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Siliconas y consentimiento

miércoles, 29 de julio de 2009

Siliconas y consentimiento
Autor: Carlos Alberto Gomez Fajardo

Esta podría ser la conversación, sostenida a media voz, en una clase de matemáticas, entre dos niñas de los últimos grados de secundaria:
-¿Y por qué no te has operado todavía? Ya varias del grupo lo hemos hecho. -Yo estoy esperando a cumplir los quince- responde la otra. Se refieren, casi sobra aclararlo, a la aplicación de prótesis mamarias de silicona. -¿Y qué dicen tus papás? La segunda calla, pues en ese momento la maestra, cejijunta, les señala en el tablero, enfáticamente, algo relacionado con una factorización. Claro que la respuesta sobra: en últimas, no importa lo que ellos, los padres, piensen. En los casos que conocen las dos chicas, queriéndolo o nó, los papás han terminado aceptando la cirugía estética de las adolescentes; además, estamos en épocas de cambio extremo y de “libre desarrollo de la personalidad.” Sólo un fanático intolerante se atrevería a cuestionar el derecho que asiste a cualquiera “a disfrutar y a ser feliz con su autoimagen”. Pese a lo anterior, podría ponerse en tela de juicio la totalidad de la teoría del “consentimiento libre e informado” en el caso de las menores de edad que son manipuladas, por complejas fuerzas externas, para ser convertidas en figurines de moda y en usuarias–consumidoras de un entendimiento parcial y equívoco del sentido y fin de la tecnología médica. El acto auténticamente libre supone la existencia de algunas condiciones: conocimiento, deliberación, ausencia de coerción y manifestación decidida de la voluntad en un sentido específico. Al menos algunas de aquellas condiciones no se dan (o se dan de modo imperfecto) en el caso de las adolescentes que exigen la cirugía en una dinámica de compraventa y que se someten a lo que les ofrezcan, de modo generoso y amable, algunos comerciantes mimetizados tras la fachada de una medicina altruista y técnicamente impecable, cosa que por otra parte, no es así, como lo atestiguan los casos fatales relacionados con el tema. Existe la tiranía de la moda. Cuando se da esto, el sujeto consumidor (“hombre masa”) actúa porque fuerzas superiores a él, (o a ellas, las niñas del diálogo en este caso) lo obligan a hacerlo. Hay que añadir el agravante de la minoría de edad, margen aceptado universalmente para un ejercicio “jurídico”. Ellas actúan -millones de adultos también lo hacen, y ésa es la idea del mercado- simplemente porque por ahí va Vicente, para donde va la gente. Son las fuerzas ocultas pero no invisibles del todo, de la manipulación de la mercadotecnia y de la mentalidad “light” que las conducen a “desear” un determinado, homogéneo y plástico modo de tener la parte anterior de sus cuasi infantiles troncos. Por otra parte, la formación de la voluntad (volición tendente) otro de los requisitos para que el acto sea auténticamente libre, requiere del ejercicio previo y constante de un hábito, producto de la práctica, el tiempo y la debida orientación. En el caso de menores de edad, aún no se han fortalecido y ajustado los mecanismos de la personalidad que permitan, en sentido estricto, enunciar con coherencia y solidez un concepto de virtud. Tiene vigencia actual que hace unos veintitrés siglos se hubiera escrito: “No sin razón el bien y la felicidad son concebidos a imagen del género de vida que a cada cual le es propio. La multitud y los más vulgares ponen el bien supremo en el placer, y por esto aman la vida voluptuosa.” Hay algunas preguntas que se podrían plantear en un escenario de democracia y libertad; necesitamos discernimiento. No sea que en esta ciudad lleguemos a ganarnos como ya lo dicen algunos, un mote que tiene mucho de cínico, de acusador y a la vez de cierto: “silicon valley”. Un valle de adolescentes voluptuosas, aún con evidente inmadurez intelectual y académica, convertidas en objetos pasivos de utilitarismo y de degradación de su condición personal y sexual. Esta pérdida del contexto humano –relacionada de modo específico con la sexualidad- puede conducir a la disolución de la persona. ¿Qué dirán sobre esto los padres que no están de acuerdo con la conducta comentada y al mismo tiempo, de su cuenta bancaria, hacen la transferencia correspondiente, a regañadientes?

http://www.elmundo.com/sitio/noticia_detalle.php?idcuerpo=1&dscuerpo=Sección%20A&idseccion=3&dsseccion=Opinión&idnoticia=3674&imagen=&vl=1&r=buscador.php&idedicion=76

Nota

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Perfil

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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