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¿Médicos o cacharreros? Mercantilismo preocupante

viernes, 7 de mayo de 2010

¿Médicos o cacharreros? Mercantilismo preocupante

Ramón Córdoba Palacio, MD elpulso@elhospital.org.co

Debemos aceptar los cambios, más aún promoverlos, cuando hagan avanzar plenamente a la sociedad humana, pero vigilando siempre con especial cuidado que tras sublimes apariencias no se oculten mezquinos intereses, inconfesables apetitos de manipulación, de explotación de los seres humanos con el único fin de llenar las arcas sin fondo de unos cuantos. Infortunadamente han surgido en el área de la salud infinidad de programas en diferentes medios de comunicación -escritos, de radiodifusión, televisivos- que bajo el pretexto de ayudar a la salud de los colombianos sólo buscan la venta de productos elaborados o el prestigio de unos cuantos doctores que confunden su misión con la de cacharreros, que cazan así a ingenuos usuarios o clientes que sirvan de señuelo o directamente acrecienten el rédito para sus arcas.
Es deplorable y preocupante que programas aparentemente orientados a difundir conocimientos sobre el cuidado de la salud sean en realidad ratos de mercadeo de productos o de nombres de doctores que sin ningún pudor convierten su misión en la de vendedores de substancias que todo lo curan, que sirven en todo caso como nutrimentos milagrosos que pueden comprarse a buen precio si se llama ese día y a esa hora a determinado teléfono, en vitrina para exhibir al drama de unos cuantos que al final son instrumentos de propaganda sin darse cuenta de que el costo para ellos, para los pacientes, es la pérdida y explotación de su intimidad.
Mejor lo hacían los llamados, en épocas ya superadas, “culebreros”, que explotaban en curas milagrosas la grasa del oso, de la anaconda, o los extractos de la uña de la gran bestia y mil pomadas, ungüentos o bebedizos extraídos de exóticos orígenes y traídos desde el Amazonas. Aún recuerdo los golpes sobre la caja de madera que guardaba una asustadora culebra que el “culebrero” tomaba en sus manos y, a veces, la enrollaba en su garganta para mejor demostrar la fuerza de su “arte” y la confianza en sus productos curativos. Tenían, o mejor aún tienen porque todavía explotan su comercio, cierta gracia y decoro del que no hacen gala los actuales médicos cacharreros.
“Al caído caerle”, dice un refrán popular de honda sabiduría. A nuestra hoy desprestigiada profesión médica -gracias en gran parte al mercadeo a que la redujo la malhadada Ley 100- no le faltaba para acrecentar el menosprecio de la comunidad sino que aparecieran por todas partes magos generosos que revestidos de la noble capa de servicio a la comunidad, de difundir los progresos y buenos servicios del arte de curar, de enseñar conocimientos sobre el cuidado de la salud o dar a conocer los muy costosos recursos técnicos último modelo con que cuenta tal o cual entidad, dejen ver, al menos en la manera de presentar sus peroratas, su mezquino interés de rédito, los andrajos mercantilistas de su acción.
Y más preocupante y doloroso, es que a esta nueva modalidad promotora se hayan sumado médicos de renombre e instituciones que se han visto como modelos de seriedad, de cordura, que se miran como verdaderos orientadores de la sociedad en la defensa y la búsqueda del verdadero norte en la actividad médica.
¡Volvamos a ser médicos! Por favor no echemos más leña al fuego.
Para los lectores que no tuvieron la fortuna folclórica de presenciar la labor de un culebrero, me permito transcribir el significado que trae el “Nuevo diccionario de americanismos. Tomo I. Nuevo diccionario de colombianismos. Santa Fe de Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1993, p. 117: «Culebrero. m E- Vendedor de pomadas, ungüentos o tinturas, que exhibe culebras y pronuncia largos discursos para convencer el público circundante del poder curativo que tiene su mercancía»
Nota:
Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-.

http://www.periodicoelpulso.com/html/dic05/opinion/opinion.htm

Nota

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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