El afán por un mundo feliz
Autor: Carlos Alberto Gomez Fajardo
En buen momento la ciudad de Medellín ha recibido una visita de alto nivel académico y humanístico. Se trata de la serie de conferencias presentadas magistralmente en el seno de la UPB por el profesor José Luis del Barco, proveniente de la Universidad de Málaga, en este mes de septiembre.
El pensador español ha tocado muchos temas, en lenguaje preciso, documentado, riguroso y a la vez poético, dentro de la rancia tradición española del humanismo del siglo XX que está emparentada visceralmente con las reflexiones de colosos como don Julián Marías, Xavier Zubiri y Leonardo Polo. En su lenguaje castizo y con metodología didáctica original y aleccionadora, el profesor del Barco ha recordado mensajes breves y contundentes: primero está el respeto por la persona humana, ser intrínsecamente digno; la humanización es una prioridad siempre urgente; la ética es un modo de vivir humanamente en el tiempo; la disciplina de la bioética debe ser una servidora solícita al servicio de la existencia humana en apuros, en condiciones de fragilidad… Del Barco acude a una metodología didáctica muy interesante: los ejemplos de la literatura clásica universal son herramientas de la que se vale para destacar aquellas obras cuya importancia les ha otorgado validez constante. Como ejemplo está su ponderada consideración a “Un mundo feliz” De Aldous Huxley. En aquella novela la deshumanización sucede en una hipotética sociedad planificada en la cual el hombre estaría por debajo del nivel de la organización social suprema. Allí la uniformidad de los conceptos y actitudes impuesta por el poderoso conduce a la pesadilla de la aniquilación del ser; algo que no deja de tener muchas similitudes con un mundo contemporáneo pretendidamente globalizado. Allí se presentan la promiscuidad como pauta de comportamiento social, los reducidos criterios de felicidad uniforme son cuidadosamente estimulados por el consumismo y el control mediático, la repartición de drogas de la felicidad –el soma- basta para el acallamiento de las conciencias críticas. En aquel mundo opera la planificación genética y eugenésica, la manipulación sectaria y esclavizante de los seres humanos en diversas categorías según las funciones a que fuesen destinados: alfa, beta, gamma… Quienes pudimos escuchar a José Luis del Barco hemos recibido una importante recarga de baterías que nos reafirma que vale la pena el compromiso con conceptos tan profundos e indeclinables como el de la dignidad de toda persona humana sin discriminación alguna y sin que bajo ninguna circunstancia pueda aquella dignidad personal e individual ser puesta bajo los criterios de utilidad o costo-beneficio determinados por quienes aspiran o creen tener el derecho de ser controladores del individuo por supuestas prioridades comunitarias. Vale la pena meditar acerca del misterio trascendente escondido en cada persona, que siempre es algo más que su cuerpo, frágil límite, que siempre es capaz de algo mejor o algo peor; un ser viajero por la existencia que se va construyendo -perfeccionado o deteriorando- según el uso que de al bien supremo de la propia libertad. Vivir es hacerse, es decidir. El profesor Del Barco ha renovado nuestras energías para continuar nutriéndonos de la herencia humanista y antropológica del pensamiento español del siglo XX. Es un digno discípulo de Polo, de Marías, de Zubiri y Ortega: recuerda que hay que tener cuidado con el afán de buscar ahora un mundo feliz. En el siglo pasado lo que se halló sólo fueron las hecatombes de los totalitarismos deshumanizantes que hicieron morir a muchos creyendo buscar paraísos sociales inexistentes.
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