Que la comunidad LGTB merece todo respeto, es una cuestión indiscutible, pero nunca en razón de su preferencia sexual, aspecto que debería ser en absoluto irrelevante, pues lo único importante es su condición de seres humanos, y que como tales tienen dignidad. Ahora bien, los que tienen otro tipo de intereses suelen centrarse en lo sexual, para hacer una autoexclusión y tratar de demostrar una cierta superioridad que no tiene ningún fundamento. El homosexualismo, en términos generales, es una conducta humana que no es nueva e incluso algunas sociedades como la griega y la romana lo veían como algo totalmente normal, pero no comparable con otras instituciones como la familia. Es decir, en virtud de ser algo normal, no buscaban asimilarlo a otras situaciones que son de suyo diferentes y de esta manera respetaban la naturaleza de cada relación. En cuanto a nuestra sociedad, parece que ser LGTB es algo anormal, que faculta incluso para exigir e imponer derechos especiales, aunque dañe a otros. Basta recordar algunos eventos recientes:
1. El caso de homosexuales españoles que contrataron una madre de alquiler en California, y después pretendieron hacer valer la acción en España donde dicha práctica se prohíbe, en un claro Fraude a la Ley, y más aún al Orden Público Internacional. Sin embargo se aceptó el registro y la prensa hizo mención especial del "triunfo" por la condición sexual de estas personas, omitiéndose de entrada toda discusión sobre el "contrato", el objeto contratado, la vida humana, y la violación a la dignidad tanto de la madre portadora como de los niños. Obviamente estas presiones mediáticas de género le hacen trampa a la democracia, además de crear ciudadanos de primera y segunda categoría en razón de lo económico y sexual.
2. La respuesta dada por Miss California en los Estados Unidos, el país de la "libertad", quien ha sido tildada de homofóbica, sólo por dar su opinión frente a lo que sus principios le dicen, que un matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer. 3. Ya en el ámbito nacional, nuestro Procurador, en una ejemplar defensa de la familia, emitió un concepto netamente jurídico sobre la adopción, que ha sido fuertemente cuestionado por no apoyar la agenda LGTB.
4. Y por último, el proyecto de ley del congresista Venus Albeiro Silva, quien propone que los homicidios en contra de cualquier miembro de la comunidad LGTB merece el doble de la pena. Bajo otra lectura, los heterosexuales somos ciudadanos de segunda categoría, y quien nos asesine merece la mitad de la pena. En conclusión, a todas luces no se está buscando una igualdad, ni tampoco generar un ambiente de respeto, sino todo lo contrario. Resulta el colmo que sea posible llegar a someter a una sociedad bajo el discurso de la discriminación, y que se vea como enemigo a quien no comparte un criterio. |