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25 años fuera de la probeta

domingo, 13 de septiembre de 2009

25 años fuera de la probeta

MAITE NIETO 06/09/2009

Victoria Anna Perea Sánchez nació en Barcelona el 12 de julio de 1984. Con su llegada, sus padres no fueron los únicos que lloraron de la emoción. Un joven equipo de científicos compartía además la alegría de saberse pioneros en fecundación ‘in vitro’ en España.

Ni cigüeña que vino de París, ni la “semillita de papá y mamá”, Victoria Anna sabía desde pequeña que había nacido de una forma algo diferente de la de los demás. En muchos de sus cumpleaños había un fotógrafo y, al día siguiente, una aparición en la prensa que le recordaba el revuelo de su nacimiento. Todo porque la “semillita de papá y mamá” contó con la ayuda de un laboratorio para unirse y dar lugar, meses después, a la primera niña probeta española.

Victoria Anna Perea Sánchez nació el 12 de julio de 1984 cuando la movida estaba en plena efervescencia, Apple presentó su primer Macintosh personal con ratón, en las carteleras triunfaba Indiana Jones y el templo maldito y en los tocadiscos (ni rastro entonces de los mp3) retumbaba el mítico Born in the USA, de Bruce Springsteen. Vicky nació en Barcelona. Dos kilos cuatrocientos setenta gramos traídos al mundo mediante cesárea, que aquel día convirtieron en una fiesta la vida de Dolors y Ricardo, sus padres, y la de todo el personal del Instituto Dexeus, que desde el primero al último vivieron la emoción de un nacimiento especial y la alegría de saberse pioneros en fecundación in vitro (FIV) en España.

Desde entonces han pasado 25 años, Vicky se ha licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad Autónoma de Barcelona y sigue viviendo en la misma casa de Badalona en la que sus padres tomaron con naturalidad la decisión de confiar en la esperanza de un joven ginecólogo y una joven bióloga, Pedro Barri y Anna Veiga, que seguían en nuestro país la estela de los científicos ingleses que consiguieron hacer realidad el nacimiento de Louise Brown, la primera niña probeta del mundo, justo seis años antes.

La vida de Vicky, sonrisa tímida en una cara dulce que se intuye cercana al primer golpe de vista, ha transcurrido de una forma que ella define como “muy normal”. “He sido una estudiante buena, pero sin exagerar, he vivido en Bolonia y Padua durante mi vida universitaria, me gusta el cine, escribir, leer, salir con mis amigos y… estoy en paro desde junio, como tantos otros en esta época”.

El recorrido de las técnicas de reproducción asistida ha evolucionado de forma vertiginosa. Como ejemplo sólo un dato: el año que Vicky vino al mundo nacieron tres niños por fecundación in vitro en el Instituto Dexeus; en 2008 fueron 714.

¿Qué ha cambiado en estos 25 años? Los expertos coinciden en señalar dos grandes revoluciones, una de tipo tecnológico y otra social, y seguramente se podría afirmar que ha sido la segunda la que ha arrastrado a la primera a evolucionar rápidamente. En ciencia funciona la curiosidad, el acierto-error y la tenacidad, pero también la ley de la oferta y la demanda. Entonces sobraban dedos en una mano para contar los centros que se lanzaron a esta incipiente disciplina, ahora son más de 150 en España los que ofrecen servicios a personas que no pueden tener hijos de forma natural.

Según el doctor Buenaventura Coroleu, presidente de la Sociedad Española de Fertilidad, nuestro país es el tercero en cifras anuales de ciclos de reproducción asistida, superado por Francia y Alemania. Un 2% de los niños que nacen cada año en España han sido ayudados por una “cigüeña de laboratorio”. Cada vez tienen más trabajo porque todas la técnica sigue en aumento, un 13,8% más si se comparan las cifras de 2007 y 2008.

“Algo que ha cambiado”, explica Pedro Barri, “ha sido la aceptación de esta técnica. La gran mayoría de las parejas lo vivían casi en secreto. Tuvimos críticas y amenazas, pero no le dedicamos ni un minuto. Hemos estado en foros políticos, religiosos…, para explicar qué pasaba, qué se hacía y por qué”.

En cualquier caso nadie se lanza a pedir ayuda médica para tener un hijo si no resulta necesario. Los motivos siguen siendo los mismos que los que empujaron a los padres de Victoria Anna, pero las causas fisiológicas de entonces tienen nuevos motores que hacen que el número de usuarios se dispare. “En estos años España ha vivido grandes cambios en los modelos sociales y familiares”, reflexiona Antonio Requena, codirector del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) en Madrid. “La esperanza de vida se ha situado en 80-82 años y con cuarenta y tantos la gente se siente joven, además la situación que cada uno considera ideal para tener un hijo no se consigue tan fácilmente. Ahora ninguna mujer se plantea tener hijos con 20 años, pero es que también ha ido en aumento el número de mujeres solteras, parejas homosexuales y personas que ante una segunda oportunidad sentimental quieren tener un hijo”.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, el primer hijo no llega en España antes de los 31-32 años, pero la media alcanza los 37-38 años entre las mujeres que buscan ayuda en la reproducción asistida. Y lo que llama la atención es que va subiendo, porque hace 5 años la edad media de las pacientes era de 35.

“Por motivos profesionales o personales es evidente el deseo social de posponer la maternidad”, afirma Barri, “pero hay que dejar un mensaje claro: la fecundación in vitro no arregla el paso del tiempo. Lo ideal es que, por fisiología, la mujer tuviera todos los hijos que quisiera antes de los 35. Con los años, los óvulos son cada vez de peor calidad, puedes conseguir que se fecunden en laboratorio, que hagan embriones, pero no se implantan”.

También se ha incrementado en todo el mundo el denominado factor masculino por el deterioro progresivo de la calidad espermática. Un estudio publicado por el IVI afirma que el semen español está entre los peores de Europa. De los 13 países europeos entre los que se realizó el análisis, el semen español ocupa el 9º puesto en cuanto a volumen y el 10º en movilidad y concentración. En cambio demuestra ser de los más efectivos para lograr un embarazo.

Los expertos no descartan que el estrés influya en este deterioro del esperma, pero son más contundentes cuando valoran otros factores, más fácilmente cuantificables desde el punto de vista científico, como la alimentación o el consumo de alcohol, tabaco y drogas.

Miquel Solé, biólogo del Instituto Dexeus, conoce bien todos estos datos, por eso se esmera mientras examina a través del potente microscopio la muestra de semen que tiene bajo las lentes. Es cerca de mediodía y esta misma mañana se han extraído los óvulos que, después de pasar cuatro horas en un compuesto especial, están a punto de ser fecundados. “Esto va a ser fácil”, afirma sonriente. “Éste no porque se mueve demasiado rápido, éste tampoco, no me gusta la cabeza…, ¡éste, que está en buena forma!”. Dicho y hecho, sin despegar los ojos del microscopio pesca dos espermatozoides con el sofisticado instrumental que maneja y pasa a la siguiente fase. Ahora su vista se centra en un ovocito, lo penetra con la microaguja que contiene el espermatozoide que acaba de capturar y lo libera dentro. Se asegura de que ha quedado en su sitio y repite la operación con otro óvulo y espermatozoide.

Habrá que esperar hasta el día siguiente para ver el número de embriones que se han obtenido y fijar el momento de la transferencia al útero materno, de entre 1 y 3 de ellos como máximo, según el consejo del ginecólogo.

A Anna Veiga le sigue subiendo la adrenalina cuando recuerda el nacimiento de Vicky. “Lloramos de emoción. Entonces el equipo lo constituíamos tres personas y todos hacíamos de todo. Durante un año no existimos para otra cosa, pero cada día era emocionante”.

Vicky confiesa que en el colegio siempre le llamó la atención la biología. Pensó ser pediatra, pero al final pudieron las humanidades, lo que no ha evitado que haya fisgoneado más de una vez para enterarse del proceso que facilitó el embarazo de su madre. “Mi madre lo vivió muy tranquila y siempre me ha quedado claro que fue su voluntad e ilusión por ser mamá”.

La tecnológica ha sido, precisamente, la segunda gran revolución en este campo. Hace 25 años, las técnicas eran más agresivas. El proceso prácticamente inmovilizaba a la pareja durante un mes, las medicaciones eran largas, y acababa irremediablemente en una laparoscopia para extraer los óvulos, una intervención quirúrgica con todo lo que supone.

Si Dolors tuviese hoy que hacerse una FIV, comprobaría que los días de tratamiento han disminuido, las inyecciones intramusculares han sido sustituidas por sencillos pinchazos administrados con bolis como los utilizados para la insulina y que los ovocitos se obtienen mediante una punción transvaginal guiada por ecografía mientras la paciente está sedada. Antonio Requena afirma que “además los laboratorios tratan de imitar al máximo lo que estaría ocurriendo en el cuerpo de la mujer en cuanto a luz, temperatura, etcétera, con el fin de cuidar al máximo los posibles embriones”.

El pistoletazo de salida que supuso en España el nacimiento de Victoria Anna ha sido el principio de una carrera de plusmarquistas que ha conseguido pasos de gigante en campos paralelos que no sólo afectan a parejas estériles. Ahí están la donación de óvulos, el diagnóstico genético preimplantacional que consigue embriones libres de determinadas patologías, la preservación de la fertilidad tanto en pacientes con enfermedades oncológicas o en mujeres que deciden crionizar sus óvulos jóvenes a la espera del momento idóneo para ser madres y, por supuesto, una línea de la esperanzadora investigación con células madre.

Victoria Anna, el mes pasado, celebró su 25 cumpleaños con amigos. Algunos hicieron bromas mientras le mostraban los periódicos en los que aparecía, pero aquello duró cinco minutos. “No soy protagonista de nada, sólo la consecuencia de lo que hicieron los médicos que trataron a mis padres. Hacer una entrevista o acudir a una fiesta de celebración no es más que agradecer lo que consiguieron. Es una historia feliz”. Una afirmación que seguro apoyan los padres de los cinco millones de niños probeta que han nacido en el mundo.

La reproducción asistida en cifras

800.000 parejas españolas sufren problemas de fertilidad.

El porcentaje de éxito de una FIV es de un 50% en mujeres de menos de 35 años. A los 43 años no supera el 20%.

El 20-25% de los embarazos por FIV son gemelares. Una cifra que desciende.

Un ciclo de tratamiento de in vitro cuesta entre 4.000 y 6.000 euros.

El protocolo establece en 45 años el límite de edad para intentar la FIV con ovocitos propios, y en 50 si son donados.

En España se realizan anualmente 90.000 ciclos de reproducción asistida, 50.000 de ellos por fecundación in vitro.

Nota

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Perfil

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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