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La bioética y la idoneidad

viernes, 7 de mayo de 2010

La bioética y la idoneidad
Carlos Alberto Gómez Fajardo, MD - elpulso@elhospital.org.co

Así como avanza la generación de los conocimientos en diversas áreas, avanzan las exigencias académicas para afrontarlos con un sentido de la idoneidad profesional. Este hecho se aprecia en el inevitable proceso de especialización profesional que aconteció en el siglo XX en variadas áreas del saber. Tal fue la tendencia histórica en campos de acción como medicina, ingenierías, ciencias básicas, disciplinas sociales y humanas. La especialización fue un intento natural de afrontamiento de nuevas perspectivas educativas que debían llenar necesidades desbordadas por modelos cuyos elementos clásicos y humanistas de alcance “generalista” habían comprobado su validez para las épocas correspondientes. Pero llegaron nuevos retos, nuevos problemas, nuevas necesidades. Si acudimos a la definición del término “Bioética” en una de sus referencias bibliográficas de mayor peso académico (Encyclopedia of Bioethics, ed. 1995), podemos verificar que aquellas nuevas exigencias se encuentran sugeridas aquí:
“Estudio sistemático de las dimensiones morales -incluyendo visión moral, decisiones, conductas y políticas- de las ciencias de la vida y el cuidado de la salud, empleando una variedad de metodologías éticas en un espacio interdisciplinario”.
Se comprende que enfrentamos, desde el inicio del uso del término por van Rensselaer Potter en 1970, una nueva disciplina, con sus exigencias, su método racional y documentado, su tradición de conocimientos, sus raíces que se remontan a las más poderosas y antiguas corrientes filosóficas y humanísticas, con su correspondiente aspiración -exigencia de la ciencia- al rigor intelectual, al ansia de validez y universalidad de sus logros y a la interacción y crecimiento de los mismos en una dinámica de diálogo productivo, honrado e inteligente.
La característica de la interdisciplinariedad a su vez exige la integración fluida de conocimientos de las más diversas fuentes, áreas y especialidades. De dicha integración coherente, racional, comprensible, depende lo verosímil y acertado de los conceptos que van apareciendo en este campo. En realidad, como lo ha anotado certeramente José Luis del Barco, estamos ante el hecho de la “seriedad de la ética”. No caben la superficialidad o la intrascendencia diletante cuando a lo que hacemos referencia es al tema de la libertad, al sentido último de la existencia humana, a las nociones de solidaridad y de convivencia justa. No es banal el compromiso asumido ante las generaciones futuras con los desaciertos y aciertos de las decisiones y acciones actuales.
No todo lo que se “puede” hacer en el estado actual de las aplicaciones de la tecnociencia, en realidad se “debe” hacer, a la luz de la argumentación ética-racional. El poder hacer se encuentra coherentemente justificado siempre que promueva un Bien de alcance humano concreto, tanto en el aspecto individual personal como en el social.
Son complejos los problemas que atañen a esta disciplina. No sólo en el área de la bioética clínica, como consta al médico experimentado en la arena de los problemas diarios de su práctica, pues constantemente sus decisiones bordean los límites de la incertidumbre; son frecuentes aquellas decisiones ante las cuales son imprecisas e insuficientes las recomendaciones algorítmicas propuestas por la metodología “basada en evidencias”. Cuántas veces el plan terapéutico es modificado sustancialmente por la respuesta a esta pregunta: “¿Y dónde vive usted?”. Pocas respuestas al caso concreto puede dar la base de datos Cochrane.
Pero los problemas además trascienden. Hay que emitir juicios éticos fundamentados ante temas como la asignación justa de recursos en salud, las políticas sanitarias, el bioderecho, la investigación en humanos. Los problemas como los límites de la fragilidad del ser humano al inicio de la vida y al final de la misma (respeto por la vida del no nacido, cuidados paliativos, principio terapéutico, proporcionalidad en el uso de los medios terapéuticos, consentimiento) exigen respuestas sustentadas. Igual exigencia comprende a tópicos de gran alcance global: eco-bioética, cuidado del medio ambiente, protección y uso adecuado de recursos naturales, manipulación genética en agroindustria, demografía, diagnóstico genético aplicado a conceptos de control de riesgos o discriminación laboral y de protección de seguros, guerra biológica, manejo de información clínica sistematizada... El abanico de asuntos se abre ampliamente.
En la Bioética Fundamental han de considerarse temas que tocan la definición y alcance antropológico de las diversas visiones que se tienen sobre el problema del hombre y las dimensiones axiológicas, las escalas de valores y sus niveles de jerarquía y polaridad. Evaluar esto con conocimientos sólidos del “estado del arte” de las posibilidades brindadas por el “poder hacer” de la tecnociencia, no es terreno fértil para la improvisación.
Son tareas para las que se requieren personas calificadas, con idoneidad, es decir, como el diccionario lo define, con buena disposición, suficiencia o aptitud para asumirlas decorosamente.
La idoneidad -como un máximo nivel de exigencia intelectual y ética- es compatible con una profunda actitud de respeto ante la realidad, como lo concibe un pensador del siglo XX, Dietrich von Hildebrand. Aquí no concuerdan opciones de cinismo o de nihilismo. El respeto es la actitud de quien quiere ser fiel a la estricta realidad de las cosas. La actitud de respeto es madre de toda vida moral.
Nota: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética - Cecolbe-.

http://www.periodicoelpulso.com/html/oct06/opinion/opinion.htm

Nota

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Perfil

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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