No todo lo que brilla es oro
Ramón Córdoba Palacio, MD - elpulso@elhospital.org.co
La historia de todos los tiempos nos enseña muchos personajes que se destacan en diferentes épocas, cuyas imágenes en bronce perpetúan sus ejecutorias, aún cuando no siempre sean modelos de bondad, de verdadero bien para el género humano, para el ser humano como individuo o como comunidad. Y si hiciéramos un balance, quizás tendríamos que aceptar que son muchas menos las que nos recuerdan y conmemoran la existencia de personajes que sí llevaron a cabo acciones de Bien, acciones que realizaron en su momento y que continúan haciendo bien a la persona humana individual y al género humano en general.
Frente al conocimiento del común de las gentes sobre Nabucodonosor, Herodes, Atila, Gengis Kan, Nerón, Diocleciano, Stalin, Hitler, etc., y sus respectivas imágenes -actuales o pretéritas-, ¿cuánto se conoce? Y, ¿cuántas imágenes -también actuales o pretéritas- de Francisco de Asís, Pasteur, Alexander Fleming, Miguel de Cervantes, Maimónides, Edward Jenner, Christian Neethling Barnard, Mozart, Antonio Vivaldi, del Greco, Diego de Silva Velásquez, Omar Rayo, Fernando Botero, Tomás Carrasquilla, Rafael Pombo, Marco Fidel Suárez, Miguel Antonio Caro, Manuel Uribe Ángel, Alejandro Echavarría, etc., y cuya lista podría extenderse? Estoy seguro que muchos de ellos son desconocidos y que han merecido, no obstante su obra humana y humanitaria, el reconocimiento sólo de unos pocos.
Sí, no todo lo que brilla es oro. Se puede pasar al recuerdo de la humanidad por acciones reprobables desde todo punto de vista, como lo atestigua la historia, porque un grupo aunque pequeño -dadas los intereses particulares y los vientos culturales que predominen-, exalta como modelos a quienes han transitado por caminos de sangre, de desprecio a la dignidad del ser humano, pero que adquieren fama por su osadía, a veces por su desvergüenza. Personajes o personalidades que se convierten en hitos culturales o históricos pero cuyas actuaciones no podemos aconsejar como ejemplos para imitar si luchamos en defensa de la dignidad incondicional del ser humano, de todos los seres humanos y de cada ser humano, sin discriminación del período de desarrollo, de raza, de sexo, de credo político o religioso, desde la concepción hasta la terminación natural de sus recursos vitales.
No todo lo que brilla es oro y, más grave aún, es que el brillo del oropel puede ser tan deslumbrante que oculte el pobrísimo acervo de ideales humanos nobles que ostenta el paradigma -ejemplo o ejemplar- que se nos propone como hito cultural, como hito histórico para la humanidad.
Antes de aceptar lo que se nos propone como ejemplo, es necesario reflexionar y elegir entre el brillo del oropel y el brillo del verdadero oro.
Sí. No todo lo que brilla es oro.
Nota: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-
http://www.periodicoelpulso.com/html/0710oct/opinion/opinion.htm