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La noción de soberanía

jueves, 30 de julio de 2009

La noción de soberanía
Autor: Pedro Juan González Carvajal

Pasaron varias centurias antes que el Estado Moderno Occidental hiciera su aparición en Europa y luego se trasladara a América, evolución que aun cuando transcurrió en un período de tiempo más o menos común, estuvo influenciado por las condiciones propias de cada grupo humano, de cada grupo social, de cada sociedad política, de cada nación en particular.
Se reconoce que el Estado Moderno está configurado por tres elementos, que son: la capacidad de mando, el poder que se tiene sobre un grupo humano, la población, que se encuentra ubicada en un mismo escenario geográfico, el territorio. Que este Estado Moderno es reconocido, pues es capaz de concentrar en él un mayor poder que el de los otros poderes existentes, las corporaciones, lo cual permite su pleno despliegue de capacidades. Una de las condiciones propias de un verdadero Estado Moderno, es el pleno ejercicio de la soberanía, que adquiere la connotación de autoridad suprema, de poder supremo que posee el Estado, que dicho de otra forma, en palabras sencillas, consiste en la capacidad del Estado de tomar decisiones sin la interferencia de ningún agente interno o externo. En su momento, una muestra evidente de Soberanía era que el territorio perteneciente a un Estado, estaba plenamente protegido y sus fronteras estaban seguras. En el mundo virtual actual, la noción de frontera es reemplazada por el de umbral, y la Soberanía no se asocia solo a lo físico, si no sobre todo al ejercicio pleno de las capacidades que posee un Estado en beneficio de sus asociados, sin tener en cuenta y menos privilegiar, intereses diferentes, internos o foráneos. Lamentablemente existen Estados con pleno ejercicio de su Soberanía, y Estados, como el nuestro, con ejercicio limitado de su Soberanía. El derecho internacional reivindica la obligación que tienen los Estados por defender su territorio de incursiones no autorizadas por parte de terceros, sean ellos, personas o Estados. El derecho internacional avala el hecho de que un Estado con una adecuada conciencia y compromiso de Estado, y obviamente con una capacidad militar apropiada, derribe los aviones que violen su espacio aéreo, hunda los barcos que violan su mar territorial, elimine o capture a las fuerzas extrañas que se asientan en su territorio sin autorización, corte los cables submarinos que se desplieguen sin permiso sobre sus costas, entre algunos de los casos debidamente tipificados. Pero además, la Soberanía de un país se viola cuando el Estado que es el representante de los intereses de la nación, es obligado por otro a asumir posturas contrarias a su parecer, a sufrir coacciones en caso de no respaldar sus propósitos, a ser calificado de manera arbitraria con respecto al cumplimiento o no de las formas de actuación aceptadas por el Estado que sí sabe ejercer el Poder y que ejerce su Soberanía a costa de las Soberanías de los otros Estados, todo esto agudizado cuando existe por parte de un Estado, propensión a desarrollar actitudes genuflexas. Mientras se lee este artículo, ¿cuántos barcos están pescando en nuestros mares sin acuerdos previos? ¿Cuántos submarinos se asientan en nuestros mares? ¿Cuántos aviones y satélites registran nuestro territorio sin autorización? ¿Cuántas ayudas o préstamos se condicionan por efecto de la lucha contra las drogas o la violación de los derechos humanos? ¿Cuántos aranceles se suben o se bajan con el fin de favorecer o desfavorecer a un gobierno? Resulta preocupante que en los albores del Siglo XXI todavía el Estado colombiano tenga discusiones con algunos países por el tema de fronteras, tanto terrestres como marítimas. Es necesario que prontamente y de manera civilizada nos acerquemos a estos países con quienes tenemos diferencias y de manera creativa logremos sacar adelante estas dificultades que son normales entre grupos humanos cuyos intereses territoriales se tocan. De no hacerlo, sería dejar sentadas las bases para que intereses de gobiernos en dificultades prevalezcan sobre los intereses de sus naciones y se embarquen en aventuras desafortunadas que podrían terminar en conflictos armados. Así mismo, Colombia debe asumir la responsabilidad plena de lo que sucede entre los grupos armados por fuera de la ley y las fuerzas armadas constitucionales. No podemos continuar permitiendo que se nos reconozca como malos vecinos, que afectamos la tranquilidad de los países con los cuales compartimos fronteras. Es parte de la representación histriónica originada en la poca gobernabilidad que evidencian los países andinos, los reclamos permanentes de la República del Ecuador ante las constantes involuntarias o voluntarias incursiones del Ejército y la Policía en su espacio aéreo y territorial. En vez de tantos reclamos, los unos ciertos y los otros por comprobar, Ecuador como cualquier Estado en pleno uso de su Soberanía, podría derribar cualquier artefacto extranjero que estuviera violando su espacio aéreo. El derecho internacional lo respaldaría, así como también lo enjuiciaría en caso que finalmente el aparato cayera fuera de su frontera. El mundo requiere conciencia global y Estados maduros.

http://www.elmundo.com/sitio/noticia_detalle.php?idcuerpo=1&dscuerpo=Sección%20A&idseccion=3&dsseccion=Opinión&idnoticia=16359&imagen=&vl=1&r=buscador.php&idedicion=213

Nota

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Perfil

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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