La geopolítica del miedo
Autor: Pedro Juan González Carvajal
Los poderes que en el mundo han existido y sobretodo, han podido ejercer el poder, se han armado de un sinfín de estrategias con el fin de asegurar el apoyo o la resignación de aquellos que son el objeto de la aplicación del poder, ya sean ellos esclavos, siervos, ciudadanos, o simplemente humanos de cualquier tipo, a quienes hay que dominar para que no se interpongan y no interfieran en el avance de los propósitos de los dueños temporales del poder.
El tener objetivos comunes, el responder a una agresión, el desarrollar un proyecto específico, entre otras varias de posibilidades, servirá de argumento o de excusa, para tratar de “organizar” a los humanos de turno. Lamentablemente, la historia escrita por los historiadores de marras, se ha encargado de no dejar ver los períodos felices de la humanidad, a quien siempre se retrata en medio de conflictos de cualquier índole, donde no es si no que se supere alguno de ellos, para que inmediatamente aparezca otro, también de cualquier tipo. Pareciera que George Orwell en su libro 1984, con el Gran Hermano, hubiera reflejado la historia de la dominación, alrededor del miedo y del temor, lo que empleado sistemáticamente, daría paso a la aparición de una Geopolítica del miedo. Recordemos que el miedo se produce por un sentimiento de inquietud causado por un peligro real o imaginario, que finalmente se consolida en una sensación de inseguridad que desde lo individual se torna colectivo. A través del tiempo y con propósitos diferentes, todas las instituciones que en el mundo han sido, se han apoyado en el miedo para sacar adelante sus objetivos: las instituciones religiosas y su invención del pecado, el premio y el castigo, las instituciones políticas y su invención del delito, lo correcto y lo incorrecto, las instituciones educativas y su invención del saber, lo apropiado y lo inapropiado, las instituciones económicas y su invención del trabajo, lo productivo y lo improductivo, entre otros varios ejemplos. En medio de esta variedad de referentes cuasi-obligatorios, aparece la supresión o la restricción de libertades como un mecanismo apropiado desde la dialéctica, para que el humano pueda ejercer su libertad. La noción de enemigo, aparece y es reforzada para justificar la propia existencia de los “defensores de las libertades”, de cualquier época y lugar. El enemigo es primero el opositor del dios de turno y será llamado el maligno, o alguna referencia por el estilo. Luego aparecen los enemigos externos, los de afuera, que nos quieren invadir y ante los cuales hay que defenderse con fosas, murallas y cualquier estrategia que los mantenga lejos. Luego aparece el enemigo interno quien finalmente es quien no está de acuerdo con los intereses de los dominadores de turno y quiere reemplazarlos, en una verdadera historia sin fin. Finalmente, y ante las posibilidades nuevas que ofrecen las tecnologías que integran el planeta, aparece el llamado “enemigo global”, hoy denominado terrorismo, que busca reivindicaciones violentas de sus posturas o causas particulares, a costa de la permanente zozobra e intranquilidad de la población, que observa como sus gobiernos de turno no alcanzan a prever, ni mucho menos controlar, este tipo de acciones, evidenciando impotencia. La supresión de libertades ahoga el yo y constriñe al super yo. La pérdida absoluta de confianza anula las potencialidades individuales y colectivas y facilita la labor de aquellos que sí tienen clara, la verdadera utilidad de la existencia de los llamados enemigos. En el pináculo de la actual civilización vemos caer en pedazos los esfuerzos iniciados con la ilustración, que llevaron lentamente al reconocimiento y uso de la razón y que en algún momento nos permitieron advertir atisbos de modernidad. Tan cerca, pero a la vez tan lejos de la libertad, a nivel planetario: el miedo o el temor a la sexualidad, a la opinión manifiesta, al debate público, a la contradicción, a la tolerancia, a lo nuevo, a lo no comprobado, entre otras muchas realidades, contrasta hoy con la aparición de cierta tendencia hacia el unanimismo, al mesianismo, a la renuncia de la argumentación, a tragar entero, a la transformación de los análisis serios por opiniones faranduleras, a la proliferación de seudo-intelectuales áulicos y eunucos que se tranzan por pequeñas lisonjas por no contrariar al poseedor temporal de la verdad, a la enunciación permanente de los mismos problemas sin proponer y menos conseguir soluciones estructurales a los mismos. ¿No será, bajo otra perspectiva, que quienes tienen miedo son los dueños actuales del poder a nivel planetario, que observan, temerosos, que ante el actual estado de cosas, 80% de pobreza a nivel mundial, será imposible mantener el despelote bajo control? Sería bueno que desde ahora definiéramos a nivel mundial que vamos a hacer con los gobernantes y los gobiernos que sean incapaces de sacar adelante los compromisos firmados libre y publicitadamente desde la ONU por sacar adelante los Objetivos del Milenio, que no son otra cosa que la reivindicación de lo mínimo, para la construcción de la vida digna para los humanos.
http://www.elmundo.com/sitio/noticia_detalle.php?idcuerpo=1&dscuerpo=Sección%20A&idseccion=3&dsseccion=Opinión&idnoticia=60216&imagen=051021111058pedrojuangonzalescarvajal.jpg&vl=1&r=noticia_detalle.php&idedicion=699
Buscar
La geopolítica del miedo
jueves, 30 de julio de 2009
Etiquetas:
BIOPODER,
GEOPOLÍTICA,
POLÍTICA
Publicado por
Beatriz Campillo
en
22:22