Que los seres humanos hoy tengan una expectativa de vida más larga que nunca antes, en buena medida gracias a los avances de la ciencia médica y los cambios culturales, no quiere decir que ya no estén evolucionando. Aunque en forma lenta, cambiamos, igual que otras formas de vida.
Investigadores han ido aportando, a través de sus estudios, múltiples evidencias en este sentido. El más reciente fue llevado a cabo por científicos de la Universidad de Yale (Estados Unidos), que analizaron los efectos de la selección natural en dos generaciones de mujeres contemporáneas.
Con base en sus hallazgos, uno de los autores de la investigación, Stephen C. Stearns, aseguró que "la idea de que la selección natural ha dejado de funcionar en los humanos porque ahora somos mejores en la tarea de mantener a la gente viva es falsa". Y añadió que las características que permiten a las mujeres tener hijos seguirán sujetas a la selección natural.
Los científicos midieron el éxito reproductivo individual de 2.238 mujeres entradas en la menopausia y, teniendo en cuenta sus diferencias socieconómicas, llegaron a una sorprendente conclusión: hay una tendencia clara a que las hijas y las nietas de estas mujeres sean un poco más bajas y macizas, aunque con un corazón más sano y con capacidad de reproducirse a más temprana edad.
Sus hallazgos no dejan de ser curiosos, pues otras investigaciones, entre ellas las de Oliver Curry, del Centro de Ciencias Naturales y Sociales de Londres, pintan a los hombres del futuro más altos, más delgados y con la capacidad de vivir hasta los 120 años.
El científico afirma, con base en sus conclusiones, que si la alimentación se vuelve más útil y específica, antes del año 3000 las personas sobrepasarán los 2 metros de estatura. De hecho, en varios países del mundo donde ha disminuido la pobreza y mejorado la nutrición, se han visto aumentos en la talla promedio. En los últimos 150 años, la estatura media de los europeos ha aumentado más de 20 centímetros.
Según Curry, como masticar será una función cada vez menos importante, el desarrollo del mentón y de los dientes será menor; el cuello se acortará y la laringe cambiará de posición, con lo cual la voz será más grave.
Menos diferencias raciales
Debido a la mezcla interracial ya no habrá blancos, negros o amarillos sino personas con un tono de piel cada vez más uniforme.
En la medida en que no se requiera la función protectiva del pelo, éste, al igual que las cejas, tenderán a desaparecer.
Gracias a los múltiples estímulos del entorno, el desarrollo cerebral será mayor, por lo cual la humanidad será más inteligente.
Sobra decir que todo esto se daría sólo si las personas tienen garantizado, en forma permanente, el acceso a recursos como la salud, la educación, la nutrición y la interacción social y cultural.
En estados de carencia la población puede ser más longeva, pero "rechoncha, asimétrica y mucho menos inteligente", dice Curry.
De hecho, el antropólogo australiano Peter McAllister, destaca en su libro Manthropology los cambios -deterioro, en su opinión- que ha sufrido el cuerpo humano como consecuencia del sedentarismo. Y cita, entre otros datos, que una mujer Neanderthal tenía la masa muscular 10 por ciento mayor que la de un bien alimentado hombre europeo de nuestro tiempo. Y que huellas fosilizadas de aborígenes australianos han permitido concluir que alcanzaban velocidades similares a las de los atletas de elite de hoy, pero a campo traviesa y descalzos.
"Hemos perdido 40 por ciento de la envergadura de nuestros huesos más largos debido a que soportan mucho menos carga muscular(...) Incluso las personas de la época de la Revolución Industrial eran más robustas que nosotros", dice McAllister.
El genetista colombiano Emilio Yunis opina, por su parte, que la humana es una raza terminal, lo que quiere decir que a partir de ella no se generarán subespecies con cambios mayores (por ejemplo, personas con tres piernas o menos ojos), "las mutaciones se darán en poblaciones, no en individuos; hoy vemos poblaciones enteras con obesidad; claro está que éstas no deben su gordura a una condición predeterminada por la especie, sino a factores del entorno que agreden su condición. Dentro de ellos se cuentan tanto la mala dieta, los hábitos poco sanos y la contaminación ambiental", dice.
Yunis sostiene, además. que la fertilidad ha decrecido, no por un asunto genético sino porque la especie le huye, cada vez más, a la reproducción, "como antes las personas duraban poco, tenían la necesidad de trascender a través de los hijos; como hoy viven más ya no es imperativo hacerlo".
Finalmente, el genetista considera que lo importante hoy no es preocuparse por la selección natural sino por la supervivencia: "De no cambiar ahora pronto la humanidad no tendrá un planeta en el cual evolucionar", dice.
El cerebro, el órgano que más ha cambiado
Las transformaciones del cerebro humano han estado determinadas por los cambios genéticos que, al heredarse, le han dado 'plasticidad'; esta característica es la que le permite superar retos prácticos e intelectuales.
Los cambios más recientes y más significativos de este órgano han ocurrido gracias a la interacción con el entorno.
A diferencia de otras especies, el cerebro humano es capaz de simplificar información y transmitirla de una generación a otra, para que esta no tenga que partir de cero.
Hoy, cuando una nueva despunta cuenta con desarrollos fundamentales como el lenguaje, la escritura, los símbolos, las matemáticas, las ciencias, por ejemplo, sobre los cuales construye desarrollos cada vez más grandes.
Al multiplicarse la interacción, gracias a los avances tecnológicos, las neuronas reciben estímulos que las obligan a generar nuevas funciones.
Y aunque esto se ha dado naturalmente, también existe la posibilidad de que el cerebro evolucione gracias a la tecnología, a través de la manipulación genética, o con la creación de chips cerebrales que incrementan capacidades como las de recordar, escuchar e incluso transmitir órdenes mentales (cosa que ya está probada) para el manejo de computadores, por ejemplo.
Andy Clark, filósofo del Reino Unido, estima que no pasará mucho tiempo para que la humanidad cuente con dispositivos informáticos cerebrales creados según la necesidad: "Entre estos se contarán -dice Clark- desde un asistente de memoria hasta un buscador de información que se tenga almacenada en el cerebro, en otro dispositivo, claro".
CARLOS F. FERNÁNDEZ
SONIA PERILLA S.
REDACCIÓN SALUD