¿Salud reproductiva o aborto?
Por el Padre Juan C. Sanahuja
Después del intento fracasado de imponer un férreo control demográfico a los países del Tercer Mundo en la I Conferencia Mundial de Población de Bucarest (1974), organizada por las Naciones Unidas, el gobierno de los Estados Unidos adoptó -entre otras- las siguientes directivas de gobierno: (1)
1. Es necesario poner el mayor énfasis en "motivar a los dirigentes de los países en vías de desarrollo para que acepten las actividades de planificación familiar".
2. "Se debe ayudar a esos dirigentes a integrar las políticas de población en los planes nacionales de salud, educación y desarrollo". Esta medida, "ayudará a rebatir la acusación ideológica de que los Estados Unidos están interesados en frenar el crecimiento de población de los países en desarrollo".
3. Para evitar la acusación de imperialismo, se decide disimular las políticas antinatalistas insistiendo en: "a) el derecho individual a determinar libre y responsablemente el espaciamiento de los hijos, y b) el derecho al desarrollo de los países pobres".
4. Comenzar una tarea de reingeniería social provocando cambios culturales y "cambiando las creencias" (se refiere a creencias religiosas), para facilitar la hegemonía de los países centrales, especialmente los Estados Unidos, en el mundo.
A través de las conferencias internacionales realizadas en este último decenio, la Cumbre de Río ("Eco'92", 1992), la Conferencia Internacional de Derechos Humanos (Viena, 1993), la III Conferencia de Población de El Cairo (1994), la Cumbre de Desarrollo Social de Copenhague (1994), la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer de Beijing (1995), Habitat II (Estambul, 1996), Cumbre Alimentaria Mundial (Roma, 1996), y las reuniones de seguimiento correspondientes, como El Cairo+5 en 1999, los Estados Unidos y las Naciones Unidas, apoyados por un grupo de numerosas Organizaciones No Gubernamentales (ONG's), intensificaron la presión antinatalista sobre los países del Tercer Mundo.
El 25 de marzo de 1995, Juan Pablo II denunció "una guerra de los poderosos contra los débiles", (Evangelium Vitae, n. 12) (…), "el antiguo Faraón viendo como una pesadilla la presencia y el aumento de los hijos de Israel, los sometió a toda forma de opresión y ordenó que fueran asesinados todos los recién nacidos varones de las mujeres hebreas (cfr. Ex 1, 7-22). De este modo se comportan hoy no pocos poderosos de la tierra" (Evangelium Vitae, n. 16).
Dos años antes el Sumo Pontífice había denunciado este afán totalitario de los países del Norte como una nueva guerra fría , provocada por la carrera desenfrenada al acaparamiento y a la explotación de los recursos de la tierra por parte de unos pocos privilegiados, sienta las bases para otra forma de guerra fría, entre el Norte y el Sur" (Discurso, 8-V-93).
Argentina, país abortista
Como era de esperar, Argentina no se ha mantenido al margen de esta presión internacional. Podría parecer lo contrario teniendo en cuenta las declaraciones pro vida del gobierno del Presidente Menem, y su postura contraria al aborto quirúrgico en los foros internacionales, pero eso no ha preservado a este país de la embestida contra la vida humana (2).
A lo largo de la década se han sucedido los proyectos, las leyes y las reglamentaciones municipales que reconocen "los derechos" a la "salud reproductiva", "a la maternidad sin riesgos", "a evitar el embarazo no deseado", y que son sin más una autorización de abortar por medios químicos. Las provincias de La Pampa, Mendoza, Córdoba, Jujuy, Chaco, Misiones y municipios como Berisso, Ensenada, San Miguel, por sólo referirnos a algunos de la provincia de Buenos Aires, son ejemplos bien contundentes.
El proyecto ejemplar fue el aprobado por la Cámara de Diputados de la Nación, en la madrugada del 1 al 2 de noviembre de 1995, que el Senado no trató, perdiendo su estado parlamentario en 1997.
Forma parte de este proyecto de ley, un anexo del Ministerio de Salud y Acción Social, llamado "Propuesta Normativa Perinatal: Procreación Responsable". En este texto se aceptan como procedimientos contraceptivos no sólo los anticonceptivos hormonales y los dispositivos intrauterinos (DIU's), que tiene efectos abortivos, sino también, los implantes y los procedimientos de "anticoncepción post-coital" (o "de emergencia"), eufemismos usados seguramente para tranquilizar conciencias, intentando ocultar su efecto abortivo. No hace falta ciencia médica para saber lo que significa: aborto químico.
Siguiendo esas pautas, el Ministerio de Salud y Acción Social, a fines de 1997, aprobó la fabricación y venta de un anticonceptivo post-coital en base a las fármacos levonorgestrel y etinilestradiol. Este producto químico -que no se debería llamar producto medicinal- consiste solamente en píldoras con dosis más elevadas de levonorgestrel y etinilestradiol que las que contienen las píldoras anticonceptivas "normales". Nos referimos al producto Imediat de los laboratorios Gador.
Es decir, para provocar un aborto químico se puede acudir a cualquier anticonceptivo "normal", aumentando el número de píldoras que se ingieren. El "anticonceptivo de emergencia" facilita la cuestión, pues evita la ingestión de muchas píldoras; bastan unas pocas para "evitar el ambarazo no deseado, producto de un coito no protegido", como dicen las instrucciones para su consumo.
Todos estos proyectos, leyes provinciales y ordenanzas municipales facilitan y promueven el aborto químico, inducido por las drogas y elementos que contienen los anticonceptivos, (píldoras y DIU's). Y por si hubiera dudas recomienda también la "anticoncepción post-coital" (APC), también llamada contracepción "de emergencia".
La misma Federación Internacional de Planificación de la Familia (IPPF, por sus siglas en inglés), siempre interesada en esconder los efectos abortivos de los anticonceptivos, dice: "La implantación de estas drogas para evitar el embarazo cuando el período menstrual de una mujer está atrasado, debe considerarse como un abortivo". Con tal finalidad se implantan DIU's, o se administra etinilestradiol, o esta droga combinada con levonorgestrel, o la droga antiprogesterona: mifepristona, con la que se fabrica la píldora abortiva, RU 486 (3).
Frente a esto, todo lo demás es secundario. Pero podemos añadir que, debido a la cantidad enorme de contraindicaciones médicas y consecuencias perjudiciales para la salud, que pueden consultarse en cualquier vademecum médico, de los textos de referencia no se deduce que exista una preocupación verdadera por la salud de la mujer; sólo se pretende evitar nacimientos a toda costa.
Por otro lado, la distribución masiva de anticonceptivos no soluciona la mortalidad infantil, como pretende los textos, a no ser que la "solución" sea que no nazcan niños, lo que trae reminiscencias de "solución final".
Tampoco acceder fácilmente a los contraceptivos previene las enfermedades de transmisión sexual, como dicen, sino que es camino para su aumento. La Organización Mundial de la Salud estima que cada año se producen en el mundo 25 millones de nuevos casos de gonorrea, 50 millones de nuevos casos de clamidia, 20 millones de nuevos casos de herpes genital (4), y nunca como ahora se han regalado y distribuído tantos anticonceptivos. En el mismo sentido, la misma IPPF reconoce que, a pesar de las intensísimas y costosísimas campañas para inculcar en los adolescentes el mal llamado "sexo seguro" en los países de Europa, el 60% de las relaciones sexuales entre los jóvenes son "sin protección" (5). Sin ir más lejos, a principios de 1999, el ONUSIDA, la agencia de la ONU dedicada al estudio y erradicadicación de esa enfermedad, declaró que la pandemia del SIDA estaba descontrolada.
Contracepción y aborto
Juan Pablo II dice que la contracepción y el aborto provocado tienen una raíz común, "son fruto de una misma planta", (Evangelium Vitae, n. 13), y la historia nos enseña que los movimientos antinatalistas piden siempre: anticoncepción primero y después, aborto legal.
Comparando los textos, se ve con claridad que las leyes, las ordenanzas y los proyectos de ley de salud reproductiva son copia del proyecto modelo provisto por la IPPF a sus filiales; en Argentina, la Asociación Argentina de Protección Familiar. Ese prototipo de leyes en otros países ha llevado a la despenalización del aborto quirúrgico.
En todos ellos, es el Estado quién juzga cuándo la procreación es responsable o no. En todos se prohibe a los médicos y al personal sanitario ejercer el derecho humano a la objeción de conciencia, tal y como se estipuló en la Conferencia de la Mujer de Beijing, (nuestro país -Argentina- no hizo reserva sobre ese tema). En todos, se niega el derecho de los padres a la educación sexual de sus hijos. Y en todos, uno de los objetivos primordiales es combatir la pobreza, que en este tema se traduce, como dijo Juan Pablo II, "prohibiendo a los pobres nacer".
El objetivo declarado de la IPPF para el año 2000 es conseguir la despenalización del aborto quirúrgico en los países en los que todavía rige algún impedimento legal. "Allí donde el acceso a los servicios de aborto sin riesgo es restringido, las asociaciones deben mantener un diálogo positivo y trabajar con otras organizaciones no gubernamentales o grupos dedicados (...) a promover reformas en la ley" (6). Para imponer la contracepción, y después despenalizar el aborto, esta organización miente descaradamente en cuanto al número de abortos clandestinos. En la Cámara de Diputados de la Nación (Argentina) en 1995, se llegó a hablar de 500.000 abortos ilegales al año, lo que es estadísticamente imposible (7).
Los obispos latinoamericanos acusaron a la IPPF y a sus filiales de "empobrecer moralmente" a nuestro pueblos, y denuncian que sus políticas son inspiradas por "poderosos intereses económicos y políticos de organismos financieros y de laboratorios que buscan mercados para sus productos anticonceptivos y abortivos", y reconocieron una verdadera guerra química (8).
Los textos que nos ocupan son un instrumento del imperialismo cultural que quiere implantar un nuevo orden en el mundo y que utiliza, como una de sus armas, el sexo. Se trata de etapas del plan de reingeniería social que quieren llevar a cabo los países centrales.
Hay otras pautas comunes. La primera, el empeño por calificar de "religiosas e ideológicas" (y por lo tanto despreciables) toda razón médica opuesta a los anticonceptivos, aunque haga referencia a las consecuencias nefastas que tienen éstos para la salud de la mujer; esas consecuencias son evidentes para todos los médicos honestos, creyentes y no creyentes. La segunda, el ataque continuo a la Iglesia Católica, acusándola de entrometerse en política; insistiendo en que su doctrina carece de humanidad, compasión y hasta de caridad; favoreciendo apostasías y su publicidad, como en el caso de las denominadas "Católicas por el derecho a decidir", etc.
"Estamos no sólo "ante", sino necesariamente "en medio" de este conflicto: todos nos vemos implicados y obligados a participar, con la responsabilidad ineludible de elegir incondicionalmente en favor de la vida", (Evangelium Vitae, n. 28)".
Frente a esta situación no caben dilaciones para tomar una actitud, una opción vital; se está a favor de la vida o en contra de la vida: todos los programas de anticoncepción, educación sexual, paternidad planificada o salud reproductiva, al poner énfasis en la prevención de los hijos no deseados, inducen casi coactivamente la intención de no desearlos, y son el camino para la despenalización del aborto provocado quirúrgico.
Los conceptos de "salud reproductiva" o "procreación responsable" legalizan el aborto al legalizar la "anticoncepción post-coital" o "de emergencia"; por tanto, si una ley los admite y los favorece, esa ley es una ley que autoriza o promueve el aborto. Además, abren la puerta para la legalización del aborto quirúrgico, falsamente llamado "seguro", como un (mal llamado) "derecho" de la mujer.
Totalitarismo anticonceptivo:
Aparte de institucionalizar la indicación obligada de anticonceptivos por parte del médico, la mayoría de los textos promueven la creación de formularios de consentimiento que libran de responsabilidad a los servicos públicos de salud por la inserción del DIU y la prescripción de anticonceptivos, y, además crean sistemas de seguimiento para las mujeres que participan en los programas.
Estas medidas, les guste o no quienes las impongan, aunque actúen en nombre de la democracia, son medidas totalitarias, que no respetan la libertad de la persona y, ademés, promueven métodos (la anticoncepción, la esterilización directa y el aborto provocado) que son intrínseca y gravemente inmorales. Sabemos, por ejemplo, que en Brasil para dar trabajo a una mujer, algunas empresas exigen un certificado de esterilización o un certificado de "perseverancia" en programas de salud reproductiva.
Estas leyes y proyectos sientan las bases para sustraer del ámbito de la intimidad del matrimonio la decisión sobre el número de hijos, poniendo las bases para que el Estado, las ONG o la opinión pública determine cuándo y entre quiénes la procreación es responsable.
Por eso, Juan Pablo II dice: "Se trata de amenazas programadas de manera científica y sistemática" contra la vida. En este final del siglo XX, "los falsos profetas y los falsos maestros han logrado el mayor éxito posible", (Evangelium Vitae, n. 17).
El Padre Sanahuja reside en Buenos Aires y es miembro correspondiente de la Pontificia Academia para la Vida.
Citas: 1. National Security Memorandum 200, Implicaciones del Crecimiento de la Población Mundial para la Seguridad de los Estados Unidos y sus intereses de Ultramar, diciembre de 1974. Habitualmente a este documento se le llama Informe Kissinger, cit. en Sanahuja, J.C., El Gran Desafío, Serviam, Buenos Aires 1995, pp 55-58. 2. Noticias de la ONU. Número 138, 55/99. Buenos Aires, 25 de Julio de 1999. Gacetilla 216, Ciudad de Buenos Aires, "Proyecto de salud reproductiva"; gacetilla 217, Argentina: "Anticonceptivos hormonales" (Píldoras), usados en "anticoncepción de emergencia" (AE); gacetilla 218, Argentina: "Algunas píldoras anticonceptivas que impiden la implantación". 3. Boletín Médico de la IPPF, Vol. 22, n. 5, octubre 1988. Utilizan también la droga misoprostol. La RU 486, en base a la droga mifepristona, fue lanzada al mercado por el laboratorio Roussel-Uclaf, subsidiario de Hoescht AG de Alemania. Hoescht es un laboratorio que nació del desmembramiento del IG Farben, que fabricaba el gas Zyklon B para los campos de concentración nazis. Acaba de ser autorizada en todos los países de la Unión Europea, bajo el nombre de Myfegine. Vid. Noticias de la ONU. Número 59/98. Buenos Aires, 8 de Octubre de 1998, gacetilla 107, "Comunicación de la Santa Sede a la Conferencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre ética y valores humanos en la planificación familiar: Diálogo internacional sobre derechos y responsabilidades de personas y sociedades". Bankok, 19-24 de junio de 1988. Noticias de la ONU. Número 127, 44/99. Buenos Aires, 19 de Junio de 1999, documentación 198, "Sobre la así llamada contracepción de emergencia", (Declaración del Centro de Bioética de la Universidad. Católica del Sagrado Corazón de Roma. Texto completo). Noticias de la ONU. Número 130, 47/99. Buenos Aires, 29 de Junio de 1999, informe 201, "Lo que hay que saber sobre la píldora RU-486". Lamentablemente, Argentina podría producir y comerciar con este pesticida anti-humano en cualquier momento. 4. Vid. Informe anual 1994, Fondo para la Población de las Naciones Unidas, New York, 1994. 5. Boletín Médico de la IPPF, Vol. 22, n. 5, octubre 1988. 6. Boletín Médico de la IPPF, Vol. 26, n. 1, febrero 1992. 7. Carta del Dr. Nathanson, sobre la falsedad de las cifras que se dieron para los casos de Estados Unidos, Francia, España y Reino Unido (cfr. La Capital, Mar del Plata, 9-8-98). Vid. también Lejeune, Jerome y otros, Dejadlos vivir, Rialp, Madrid 1980. En la nota de prensa de la Sociedad Argentina de Etica Médica y Biológica (SAEMB), 13.VII.90, el Dr. Luis Ravaioli demuestra estadísticamente la falsedad de esas cifras. 8. Declaración Final de Obispos Presidentes de Comisiones Episcopales para la Familia y la Vida, 18.III.93.
http://www.vidahumana.org/vidafam/muerte/salud-reproductiva.html