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Beneficios por mutilarse

sábado, 8 de mayo de 2010

Beneficios por mutilarse

Ramón Córdoba Palacio, MD - elpulso@elhospital.org.co

Uno de los más trascendentales elementos para juzgar el desarrollo del Homo sapiens, mejor aún del Homo sapiens sapiens, es el uso que hace de su capacidad racional, el ejercicio de su razón para trazarse su propia línea de conducta. Esto significa, sin lugar a dudas, que sus instintos son orientados, dominados, por un sentido ético, por un sentido de libertad responsable, social -porque esencialmente es eso, un ser social-, y por esta característica sus actos, actos humanos, permiten distinguirlo totalmente de otros animales, con los cuales comparte necesidades y manifestaciones orgánicas y que conocemos como “actos del hombre”. Vale la pena recordar que acto humano es el que se lleva a cabo libre y voluntariamente precedido de una opción libre y consciente, y previa evaluación de su eticidad.
Ese ejercicio de su racionalidad y la capacidad de orientar sus deseos, inclusive el de la reproducción, es lo que ineludiblemente nos obliga a educar al vástago del ser humano, pues no está preparado para enfrentar al mundo con sentido humano si no se lo prepara: el homo sapiens sapiens es un ser cultural, no un ser instintivo. Al animal irracional se lo entrena, se le crean reflejos condicionados; al ser racional de lo educa en la libertad responsable; por eso al animal irracional se lo mutila cuando es necesario que no se reproduzca o para que no actúe en contra de lo que quiere su amo, y al animal racional se le inculca, especialmente con el ejemplo, respeto por sus semejantes, respeto por sí mismo, en otras palabras, sentido ético de actuaciones.
Esta diferencia fundamental entre los seres racionales y los irracionales no ha podido ser negada ni por los más radicales filósofos materialistas quienes, con razón, han controvertido el predominio exclusivo de la razón en la conducta humana cuando se pretende desconocer que el hombre, el ser humano, es también sentimientos, una unidad indestructible de cuerpo y espíritu, un espíritu encarnado, un cuerpo animado. Es oportuno afirmar que esta diferencia entre seres racionales e irracionales no surge de una confesión religiosa sino de la antropología filosófica, es un concepto que encontramos ya en las enseñanzas de Aristóteles (384 - 322 a. C.) y el que sea totalmente aceptado por confesiones religiosas, no le resta plena vigencia.
Sin embargo, ahora, distinguidas personalidades de nuestro medio -Ministro, Senador de la República, deportista, columnistas, etc.- proclaman que el ser humano debe ser tratado como ser irracional, y en vez de enseñarle el manejo racional y responsable de su comportamiento, incluyendo el genital, es mejor mutilarlo, invitarlo a cambio de beneficios, a que se haga una castración funcional, una mutilación de su organismo, intervención que según sus promotores carece de complicaciones; pero es que el concepto de mutilación no depende de si se presentan dichas complicaciones o no, sino de la acción médica misma. Meses antes ya lo habían hecho invitando a las mujeres a hacerse gratuitamente la ligadura de las trompas. En ambos casos el beneficio, el señuelo, es puramente económico, y se pretende abierta o solapadamente, que con estas medidas se remediará la pobreza pues así se evita que haya pobres. Nueva pero absurda medida terapéutica contra la pobreza, infortunadamente proclamada y practicada por algunos que recibieron formación médica y juraron cumplir su misión honestamente.
Ya en la ética médica enseñada desde Hipócrates de Cos (460 - 375 a. C.) encontramos la sentencia que desde entonces es la guía del ejercicio honesto de la misión del médico: “favorecer, no hacer daño”, precepto que tampoco ha podido ser cambiado, pues sin él, el profesional de la medicina se convierte en verdugo, en ministro de muerte. Desde esa época el médico está autorizado éticamente a intervenir sobre el órgano enfermo con el fin de colaborar al bien de la persona humana. Cabe una pregunta: ¿están enfermos los conductos deferentes de los varones o las trompas de Falopio u oviductos en las mujeres mutiladas? Insisto: no es problema de creencias religiosas sino de simple ética general y profesional.
Recordemos que ya en siglos pasados existió la costumbre de castrar a las personas de confianza de los poderes políticos, los eunucos, y también a niños sometidos a poderes artísticos, religiosos o no, pero que de todas maneras quedaba mutilados.
Beneficios para hombres y mujeres que se mutilen: ¿progreso o retroceso? No oriente su deseo de satisfacción genital sino que, ya mutilado, usted le puede dar rienda suelta -como lo hace instintivamente cualquier animal irracional- a su genitalidad, que no es sexualidad. Pero en el fondo hay otro aspecto no despreciable: es la confesión pública de que para quienes promueven la mutilación masculina y femenina, la genitalidad puede y debe satisfacerse de inmediato con la única condición de que de su ejercicio, aunque sea éticamente irresponsable, no surja una nueva vida, un embarazo no deseado, pero tampoco honestamente evitado.
Toda mutilación, toda supresión de una parte del organismo o la supresión de su natural y normal función, es un grave desconocimiento de la dignidad del ser humano, dignidad absoluta e incondicional. La compra de voluntades es condenada por la ética porque atropella la dignidad humana de quien se vende y, más aún, de quien compra: mercaderes de seres humanos.
Nota: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-

http://www.periodicoelpulso.com/html/0705may/opinion/opinion.htm

Nota

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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