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La realidad no existe

miércoles, 29 de julio de 2009

La realidad no existe
Autor: Carlos Alberto Gomez Fajardo

Que la realidad no existe. Que la verdad es cuestión de acuerdo entre algunos, pareciera ser la idea que resume el pensamiento mayoritario de la Corte Constitucional con su erróneo fallo: según los magistrados no se incurre en delito de aborto en las comentadísimas tres circunstancias de las que hablan muchos en estos días, quienes saben de qué hablan y muchos otros que se creen originales cuando apenas repiten “slogans” y lugares comunes. Acudieron también los magistrados al equívoco lugar común de la “terminación del embarazo”, término lúcidamente criticado en nota memorable de Julián Marías.
No obstante, la lógica del ciudadano, sometido a las leyes de un sistema constitucional racional y ordenado, puede plantearle interrogantes sobre el mismo. A fin de cuentas, no es excepcional que se presenten las situaciones injustas convertidas en ley; desde Antígona la historia en esto es pródiga y a la vez trágica. Conocemos lo que sucedió en la civilizada Europa del siglo XX cuando bajo momentáneos imperativos ideológicos se decidió otorgar la categoría de “subpersona” a algunos. Puede parecer que dentro de las varias equivocaciones adjuntas a la despenalización, se niegan adicionalmente dos realidades: la realidad del derecho y la realidad de la vocación y de compromiso por la vida humana de la profesión médica. La realidad del derecho: si el derecho corresponde a la aplicación cierta de la justicia, es su tarea otorgar a cada cual lo suyo. Hoy sucede que a unos pocos ( y a “unas” pocas) fuertes y vociferantes, se les otroga el derecho de eliminar a otros, quienes son en cambio, silencioso e inocentes. Resulta tortuoso tratar de comprender como tan alta corte hace coincidir su opinión sobre la negación del derecho a la vida de los no nacidos (seres humanos, pertenecientes a la especie) con el artículo 11 de la Constitución: “el derecho a la vida es inviolable”. Los magistrados no han demostrado científicamente, ni podrán hacerlo, que el no nacido no pertenece al género humano, razón de ser de la preocupación del derecho. Han reducido el derecho a una reunión de personas que se pone de acuerdo sobre algo –sus razones tendrán- pero sin importarles si tal acuerdo se ajusta o no a la realidad. La otra grave negación en que incurren es en la del “ethos” de la profesión y del “ars médica”. Ahora, apoyándose en un tecnicismo legal, la medicina es instrumento de aniquilación y muerte selectiva, según los intereses, deseos y solicitudes de terceros. También es pródiga la historia en ejemplos de las aberrantes profundidades de deshumanización a que es capaz de llegar una sociedad hipnotizada con el poderío de la tecnociencia pero que desplaza el horizonte antropológico en dirección del utilitarismo que apenas ve en algunos humanos unos seres de categoría intercambiable o estorbos, según determinados vaivenes existenciales y circunstanciales. El concepto de la Corte Constitucional se opone a lo que son las evidencias ante quien tiene la disposición de contemplar la realidad humana con la actitud que se merece: respeto y objetividad. Mucho más cuando el tema tiene que ver con el sentido fundamental de las relaciones entre los miembros de una colectividad que se someten, voluntaria e inteligentemente, a la fuerza y a la lógica del derecho.

http://www.elmundo.com/sitio/noticia_detalle.php?idcuerpo=1&dscuerpo=Sección%20A&idseccion=3&dsseccion=Opinión&idnoticia=20876&imagen=&vl=1&r=buscador.php&idedicion=261

Nota

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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