Diario Las Americas
Publicado el 10-06-2007
Los políticos y el aborto
Por el Rev. Martín N. Añorga
A partir del momento en que la Corte Suprema de los Estados Unidos legalizó el aborto el 22 de enero del año 1973, la política en la nación se internó definitivamente en un campo al que hasta entonces se le había prestado poca atención.
El aborto se convirtió en un polémico tema de campaña. Recordamos que apenas dos años después del veredicto en el caso Roe vs Wade, el senador republicano Bob Dole atacó a su oponente en la justa senatorial, el Dr. William R. Roy un prestigioso ginecólogo, acusándolo de haber practicado un aborto. Ese ataque le permitió al senador Dole obtener la victoria aunque por escaso margen, dada la calidad de su oponente. Este fue el antecedente de lo que hasta hoy es práctica común en las contiendas electorales, incluidas de forma intensa las que tienen que ver con la presidencia de los Estados Unidos.
El Partido Republicano ha incorporado una declaración antiaborto en su plataforma política, demandando que los derechos de los niños no nacidos sean protegidos por la Constitución. Durante las elecciones de los años 1992 y 1996 el Partido fortaleció su posición pro vida para mantener el apoyo de la Coalición Cristiana, algo que en los más recientes años ha ido perdiendo preponderancia.
La Coalición Cristiana, organización de defensa de la ética cristiana en la política, está integrada por grupos conservadores que incluyen a los cristianos fundamentalistas, evangélicos, neo evangélicos, carismáticos, católicos romanos y miembros de las iglesias protestantes históricas. Aunque ha mermado en su número de adherentes todavía ejerce influencia sobre la posición de los aspirantes a puestos electivos, de manera específica en cuanto al aborto se refiere.
La Iglesia Católica, debido a su monolítica estructura de gobierno, ha sido más firme y consistente en relación con los políticos y el aborto. El Cardenal Theodore E. McCarrick, Arzobispo de Washington D.C., lo demuestra con esta declaración fechada el 13 de mayo del 2004: "los políticos católicos que no sean defensores de la posición Pro-Vida deben abstenerse de participar del Sacramento de la Eucaristía". Por su parte el Cardenal Dulles, profesor de Religión y Sociedad de la Universidad de Fordham compartió con Zenit, la página cibernética de información oficial de la Iglesia Católica, esta afirmación: "los políticos católicos tienen que defender la vida humana, proteger los sacramentos, respaldar las enseñanzas de la Iglesia y oponerse irrestrictamente a la práctica del aborto".
Thomas Wenski, obispo auxiliar en Orlando, Florida, y muy respetuosamente conocido en nuestra comunidad, publicó el 3 de mayo del 2004, en una comunicación pastoral una nota en la que compara la posición de algunos políticos católicos, que personalmente se oponen al aborto; pero se abstienen de hacer hincapié en tal convicción, como Poncio Pilato, que dijo oponerse a la crucifixión de Jesús, pero lo que hizo fue lavarse las manos.
Muchos votantes de hoy día están interesados en conocer la afiliación religiosa de los candidatos en cuyo favor quieren ejercer el sufragio. Tal información está disponible, porque un aspirante político no quiere dar la impresión de que es ateo o agnóstico. Probablemente nosotros, los que votamos, alentamos la idea de que un político honesto debe actuar de acuerdo con sus convicciones religiosas.
Es de todos conocido que John F. Kennedy, el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos fue el primer católico en conquistar la Casa Blanca. Hoy tenemos, entre los republicanos aspirantes a la nominación presidencial nada menos que tres que se profesan como católicos. Son ellos Sam Brownback, Rudolph Giuliani y George Pataki. Los Demócratas no se quedan atrás, con cinco candidatos que se declaran católicos: Joe Biden, Christopher Dodd, Dennis Kucinich y Bill Richardson.
A los aspirantes a la nominación presidencial, en debates y en entrevistas se les formulan preguntas relacionadas con la guerra en Irak, la seguridad nacional, el sistema de salud, los impuestos y la estabilidad de la economía. Es interesante que hoy se añadan, además, dos temas: el aborto y el calentamiento global.
Entre los republicanos hay prácticamente un consenso a favor de la preservación de la vida de los no natos. Brownback, por ejemplo, cree que "la vida comienza en el momento de la concepción", y ha sido copartícipe de la ley "Unborn Child Pain Awareness (Act S.51), y, por supuesto, se opone totalmente a toda clase de aborto. Newt Gingrich es de la misma opinión, y ambos han recibido el reconocimiento del Comité Nacional de Defensa del Derecho a la Vida.
Rudolph Giuliani es una excepción a la regla. En cierta ocasión declaró al New York Newsday que "si fuera necesario le daría dinero a su hija para que se le practique un aborto". Siendo alcalde de Nueva York proporcionó fondos a mujeres de bajo recursos para que pudieran pagar los gastos implicados en los abortos. Se ha definido a sí mismo como totalmente opuesto a cualquier intento de declarar ilegal el aborto. Lo curioso es que a pesar de esta sumamente liberal posición de Giuiliani, las encuestas le favorecen numéricamente, lo que ha llevado a muchos a creer que la importancia que los electores les dan a las ideas religiosas de sus candidatos no es tan determinante como se creía.
El caso de Mike Huckabee es único, ya que se trata de un pastor bautista del sur debidamente ordenado. Su libro "Quit Digging Your Grave With a Knife and Fork" lo ha dado a conocer como un hombre de un estilo de vida saludable y metódico. "Yo soy Pro-Vida hasta el tuétano de mis huesos", ha dicho, y ha reiterado que cree que es necesaria una enmienda constitucional que defina la vida de acuerdo con la doctrina judeocristiana.
Hay otros candidatos que se oponen con ciertas limitaciones a la práctica del aborto. John McCain, por ejemplo, lo acepta "en casos de violación, incesto o cuando sea necesario para preservar la vida de la madre", y Mitt Romney, reconocido mormón, que se declara Pro-Vida, afirma que como gobernante no se inmiscuirá en los procesos para cambiar las leyes vigentes relacionadas con el aborto. Las leyes no obligan a que una mujer se haga un aborto. Lo que hay, pues, que hacer, es enseñarla a que decida respetar la vida.
A muchos les llama la atención la posición asumida por John Tancredo, el aspirante presidencial más radicalizado en la aplicación de normas restrictivas para el control nacional de la inmigración en el país, porque el congresista de Colorado es, al mismo tiempo, un furibundo defensor del Derecho a la Vida.
El senador Fred Thompson, el más reciente aspirante que se ha sumado a la lista de candidatos a la nominación presidencial republicana, es un hombre que profesa, como muchos de nosotros, "una religión a su manera". El se declara afiliado a la Iglesia de Cristo en América y mantiene fuerte conexión con un movimiento de restauración espiritual que promueve el auto mejoramiento personal como clave para el buen éxito. Thompson afirma oponerse a la práctica liberal del aborto, estimando que son necesarias medidas de control bien definidas y aplicadas.
Hay quienes dicen que entre los republicanos no hay mucho dónde escoger a la hora de adjudicar el voto. Este esquema de pensamiento pudiera también aplicarse a los demócratas, de los que hablaremos en otra ocasión. El hecho, sin embargo, es que hay candidatos maduros, acogidos a ideas cristianas y conservadoras. Entre estos debemos escoger quien merece nuestro voto.
Un voto bien dado es un voto que cobra muy alto valor. Sepamos por quién y porqué votamos y de esa manera contribuiremos al futuro mejor para esta gloriosa tierra en la que vivimos.
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