Aborto, Eutanasia y sexo seguro
Recetas socialistas para la no-crisis
"Resulta asombroso, pero el presidente del gobierno cree sinceramente –vamos, está absolutamente convencido– de que no estamos atravesando una crisis económica de las que hacen época y a punto de entrar en recesión."
Pablo Molina
Los que piensan que la estrategia de zapatero de no pronunciar la palabra crisis es sólo una artimaña de cara al populacho están muy equivocados. Resulta asombroso, pero el presidente del gobierno cree sinceramente –vamos, está absolutamente convencido– de que no estamos atravesando una crisis económica de las que hacen época y a punto de entrar en recesión. Increíble, sí, pero cierto. Porque ni siquiera un socialista es capaz de aparecer en la tribuna del congreso y fingir un optimismo absurdo en las circunstancias actuales como hizo Zapatero el miércoles pasado. Si el peor comienzo para solucionar un problema es negar su existencia, dibujar un contexto incompatible con la realidad es la garantía inequívoca de que todo lo que está mal va a seguir empeorando hasta llegar a la catástrofe absoluta.
En cierto modo, Zapatero tiene una excusa para insultar a la inteligencia del español medio con su empeño en negar la evidencia de la recesión actual. Y es que el grueso de los referentes intelectuales y mediáticos que manejan la voluntad de los votantes socialistas va a poder sobrellevar esta crisis de forma confortable, pues en la inmensa mayoría de los casos sus sueldos no dependen de las decisiones comerciales de los ciudadanos en régimen de competencia. Profesores universitarios, altos cargos del PSOE, liberados sindicales, funcionarios del canon y artistas subvencionados tienen las habichuelas garantizadas así acabemos como Argentina y su corralito. Sus sueldos dependen exclusivamente de la voluntad del Gobierno y no van a ser ellos quienes pongan en duda las consignas del PSOE.
El Partido Socialista Obrero Español se mantiene como referente de la clase obrera simplemente porque ésta odia más a la derecha de lo que desprecia a los dirigentes socialistas y, en muchos casos, prefiere hundirse con los suyos a remontar el vuelo de la mano del adversario. Pero hasta ellos saben que el PSOE actual no es más que una organización pequeño-burguesa destinada a defender el negocio de los instalados en el presupuesto y el favor estatal, a cambio de subvencionar a los ociosos y los lobbys de izquierdas para callarles la boca.
En el inminente congreso socialista tampoco se hablará de crisis. A cambio, los temas que suscitan el mayor interés de los delegados y que centrarán la mayor parte de los debates van a ser la eutanasia, el aborto y, pásmense, la lucha contra el mobbing. Al menos en esto último son consecuentes. Al ritmo actual de destrucción de nuestra economía, en unos meses no habrá apenas empleados a los que acosar.
Pablo Molina es miembro del Instituto Juan de Mariana.
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