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Yo no voy donde el “loquero”

viernes, 7 de mayo de 2010

Yo no voy donde el “loquero”

Luis Fernando Córdoba Velásquez - Psicólogo elpulso@elhospital.org.co

En la consulta psicológica y psiquiátrica se escucha todavía con frecuencia, por parte de algunas personas, expresiones tales como: “A mi sí me habían dicho que viniera, pero es que yo no estoy loco”, “doctor, yo le dije que debería ir donde el psicólogo, y me dijo que eso es para locos”, “a mí no me mande donde el psiquiatra que yo no soy esquizofrénico”. Que valioso sería, que comprendiéramos que ni el psiquiatra ni el psicólogo son “loqueros”, y mucho menos, que todas las personas que asisten a consulta con estos profesionales están “locas”.
Esta concepción distorsionada y equivocada que se tiene de estos profesionales de la salud y de las personas que asisten a su consulta, nos acompaña desde hace muchos años y, si bien poco a poco se desvanece, todavía son muchos los que piensan de esa manera. Por ello, vale la pena insistir en el empeño de lograr que se tenga un concepto más acertado de quiénes son y de qué se ocupan estos profesionales.
Nos quedamos con la idea de que la atención psicológica o psiquiátrica sólo se realiza a personas con “severos” trastornos mentales o de comportamiento; incluso, que si se asiste a consulta, necesariamente se sale de allí medicado, con una serie de pastillas que duermen a la persona, la “emboban” y le crean dependencia, cuando la realidad en la mayoría de los casos es bien diferente.
Muchas de los pacientes que asisten a consulta con el psicólogo o el psiquiatra lo hacen porque tienen dificultades en su relación de pareja, en la crianza de sus hijos, en el trabajo, con sus jefes o compañeros; porque se sienten inseguros, presentan algún temor, quieren superar su timidez o aprender a controlar su ansiedad, porque han vivido una experiencia traumática y deben elaborar el duelo, porque sienten el deseo o la necesidad de ser escuchados, etc. En ninguna de estas circunstancias podemos considerar, y mucho menos afirmar, que se trata de psicópatas, esquizofrénicos, depresivos crónicos o suicidas, etc. Cualquier persona que presente una dificultad o un trastorno psicológico o psiquiátrico, sin importar cual sea, merece y debe ser tratada ante todo como lo que es: como un ser humano, como una persona, con respeto, con afecto, y por ninguna circunstancia se puede o se debe socavar con calificativos denigrantes su dignidad o la del profesional que lo atiende.
Es fundamental que los profesionales de la salud que nos desempeñamos en el campo de la psicología o la psiquiatría, asumamos en todo momento un profundo respeto frente a nuestros pacientes, sin aprovecharnos de su condición de vulnerabilidad o de angustia, lo que es condenable ética y, a veces, legalmente.
Es necesario que a través de nuestro desempeño profesional, de las actitudes que asumimos frente a las demás personas con las que nos relacionamos día a día, que mediante el lenguaje que utilizamos dentro y fuera de consulta, reivindiquemos nuestra profesión, y que además, contribuyamos al respeto de la dignidad de quienes buscan nuestra ayuda para que puedan hacerlo sin el temor de ser juzgados por ello, o, peor aún, estigmatizados como “locos” o “enfermos mentales”.
Es triste pensar que muchas personas que pudieran beneficiarse de un tratamiento psicoterapéutico o psiquiátrico, no lo acepten por temor de ser calificados de “locos”. Muchos otros, que asisten a consulta, se sienten forzados a mentir en su casa o en su trabajo; otros crean una atmósfera de misterio para despistar a los curiosos que buscan indagar sobre sus salidas periódicas sin que aparentemente haya un motivo para hacerlo. Algunos incluso le piden a la secretaria que asigna la cita, que por ningún motivo llame a su casa o trabajo para confirmar la asistencia a la consulta, o que si es necesario hacerlo, mejor diga que es una cita médica, pero que por ninguna razón, vaya a decir que es una consulta con el psicólogo o con el psiquiatra.
¿Acaso se trata de algo denigrante, indigno o deplorable? ¿Por qué no ocurre lo mismo cuando visitamos al odontólogo, al médico general o de alguna especialidad? Más aún, con relativa frecuencia observamos como se hacen campañas de prevención, se motiva a las personas para que cuiden su salud oral, para que se vacunen, para que se practiquen exámenes o chequeos médicos periódicos con el fin de prevenir enfermedades físicas, pero cuando se trata de la salud mental, terminamos pensando que eso es para “locos”. Es como si en esta área no fuera necesario hacer prevención, como si los tratamientos fueran un asunto vedado, bochornoso, algo que debe ocultarse para evitar sospechas, censuras y estigmas sociales. ¿Hasta cuándo vamos a continuar con esa visión equivocada que hace tanto daño, porque niega de cierta manera a muchas personas la posibilidad de recibir la ayuda de profesionales que lo único que desean es contribuir a que ellas logren una óptima realización de su vida y puedan disfrutar de una existencia más agradable, más sana y más plena?
NOTA: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-.

http://www.periodicoelpulso.com/html/mar05/opinion/opinion.htm

Nota

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Perfil

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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