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Una sociedad incoherente

sábado, 4 de julio de 2009

Una sociedad incoherente
 
La muerte del niño Luis Santiago Lozano, que refleja el drama que viven miles de niños en el país, ha despertado toda serie de reacciones. Una estudiante reflexiona aquí sobre los castigos exigidos por la sociedad, que no descarta la pena de muerte, cuando esa misma sociedad tolera el aborto.

 
 Beatriz Eugenia Campillo Vélez  - Medellín  | Publicado el 8 de octubre de 2008

  
 
 La semana pasada veíamos cómo un país se levantaba en contra de un delito que según muchos no tiene nombre, una infamia, un acto que a un ser humano normal nunca se le ocurriría, y ante el cual se oyeron gritos pidiendo la cadena perpetua o incluso la pena de muerte para los asesinos, aunque en Colombia éstas no existan. Ante un hecho sin duda desde todo punto de vista despreciable, todos nos preguntamos ¿cómo un padre de familia puede pedir el secuestro de su hijo de once meses y luego asesinarlo?

Pero al lado de este hecho, cruel e inhumano, surgen muchas preguntas, una en especial que casi nadie se atreve a mencionar, ¿por qué hay tanto escándalo, acaso no pasa lo mismo con el aborto?, acaso el aborto no es un crimen contra una criatura que no ha nacido, donde la madre y el médico son responsables, y eso por no mencionar los que de forma oculta promueven el delito que se camufla bajo el nombre de un derecho sexual y reproductivo.

Las muertes de inocentes son igualmente reprochables, es lo mismo la muerte de Luis Santiago que la de muchos otros niños a quienes se les privó del derecho a nacer, a vivir.

Es curioso que la misma sociedad que se escandaliza al ver una foto o un video de un aborto, sea la misma que salga a las calles a reclamarlo como un derecho sexual y reproductivo, sólo que esta vez bajo el nombre de "interrupción voluntaria del embarazo", para que no cause tanto escozor, y que para mayor incoherencia, sea la misma sociedad que pida cadena perpetua por el asesinato de un niño de once meses. Se pregunta uno, ¿cuál es la diferencia: que a uno ya lo vemos y duele, y al otro no, entonces podemos acabar con él? No, en realidad no hay diferencia, son vidas humanas que merecen todo el respeto, los dos en estadios distintos pero igualmente dependientes e indefensos.

En fin, no deja de ser curiosa esta contradicción, o bueno, la otra posibilidad es que la sociedad no sea incoherente, y que efectivamente se escandalice ante la realidad del aborto de la misma manera que se escandaliza ante un acto de barbarie como la que se cometió con Luis Santiago, y que la explicación de ese bache de disconformidad la encontremos afuera, en discursos que no nos son propios, pero que con algunas trampas (como el lenguaje, las estadísticas y demás) han logrado hacer carrera en nuestro medio, mostrándonoslas como algo cotidiano y propio de un país desarrollado y moderno al cual debemos aspirar; cuando en realidad estamos cumpliendo una agenda internacional programada con fines políticos y económicos bien determinados, donde la vida, la dignidad humana y los derechos humanos (los reales), pierden su papel protagónico y pueden ser vulnerados vía interpretación de la norma constitucional.

Por último, decir que se puede ser incoherente, pero siempre existe la posibilidad de aprender y superar la dificultad, queda la esperanza que ante esta situación que conmocionó al país se puedan acoger las propuestas serias de defensa de la vida humana desde los estadios primigenios, pues de lo contrario ¿cómo condenar lo que a la vez se permite?

* Estudiante Ciencias Políticas UPB
 
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/U/una_sociedad_incoherente/una_sociedad_incoherente.asp?CodSeccion=47

Nota

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Perfil

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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