En busca de la inmortalidad
Algunos científicos creen que en un futuro no tan lejano la gente podría vivir por siglos, lo que cambiará drásticamente la civilización.
Vivir para siempre. Ese sueño inmemorial de la humanidad, que para algunos suena a pesadilla, podría estar en el horizonte. En el mundo aparecen cada vez más investigaciones sobre lo que será la longevidad en el futuro más o menos cercano. Y aunque parece haber consenso acerca de que la vida humana tiende a prolongarse, no lo hay acerca de por cuánto tiempo. Mientras los investigadores más conservadores creen que en este siglo la expectativa de vida podría llegar a los 100 años, también hay quienes piensan que la humanidad está a punto de derrotar a la muerte.
Raymond Kurzweil tiene 60 años, pero sus pruebas médicas indican que desde el punto de vista biológico, tiene 39. Él es un reconocido científico y futurista estadounidense que además de su laureado trabajo en inteligencia artificial y computación, está obsesionado con vivir indefinidamente. Ya dio el primer paso al superar su propia expectativa de vida, que no pasaba de los 50 años, debido a que tanto su padre como su abuelo murieron prematuramente a causa de diabetes tipo II. Kurzweil, hasta ahora, no presenta manifestación de esta ni de ninguna enfermedad relacionada con la edad.
'Mister eternity' o el 'Señor eternidad', como se le conoce, ha logrado esto gracias a rutinas de ejercicio de bajo impacto, como caminatas y bicicleta; poco estrés, meditación y una dieta baja en calorías que incluye 10 vasos de agua alcalina, 10 tazas de té verde y 150 complementos vitamínicos diarios. Algunas copas de vino tinto y transfusiones intravenosas de cocteles químicos semanales complementan la receta. Con todo esto busca reprogramar la química de su cuerpo con antioxidantes que combatan el efecto nocivo de los radicales libres y el envejecimiento celular. Su meta es permanecer vivo el mayor tiempo posible hasta que la ciencia sea capaz de prolongar radicalmente la vida humana.
Según Kurzweil, esto deberá ocurrir a mediados de este siglo y vendrá de la mano de la aplicación de la nanomedicina, en la que los nanobots (robots más pequeños que una célula) podrán reparar cualquier daño celular, molécula por molécula. Y si todo eso falla, el 'señor eternidad' tiene un plan B. Si muere, su cuerpo será trasladado a Alcor Life Extensión Fundation, una de las principales organizaciones de criopreservación en el mundo, para que mantengan su cuerpo vitrificado a -129 grados centígrados, hasta que la tecnología del futuro pueda devolverlo a la vida completamente sano.
Si bien hace unos años estas ideas podrían parecer descabelladas, hoy son objeto de un febril debate entre los científicos. Todo porque la experiencia de la vejez ha cambiado por el aumento del promedio de la expectativa de vida, sobre todo en los países desarrollados. En Grecia y Roma clásicas, así como durante toda la Edad Media, la mayoría de gente moría entre los 20 y los 30 años. En el siglo XX esas tasas mejoraron con los servicios sanitarios y el desarrollo de vacunas y medicinas. Actualmente, el promedio de vida planetario es de 66 años, según datos del Banco Mundial, incluso contando a países como los subsaharianos, en donde la expectativa de vida es muy baja.
Hoy la humanidad envejece a un ritmo nunca antes visto en la historia y se espera que siga haciéndolo cada vez más. A modo de ejemplo, Jay Olshansky, demógrafo y biogerontólogo de la Universidad de Chicago, ha predicho que para mediados de este siglo China e India van a tener más de 300 millones de ancianos. Para 2050, casi 2.000 millones de personas en todo el globo tendrán más de 60 años. Esto trae consigo problemas como los de las cargas pensionales y los presupuestos destinados a brindar cuidados médicos a una población que podría vivir discapacitada durante varias décadas. Para ilustrar el problema, en un artículo publicado por la revista The Scientist, en 2006, Olshansky y un grupo de investigadores tomaban como referencia el alzheimer, una enfermedad ligada con el envejecimiento. Según sus proyecciones, para 2050 habrá 45 millones de personas con este padecimiento en el mundo. En términos económicos, el informe decía que "el impacto de esta sola enfermedad será catastrófico".
Por eso, para Olshanky y otros científicos, es imperativo que esa larga vida también sea sana. Como le dijo a SEMANA, "la mayor parte de las investigaciones que se están haciendo pretende extender el período de vida sana, y es difícil imaginar a alguien que encuentre un argumento razonable contra esta visión". Olshansky dice que cuando la gente pueda prolongar su tiempo de vida sana, eso traerá dividendos económicos tanto para las personas como para las naciones. La gente estaría más tiempo en la vida laboral y usaría los sistemas de salud por un lapso más breve.
Guerra contra la vejez
Hasta el momento no existe tratamiento que pueda parar, revertir o detener el envejecimiento, pero la comprensión que hoy se tiene del proceso ha sembrado el optimismo. Para los expertos, la vejez se entiende como la acumulación de daños moleculares que afectan el funcionamiento de células, tejidos y órganos. Esto hace que la gente sea más vulnerable a dolencias como cáncer, mal de Alzheimer, diabetes y enfermedades cardiovasculares, entre otras. También provoca características como la pérdida de masas muscular y ósea, deterioro auditivo y visual y falta de elasticidad en la piel.
Esta acumulación de daños viene de muchas fuentes, incluidos algunos procesos que en la juventud sostienen la vida. Por ejemplo, cuando las mitocondrias -algo así como las centrales eléctricas de las células- generan energía, al mismo tiempo producen moléculas oxidantes y destructivas conocidas como radicales libres. Casi todo este daño se repara, pero no en su totalidad, y con los años la acumulación acaba con las mitocondrias y causa la muerte celular. Lo mismo pasa con los telómeros. Estos están en los extremos de los cromosomas y su función es mantener la estabilidad de los genes. Son comparables a los capuchones de plástico que están en los extremos de los cordones y que mantienen juntas las hebras. Después de cada ciclo celular se van desgastando, hasta que pierden su función protectora y las células dejan de reproducirse y mueren.
La biogerontología ya no sólo describe procesos de envejecimiento como la muerte celular o el acortamiento de los telómeros o los radicales libres, sino que está centrada en poder manipular el funcionamiento celular en el cuerpo. El biogerontólogo inglés Aubrey de Grey, tal vez uno de los más controversiales y célebres estudiosos del tema (ver entrevista), ha reconocido siete tipos de envejecimiento que tienen que ser combatidos al mismo tiempo para lograr extender radicalmente la vida. Todos están en el nivel celular y, según De Grey, son reparables con los avances en medicina genómica y regenerativa.
La creencia de que la senectud es un proceso fijado por la evolución y que es inmutable ya es tenida como errónea. Algunas pruebas en células, muestras de tejido y animales han mostrado cierto éxito, pero no han logrado prolongaciones importantes de vida. Por otro lado, al menos un fármaco ha reversado algunos aspectos del envejecimiento en grupos de control, pero la fórmula para detener integralmente la ancianidad todavía no existe.
Sin embargo, hoy la controversia no gira en torno a si la humanidad va a vivir más, sino cuánto. Olshansky es conservador al afirmar que "aunque hay razones para creer que los científicos desarrollarán la manera de demorar el envejecimiento, me sorprendería si la expectativa de vida excede los 90 años en este siglo".
Algunos van más lejos. El especialista Alex Zhavoronky, de la Biogerontology Research Foundation del Reino Unido, le dijo a SEMANA que "en mi opinión, incluso al ritmo actual de los avances científicos y clínicos, podremos vivir más de lo que los analistas predicen. Tengo pocas dudas de que dentro de nuestra generación habrá individuos que vivirán más de 150 años". Según eso, casos como el de la francesa Jeanne Calment, quien vivió de 1875 a 1997 y tiene el récord de longevidad verificable, con 122 años, dejarían de ser excepcionales.
Michael Fossel, PhD en neurobiología de la Universidad de Stanford y miembro de la junta directiva de Maximun Life Fundation, que busca estrategias médicas para contrarrestar el envejecimiento, piensa que "probablemente ya estamos en capacidad de prolongar la vida. Creo que seremos capaces de demostrarlo y alcanzar una amplia aceptación de médicos y el público general en la siguiente década. Probablemente podremos alcanzar períodos de vida sana en el rango de varios siglos".
Hacia una nueva sociedad
Sólo es posible especular sobre implicaciones que podrían traer para la sociedad la longevidad y, aun más, la inmortalidad. Fossel piensa que la mayor preocupación es que se desestabilicen muchos de los fundamentos culturales de la humanidad. "Los impactos sociales podrán ser más dramáticos que en cualquiera de los anteriores cambios en la historia, con excepción, tal vez, de la agricultura", dijo a SEMANA.
En caso de que las personas alcancen un modesto promedio de vida de 120 años, a los 60 estarían en la mitad de su vida y podrían tomar decisiones como iniciar una nueva carrera universitaria o aprender un nuevo idioma. Transiciones como la de pasar de la adolescencia a la madurez se aplazarían aun más y los más ancianos conocerían a sus nietos, bisnietos y tataranietos.
Sin embargo, la sobrepoblación y el agotamiento de los recursos traerían grandes problemas y los debates éticos, religiosos y ecológicos serían interminables. Tampoco es seguro que la gente quiera dedicarse a trabajar más de 100 años o vivir más de 200. Sólo hay que pensar en el vértigo que produciría casarse en el momento en que un sacerdote selle la unión con un irónico "hasta que la muerte los separe".
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"Viviremos ilimitadamente"
Aubrey de Grey es tal vez el más famoso de los biogerontólogos del mundo. Estudió computación y biología en Cambridge y a sus 44 años, su presencia excéntrica le confiere ese halo que distingue a los genios o a los locos. Sus trabajos le han granjeado tanto enemigos como admiradores, pero lo que nadie le niega es que ha sido la persona que más ha logrado darles visibilidad a los estudios sobre la vejez. La Fundación Matusalén, que preside, recoge millonarias donaciones cada año. Esto le dijo a SEMANA.
SEMANA: ¿Cuándo y por qué empezó a preocuparse por el tema de la longevidad?
Aubrey de Grey: Entre 1994 y 1995 empecé a darme cuenta de que la mayoría de los biólogos no veían el envejecimiento como un problema importante. Me di cuenta de que tenía que volverme biólogo si quería cambiar eso.
SEMANA: En términos simples, ¿cómo envejecemos?
A.G.: El envejecimiento del cuerpo humano es muy similar al de máquinas como carros o aviones. Daños microscópicos ocurren como un efecto secundario natural e inevitable del normal funcionamiento de la máquina. Eventualmente este daño llega a un nivel que hace que la máquina deje de funcionar como antes y finalmente pare del todo.
SEMANA: ¿Dentro de cuánto tiempo cree que podrá lograr un alargamiento significativo de la extensión de la vida?
A.G.: Creo que tenemos el 50 por ciento de posibilidades de alcanzarlo dentro de unos 25 años. Creo que hay al menos un 10 por ciento de oportunidades de que no lo alcancemos incluso en 100 años. Pero, el 50 por ciento es suficiente para seguir luchando.
SEMANA: Según la Biblia, Matusalén vivió 969 años. ¿Cuánto tiempo logrará vivir una persona en el futuro?
A.G.: No hay límite. Una vez que podamos reparar y mantener el cuerpo humano completamente, las únicas cosas que harán que los humanos mueran serán aquellas por las que incluso los más jóvenes pueden morir, como los accidentes.
SEMANA: En un mundo sobrepoblado, ¿está seguro de qué es buena idea extender la vida de las personas?
A.G.: ¡No!, pero creo que sí es buena idea darle a la sociedad la posibilidad de escoger. Tenemos la obligación moral de desarrollar estas terapias tan pronto como podamos para que las futuras generaciones decidan entre no usarlas, y de ese modo mantener las altas tasas de muerte actuales; o usarlas y tener menos hijos para evitar la sobrepoblación.
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En busca de la inmortalidad
domingo, 23 de agosto de 2009
Etiquetas:
EXPERIMENTACIÓN
Publicado por
Beatriz Campillo
en
13:36