta sonrisa de comprensión. En la medida de lo posible invitamos al diálogo, a pararse a pensar incluso cuando se está a punto de cruzar un umbral sin retorno. En este terreno muchas decisiones no están tomadas con pleno convencimiento y hay un espacio para la esperanza.
Pronto colocamos la pancarta: “Huelga de Hambre por la Vida, 2007”. Hubo que improvisar artesanalmente un siete de plástico adhesivo, porque aún teníamos el “6” del pasado año. También en esto Jesús Poveda fue el artista. Y primera incidencia. Los señores aborteros se quejan de que la pancarta obstaculiza las cercanías de su entrada. Como lo del diálogo no es lo suyo, no nos lo indican y molestan a la policía municipal para que venga a avisarnos de la simpleza de que la corramos un poco. Sólo fue cuestión de trasladarla a los dos árboles siguientes. Los dos jóvenes policías municipales escucharon el motivo de nuestra causa y aceptaron folletos de los que repartíamos.
El folleto más interesante, sin duda, es el que ofrece una amplia lista de direcciones que en Madrid dan alternativas variadas y eficaces al aborto. Casi todos los que entraban en Dator, aceptaban los folletos y los leían al entrar e incluso al salir. Hacían pensar. También muchísimos transeúntes tomaron los folletos. Otros viandantes se quedaban mirando los que el viento había esparcido por el suelo, pues dejamos unos cuantos sobre las esquinas de un contenedor para que la gente los tomara libremente.
Un habitual “visitante” de la Dator se llevó un taco por su cuenta. Era el recogedor de “restos biológicos” que cada día con el camión de su empresa retira los restos mortales de los fetos humanos. Este joven trabajador se me acercó con su mono de currante para animarnos y expresar con el rostro y con la palabra la profunda indignación que le causaba este negocio abortista. Dijo que por su trabajo no le quedaba más remedio que acudir a estos centros para tal cometido. Resignado se alejó diciendo que a continuación le tocaba ir a “Isadora”.
La primera vez que había oído hablar de este otro abortuario, fue cuando en la anterior legislatura se publicó que una de sus dueñas era diputada de “Izquierda Unida”. Tal vez el sueldo de congresista no le daba para sus gastos y necesitaba enriquecerse con tan “progresista” comercio. Luego Isadora ha sido denunciada por haberse encontrado en los contenedores de su entorno restos de fetos humanos y por otras malas prácticas. Ese día ante Isadora hubo otro grupo, convocado por la asociación “Unidos por la Vida”, que desarrolló una actividad diferente de la nuestra. De aquella y de la visita que después nos hicieron, dieron cumplida cuenta en una emisora nacional de radio. Apuntemos sólo que en Isadora tuvieron que afrontar a una feroz directora del abortuario que salió a increparles. Como en otros tiempos ante la Dator.
Nuestra iniciativa partió de dos filósofos. Para que luego digan que la filosofía no es práctica. Este ayuno no fue convocado por ninguna asociación, si bien nos apoyó personalmente la nueva presidenta de la Federación de Asociaciones Pro-Vida, Alicia. Fue quien avisó a la Cope de Cuenca y a la agencia Veritas. Nos llamaron para entrevistarnos. Atendimos estas llamadas Curro Baciero, Poveda y un servidor. Éste fue todo nuestro impacto mediático. En otras emisoras avisadas se sintieron demasiado ocupados.
Lo que me pregunto, es a cuántos corazones llegamos por este o cualquier otro medio. Sabemos que no estuvimos solos, porque mucha gente, desde sus casas o trabajos estuvo ayunando, acordándose de nosotros, encomendando nuestro testimonio. Nosotros no estábamos haciendo nada especial ni heroico, obviamente, pero la acción buscaba un fruto que sí era importante. Podríamos salvar vidas en el último momento. Podíamos acompañar en su sufrimiento y zozobra a mujeres que se disponían a abortar o que ya lo habían hecho.
Una de las parejas más singulares y que más me impactó, fue la de las jóvenes hermanas de Parla. Tal vez con ellas hallamos uno de los frutos visibles más positivos de la jornada. Empecé a hablar con una joven ataviada como para ir de marcha. Su neto tinte rubio disimulaba el parentesco con su hermana, visiblemente embarazada de cinco o seis meses. Ésta, mientras esperaba con ilusión a su tercer hijo, vivía el duelo por su marido, recientemente fallecido con treinta y dos años. Ella quedaba viuda, embarazada, con dos niños ya en casa y sin trabajo. Sólo contaba con su familia y sus ganas indómitas de salir adelante. Esta ejemplar viuda de treinta años decía con toda lógica a su hermana que no se quejase tanto, aunque también estuviese embarazada por tercera vez. Y aun siendo contraria al aborto, acompañaba a su “rubia” hermana para hacerse pruebas previas al aborto. Sin embargo, tras hablar con nosotros nos manifestó sus dudas sobre abortar. En breve terminó diciendo que creía que ya no iba a abortar. Posiblemente se decidía más por intuición que por conocimiento de causa. Estaba de tres meses y no sabía qué grado de desarrollo tenía ya su hijo en esa etapa fetal. Era un hijo de un padre bastante más joven que ella y distinto del padre de sus otras dos criaturas. Pero no se encontraba sola.
No fue lo más duro, pero sí lo más desagradable. Y no por ello menos aleccionador. Me refiero a los brutales insultos de una chica con rastas rubias. Tras devolvernos airadamente los folletos de las direcciones pro-vidas y exclamar varias veces “¡qué vergüenza!”, mientras se alejaba con su amiga, emitió a grito pelado su primer gran argumento: ¡claro, vosotros no abortáis!. ¿No quiso enterarse de que la mayoría de nosotros es femenina?. ¿Hace falta ser negro para ser contrario al racismo?. Y, aparte de la víctima mortal intrauterina, precisamente porque la mujer es la que sufre más el aborto, ella debe ser la más contraria a la industria abortista. Al cabo de un rato regresó con el pan comprado y una frasecita preparada, su segundo “argumento”. Al acercarse nos la espetó con rabia: “¡Masturbarse es también un asesinato, eh!”. Le respondí que no dijera tonterías y que se parase a hablar un momento. Rechazó el diálogo y estalló en una letanía de insultos vociferados en su camino: ¡“asesinos”, “asesinos”, “falangistas”!. Recordé que también los etarras y proetarras llaman “asesinos” y “fascistas” a sus víctimas.
Hubo que explicarse en inglés con una pareja de chinos. Con su proverbial cortesía escucharon y tomaron los folletos y nuestros números de teléfono antes de entrar. Otra pareja del mismo país sólo hablaba chino, pero fue la más elocuente. La chica salió gritando y tiró el papel que le habían dado dentro. Parecía que aún no había abortado. Tras una breve discusión con su pareja se quedó en cuclillas mirando fijamente una de nuestras hojas, la que muestra un panorama fotográfico del desarrollo embrionario y fetal. No es difícil interpretar que no estaba muy conforme con la idea de abortar que le intentaba inculcar su chinito.
Vimos entrar a varias parejas andinas. Aceptaban los folletos, pero la prisa que mostraban, dificultó el diálogo. Con una boliviana de Santa Cruz sí pude conversar y aceptó folletos y teléfonos para una amiga que pensaba abortar. En general, en toda la jornada no advertimos la presencia de ninguna adolescente ni menor de veinte años relacionada con un aborto. Tampoco encontramos ningún caso donde el motivo o excusa fuese económica. Nos sorprendió, porque muchos abortistas priman las justificaciones economicistas y porque se acaba de publicar que el número de abortos adolescentes se ha duplicado en la última década, gracias a la manipulada “educación sexual” de los centros estatales. Justo lo contrario de lo que anunciaron que iban a conseguir con las adolescentes. Pero nadie dimite y a nadie se le piden responsabilidades. No se enmendarán y, lo que es peor, intensificarán la línea política que tan pésimos resultados ha demostrado.
Acaso no van tan desnortados y lo que desean, es precisamente lo que están consiguiendo: multiplicar el abortismo, tanto el adolescente como el general. Los que mueven los hilos del abortismo internacional (IPPF, etc.), ya no necesitan más dinero. Ellos son el dinero del mundo, los Bill Gates de turno, el gran capital, aliados en abortismo con los supuestos anticapitalistas, con los antisistema del sistema. El abortismo llega a ser para ciertas ideologías y poderes insaciables un fin en sí mismo. Ellos saben a quién rinden culto. No matan por dinero, sino que su inconfesable principio es matar por matar. El instinto asesino no es privativo de ciertos asesinos en serie. Por lo que la lógica de los acontecimientos revela, el sadismo se ha instalado en ciertos despachos y organismos de poder. No es exagerado. La historia nos ilustra estas actitudes y también ciertas políticas actuales. Véase cómo el nuevo ministro de sanidad y otros poderes justifican el exterminio de embriones humanos para extraerles sus células madres, con las que ni han curado ni es previsible que curen, mientras ya se han logrado grandes avances con las inocuas células madres adultas.
Si bien hablamos más con extranjeras, a Dator pasaron más españolas. Muchas de las mujeres que salían de abortar, tenían el rostro desencajado. Era algo más que malestar físico. Las españolas solían llegar a Dator en coches de alta gama y traían más compañía que las foráneas, aunque en numerosos casos unas y otras acudían con la sola escolta de su pareja.
La Dator hace publicidad de otros “trabajos”, que sí son propiamente médicos y le pueden lavar un poco la cara, pero, a tenor de la gente con la que hablamos, el aborto es lo principal de su negocio. Sin que me percatara de que salía de Dator y de que era uno de sus “trabajadores”, me abordó un hombre de unos cincuenta y tantos años. Directamente y con rostro sañudo empezó a intentar afearnos la conducta. Me dijo que nos fuéramos a otro sitio, al ministerio por ejemplo y que ahí estábamos “tocando las narices” y molestando a las que iban a abortar. Le respondí que al ministerio también hemos ido. Le dije que no molestábamos a las mujeres y que por el contrario estábamos ahí para ayudar a quien lo aceptase, justo en un lugar crítico donde se nos necesitaba. Luego comprendí que sólo molestábamos a su negocio. Por como se comportó después y por la maleta con la que al final salió, puede pensarse que era algo más que un administrativo. Eso sí, demostró ser un perfecto y voluntario ignorante. Cuando intentó argumentar su opinión de que lo que se aborta, no es más que un amasijo de células, le di un repasito de embriología. Cambió de tema. Desconocía igualmente la legislación española al respecto, como la inmensa mayoría de los abortistas y de los que opinan sobre esta práctica. Pero en su caso es más grave. Es fácil comprender que ha preferido rodearse de ese velo de ignorancia para aplacar su conciencia y seguirse creyendo paladín de libertades. En otro momento, cuando ya se le habían bajado los humos, vino a decirme que ya aceptaba que estuviésemos ahí y que durante el franquismo estuvo en la cárcel por defender la libertad. Se sintió satisfecho cuando acerté a suponer que debió de ser como comunista. Es sabido que el PSOE estuvo de vacaciones contra el franquismo. Le felicité por su oposición a aquel régimen, pero lamenté en mi interior la deriva que había tomado su vida.
Una abuela me justificó el aborto que se le estaba practicando a su nieto por el supuesto “eugenésico”, es decir, por enfermedades vaticinadas por los galenos de turno. Me dijo que su hija deseaba un hijo, pero no “así”. Y reconocía que no estaba nada bien matar a enfermos fuera del vientre materno. Otra señora mayor salió llorando y desconsolada de la Dator. Es un lugar realmente fúnebre.
Fue muy variada la temática de conversación con una rumana de veintidós años. Me dijo ser contraria al aborto y que ella y alguien de su familia tenían previsto confesarse con un sacerdote ortodoxo. Pero al final me aclaró que allí estaba esperando a su hermana que tardaba más de la cuenta porque acababa de abortar a dos gemelos con cuatro meses y medio de gestación. ¡Niños prácticamente viables!. La hermana, de veintitrés años, tenía trabajo y el apoyo de su pareja española. La única explicación que me dio sobre el doble aborto de su hermana, fue que “no estaba preparada”, sin más especificaciones.
Otra acompañante era española, estaba embarazada y se decía muy contraria al aborto. Decía que le daba miedo. Pero ahí estaba, esperando a que abortara una amiga. Por lo visto, muchas acompañantes prefieren aguardar afuera. El lugar no debe de transmitir buenas vibraciones. La misma acompañante me desveló un cambio de táctica de estos abortistas. Por teléfono ya no admiten realizar abortos tardíos. Pero si una embarazada en avanzado estado de gestación se persona, le dan cita y le practican el aborto, previo pago de una mayor cantidad. Es lo que le había pasado a su amiga, que por una cantidad cercana a los seiscientos euros estaba abortando con cinco meses de embarazo. Y llevaba ya un historial de seis abortos.
Estos euros, como los de otros muchos abortos, probablemente los estamos pagando todos nosotros. Aunque la inmensa mayoría de los abortos reconocidos estadísticamente, se cometen en centros privados, muchos de ellos se pagan al negocio abortista con nuestros impuestos. Y sólo una ínfima cantidad de contribuyentes se han declarado objetores de conciencia. En un perfecto acto de doble moral la Comunidad de Madrid paga folletos pro-vida y, con mucho más dinero, miles de abortos. Las comunidades del PSOE tienen una única moral y una única política, la abortista. Salvo alguna excepción individual, nuestros políticos parlamentarios se dividen en abortistas conformes (el PP o CIU, por ejemplo) y en propagadores de más abortismo (el PSOE, IU y casi todos los demás). Sin embargo, seguimos siendo uno de los países de la UE que menos ayuda a la familia y a la natalidad, ya gobierne el PP o el PSOE. Y el gobierno supuestamente “socialista” lleva un año de retraso en facilitar la vacuna contra el cáncer de útero, que tanto ha aumentado por la extensión de las enfermedades de transmisión sexual, sobre las que pesa el obscurantismo oficial.
No todo fue triste ese día. Rafaela, una preciosa niñita rumana de inmensos ojos azules, y su simpática abuela Ana fueron de lo mejor. Rafaela había sido rescatada cuando su madre se disponía a abortarla. Su sonrisa nos daba todas las razones del mundo para continuar allí y para que otros no perdáis la primera ocasión para ayunar por la vida e intentar rescates. Ana, Rafaela y más niños se unieron a nosotros un buen rato.
Curro se echó una buena parrafada con otra acompañante medio punk, que para no romper el guión también se declaró abiertamente “antiaborto”. Tan singular acompañante dijo ser lesbiana y, según ella, “muy tradicional”. Desde luego hay muchas tradiciones y maneras de ser “conservador”.
Ahora no estoy seguro, pero creo que fue la simpática “punk” quien nos relató el caso de una joven estudiante rusa de solventes medios económicos que había venido a España por gusto y que se quedó embarazada de un amigo español. E iba abortar. Otro caso que no responde al perfil de “pobre que aborta por ser pobre”. En todo caso, la pobreza no se combate matando al pobre.
Hay que empezar a hablarle sin remilgos a la gente de lo que en ética se ha llamado “cálculo de placeres”. Hasta los hedonistas epicúreos lo tenían muy en cuenta. ¿Vale más la fugacidad de un orgasmo que poner en peligro toda una vida humana generada por ti?.
Dos alegres brasileñas morenitas de Sao Paolo se quedaron mirando unas grandes fotos que Curro había colocado en el suelo para mostrar el desarrollo fetal. Se quedaron impresionadas de la belleza de los niños dentro del útero, al igual que otros muchos transeúntes. Una de las “garotas” me sorprendió al decirme en su cadencioso portugués que “quien hace abortos, va al infierno”. Le dije que siempre hay que contar con la misericordia de Dios.
No puedo olvidar a una anciana que nos encontramos año tras año. Siempre nos anima y se preocupa de que no comamos. Levantó ligeramente su bastón hacia la Dator para expresar su indignación y de nuevo volvió a sonreír.
Aún menos puedo olvidar a Ana. Tal vez el rostro más sufrido que encontré ese día. Ana toma droga por prescripción médica para soportar el dolor de una hernia. Utiliza incluso parches de morfina y duerme mal. Con riesgo de que pudiera quedar paralítica había sido operada, pero no quedó bien y tal vez necesitaría otra difícil operación. Entretanto, estaba embarazada de varios meses. Había deseado ser madre y durante dos años lo intentó con su pareja. Por eso ya no utilizaba anticonceptivos. Y de repente le llegó el embarazo. Pero los médicos le habían dicho que el niño venía mal, que ella tenía muy bajo el ácido fólico y que su espalda no aguantaría el peso del niño. Tenía cita para abortar el lunes siguiente. De confirmarse lo que le habían aseverado tales médicos, se trataría de un caso de real peligro grave para la vida de la madre. Agotadas todas las posibilidades de salvar a ambos, su caso sería comprensible. Pero para casos como éste no hace falta alguna una ley abortista, que en realidad sólo busca extender el aborto. Por lo demás, me dijo que “no creía en Dios”, pese a la educación recibida y a su religiosa madre. Argüía señalando el mal en el mundo. No le llevé la contraria, pero le hice ver todo lo bueno que ya hay y lo bueno que ella puede hacer. Como le dije, lo importante no es que ella creyese o no en Dios, sino que Dios cree en ella, a pesar de todo.
No hubo rezos organizados. Ese día no se trataba de un acto de afirmación confesional. Hacia las doce y de un modo espontáneo Curro y yo elevamos un Ángelus, oración de la Encarnación, de la vida gestante. Bueno, aunque no hiciéramos oración organizada, creo que nuestros espíritus se abrieron a la Misericordia. A veces el alma ora sin darse cuenta.
Lo más difícil con frecuencia no es resucitar a un muerto ni rehabilitar a un asesino en serie. Lo más difícil no es que un abortista o un abortero se “conviertan” a la vida. Hoy en día ya se han hecho pro-vidas activos algunos de los principales abortistas históricos, como el dr. Nathanson (responsable de más de 70.000 abortos) y Norma McCorvey, cuyo caso manipulado en el famoso juicio de “Roe vs. Wade” despenalizó el abortismo en los EEUU. En el ayuno del día cinco participaron mujeres que han abortado y han sufrido por ello. Lo más difícil de verdad es que esa inmensa cantidad de personas que se pronuncian a favor de la vida humana y en contra del aborto, hagan algo o por lo menos no estorben.
Por mis experiencias he llegado a tener más esperanza en los “malos” que en los “buenos”. Los malos pueden convertirse al bien y, reconociendo su realidad y la del mundo, pasar a la acción, a la militancia coherente y global contra todas las causas de la injusticia, empezando por las más urgentes. Pero ¿cómo hacer recapacitar al que ya se siente bueno y justificado por su fe, su ideología, su partido, su prestigio, su dinero o su cara bonita?. ¿Y quién predica al predicador: a una “Amnistía Internacional” alejada del espíritu de su fundador, o a tantos grupos y asociaciones “moralizadoras”, partidos, sindicatos o comunidades religiosas que cuando no promueven el abortismo, lo disculpan o no hacen nada para reducirlo y evitarlo?.
Para acallar sus conciencias o para imaginarse en una ficticia posición equilibrada entre abortistas y pro-vidas, estos predicadores de moda suelen despreciar en bloque a los pro-vidas, como si todos fuéramos lo mismo. Saben cómo nos maltrata la prensa hegemónica y huyen de ser identificados con nosotros. Desprecian, pero no hacen nada. Yo les digo: “¡venga, maestros, os decís contrarios al aborto y no os gusta nada de los que hacemos algo; pues dadnos un ejemplo práctico!”. Les entra una repentina sordera.
Hace unos meses un reverendo antiguo profesor mío me dijo poco antes de morir que él era totalmente contrario al aborto, pero que “odiaba a los pro-vidas”. Nunca le oí criticar a los que promueven el abortismo. Tal vez ni sabía que existen a pesar de su vida de estudio. No sé como logran algunos estudiar toda la vida y no enterarse de nada.
Decirse contrario al aborto y considerarlo un problema entre tantos es no comprender nada, ni una ecografía. A una sociedad que no quiere entender de ecografías ni de otros datos elementales, no le quieras explicar la barbarie de la clonación humana, ni el abortismo inserto en las técnicas de “reproducción asistida” y en muchas píldoras “anticonceptivas”. Siempre puede aparecer un bien pagado señor de bata blanca que tranquilice las conciencias. Mucho “cristiano” bienpensante y mucho “progre” revolucionario votarán al partido del gobierno que nombra como cebo electoralista a un ministro empeñado en clonar a humanos. El mito cientificista vende.
Hay muchas formas de ser abortista y muchas formas de ser pro-vida. Lo importante es estar del lado de la vida, tanto en el pensamiento como en la acción, sin excesivas incoherencias. No es igual ser antiabortista que ser pro-vida, pues un real pro-vida no puede aceptar ningún atentado contra la vida y la dignidad humana. Pero la prensa hegemónica nos reduce a “antiabortistas”, como si el aborto fuera una preocupación monotemática. Sirven a su amo.
Si de verdad estás a favor de salvar las vidas del grupo humano más perseguido e indefenso de la tierra, el único al que sistemáticamente se le niega incluso su realidad y su dignidad humana, lo que al final de esta crónica te invito a considerar, es muy sencillo y práctico: ¿cuánto dinero y tiempo dedicas cada año a ayudar a embarazadas con riesgo de aborto provocado y a atajar las causas políticas del abortismo?. De momento estás invitado a ayunar por la vida.
http://www.camineo.info/news/204/ARTICLE/3440/2007-07-14.html