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25 años del primer "bebé probeta"

domingo, 9 de agosto de 2009

25 años del primer "bebé probeta"

Fuente/Autor: José Miguel Serrano Ruiz-Calderón

Louise Brown nació en Inglaterra, fruto del esfuerzo de los médicos Patrick Steptoe, ginecólogo del Oldham General Hospital, y Robert Edwards, fisiólogo de la Universidad de Cambridge. Sus padres habían intentado durante años tener un hijo pero una obstrucción en las trompas de Falopio de su madre lo impedía.
La técnica aplicada para tan sorprendente proceso, que hizo recordar a muchos las previsiones de la obra de Aldous Huxley Un mundo feliz, se venía desarrollando desde 1966 pero había fracasado siempre a las pocas semanas de la transferencia del embrión a la madre.
Desde 1978 la técnica fue mejorando sus escasas cifras de éxito y se extendió en muchos países, constituyendo una esperanza de tener hijos para mujeres con impedimentos de diverso tipo. Si bien desde el punto de vista demográfico el fenómeno de la fecundación in vitro con transferencia de embriones (FIVET) ha tenido escaso impacto -unos centenares de miles de nacimientos en los primeros veinte años-, en lo que se refiere a las legislaciones, especialmente en Derecho de familia, y al estatuto del embrión humano, el efecto ha sido muy notable. En efecto, la presencia de donantes de esperma o de óvulos ha hecho que la fecundación asistida impactara sobre cuestiones como el reconocimiento de hijos en las parejas, la investigación de la paternidad o incluso a la evidencia de que el hijo es de la madre que da a luz.
La procreación despersonalizada.- El tiempo transcurrido es suficiente para hacer un balance a la luz de la experiencia. Una de las preocupaciones bioéticas más profundas es el riesgo que la tecnificación está produciendo sobre el propio ser humano, que ha pasado de sujeto de toda la acción científica a objeto de la misma; de manipulador de la naturaleza a objeto de la propia manipulación en una forma impensable antes de la revolución biológica.
La relevancia de la tecnificación de la procreación humana reside en primer lugar en la sustitución del propio concepto de procreación por el de producción, aunque sea con un fin benéfico; sin embargo tiene un segundo eslabón en su impacto sobre el fenómeno del nacimiento humano. El nacimiento humano es un fenómeno de libertad. Es el principal sustentador de la novedad. Por ello la tendencia a su control es un vano esfuerzo de control del futuro o, si se quiere, de manipular a los hombres futuros. Aliado con la manipulación genética positiva, es decir, con la predeterminación de cualidades personales elegidas de una forma exterior al propio sujeto, es una amenaza al cambio real en aras de un absurdo esfuerzo de control.
Por ello autores como Habermas se han mostrado tan críticos con los intentos de presentar dicha manipulación como un intento real de mejora respetuoso con la libertad humana. De hecho, las comparaciones realizadas con la educación como forma de modelar a las nuevas generaciones se han mostrado inadecuadas. La educación tiene necesariamente en cuenta la libertad humana y todos los que nos hemos dedicado a esta actividad somos conscientes del relativo impacto que tiene la repetición de esquemas del pasado sobre las nuevas generaciones. Por el contrario, al predeterminar una cualidad mediante manipulación preimplantatoria resolveremos cualidades del sujeto que pueden provocar un fuerte rechazo en el mismo o al menos la certeza de que su posible libertad se ha visto afectada. La selección inherente a la FIVET, realizada ya en las clínicas, se verá pronto superada. Ya se ha comenzado con la selección de sexo, donde la presión para que las causas médicas sean sustituidas por un deseo más o menos razonable de los padres es creciente.
Se cambia el estatuto del embrión.- La FIVET ha exigido modificaciones legales y ha incidido con fuerza en el estatuto del embrión. En efecto, la discusión sobre el estatuto de estos miembros de la especie humana se ha visto mediatizada por la necesidad práctica de favorecer estas técnicas. En cierta medida la polémica se ha resuelto en un sentido que hiciera posible cada adelanto técnico.
Esto es lo que se ha denominado "función ideológica de la bioética": una moralización en el sentido nietzscheano que ha convertido en ético lo conveniente. Obsérvese a estos efectos lo que ha significado la teoría de la implantación como inicio propio de la vida humana y el peculiar hallazgo del término preembrión. No puede deberse a una casualidad que esta teoría adquiriese carta de naturaleza en el momento en que el favorecimiento de la técnica lo hacía necesario.
En este sentido no sería aventurado afirmar lo siguiente. La negación del estatuto humano de dignidad al embrión, aún más, la redefinición de la vinculación entre ser de la especie humana y ser persona, son imprescindibles para favorecer una más libre aplicación de la FIVET, y aún más para permitir, por ejemplo, la clonación de investigación. Existe un interés directo en recrear sucesivamente la definición de persona de forma que se permitan nuevos pasos técnicos. Por el contrario, quienes sostienen la personalidad del embrión, o al menos la exigencia de que se le dé un trato digno, no proceden desde una perspectiva supersticiosa, ni padecen velo que les impida ver la realidad: más bien son quienes se han acercado al fenómeno desde una actitud desinteresada, es decir, no se han visto afectados por ningún interés que predeterminara su actitud.

http://www.diariopinion.com/comentario/verArticulo.php?id=30630

Nota

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Perfil

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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