Religión, laicismo y cambio demográfico
En mi artículo anterior planteaba la siguiente pregunta: ¿No es una reliquia del pasado el cristianismo, destinado a desaparecer por sí solo, sin que nadie lo mate?" La verdad es que hoy, en la cultura occidental, lo que triunfa a primera vista es el laicismo. Es decir, esa mentalidad mayoritaria que, en su forma más suave, se desinteresa de cualquier religión. Otra forma de laicismo más militante, especialmente en Europa, trata de que la religión se repliegue al interior de los templos y de las conciencias, sin intervenir para nada en la vida pública, en la educación, en la cultura. Además hay otra forma más agresiva de laicismo que es la que calumnia, insulta y trata de convencer de que la religión en general y el cristianismo en particular, son el mayor peligro para la paz mundial, la democracia y el progreso de la humanidad. Una acusación cínica, pues las peores guerras y los grandes genocidios del Siglo XX lo hicieron los totalitarismos ateos del nazismo y del comunismo y, en menor grado, la persecución y asesinato de católicos que hicieron la Revolución Mexicana y los marxistas y anarquistas de la República Española de 1936.
Aquí vendría otra pregunta de ese artículo mío: ¿Por qué tanto odio y tanto miedo? Creo que es un miedo y un odio muy lúcidos. El laicismo es un gran monstruo, poderoso, pero herido de muerte. Sus frutos negativos cuentan en las estadísticas crecientes de corrupción moral de todo tipo y todos los niveles de la sociedad.
Ese odio y ese miedo se ha centrado en los últimos siglos contra el cristianismo y ahora, especialmente contra la Iglesia Católica, porque es la institución que defiende valores sólidos, en particular la vida humana, la familia natural y la Moral Universal, valores que el laicismo destruye. Las fuerzas laicistas ven con preocupación que el Siglo XXI es más religioso que el XX. Aquí y allá, en medio de ese pantano estéril del laicismo, va brotando un interés creciente por Dios y por la religión.
Hay casos pintorescos, como el de un cliente de un hotel de Suecia que protestó airadamente por encontrar un ejemplar del Nuevo Testamento en su habitación. La empresa, temerosa ante esa protesta, decidió retirar los ejemplares de todas las habitaciones de toda su cadena de hoteles, pero comenzó entonces una inesperada reacción multitudinaria en periódicos, Internet y otros medios pidiendo que no se retiraran, planteando una aguda alternativa: ¿Por qué retiran de las habitaciones las Biblias, y no los canales pornográficos de pago en la televisión? En consecuencia, la Sagrada Escritura volvió de nuevo a las habitaciones.
En Suiza una reciente edición de la Biblia, vendió el año pasado 550.000 ejemplares y en enero volvió a reimprimir otros 200.000. La Encíclica de Benedicto XVI sobre la Esperanza vendió en Italia, en la primera semana de publicación, más de un millón de ejemplares. Una reciente encuesta en los Estados Unidos reveló que el 82% de los americanos cree en Dios y un 70% se considera religioso. Otra encuesta, de Newsweek, señalaba que el 91% cree en la existencia de Dios, mientras que el 6% no cree en ella. El 82% dice pertenecer a una religión cristiana y un 5% a otra (con predominio del judaísmo y del Islam). El 10% dice que no tiene religión y sólo el 3% se declara ateo. En Holanda un artículo en De Telegraaf hablaba de "la casi inadvertida reintroducción de los crucifijos en las aulas de las escuelas católicas, en todo el país" y de cómo los alumnos no temen mostrar su religiosidad en público. También señalaba el agotamiento de las corrientes de "liberalismo religioso", poniendo como ejemplo al "Ocho de mayo" poderoso grupo que protestó contra la visita que Juan Pablo II hizo a los Países Bajos. Pero en noviembre de 2003, ese grupo se disolvió por el escaso interés de sus miembros en disminución. En Inglaterra, un Cardenal declara que "el rostro de Londres está cambiando y con él, el de la Iglesia", comprobando como los fieles católicos ahora no son sólo irlandeses o ingleses sino una mezcla de más de setenta nacionalidades.
Los temas demográficos son cada vez decisivos en el siglo actual. También en lo religioso. No sólo por la calidad -la mezcla interracial- sino también por la cantidad, como espero mostrar en próxima ocasión.
*Dr. en Medicina y Columnista de El Diario de Hoy luchofcuervo@gmail.com