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El deber de informar

miércoles, 4 de junio de 2014


Me permito compartirles una columna que escribí ya hace un tiempo, antes de las elecciones de primera vuelta, pero que creo aun tiene elementos que la hacen vigente

EL DEBER DE INFORMAR

 

Por: Beatriz Eugenia Campillo Vélez

 

La especie de “autocensura” que se han impuesto algunos de los principales medios de comunicación resulta ser más que sospechosa, especialmente cuando el silencio beneficia a algunos candidatos. La gente cree que no hay propuestas y que todo son confrontaciones personales, solo porque los grandes medios han preferido enfocarse en esas disputas y no han abierto espacio a los debates. La manipulación de la información no sólo se da cuando se cambia la versión, también se falta a la verdad cuando de manera selectiva se oculta información y para el caso puntual, cuando teniendo la oportunidad, al ciudadano se le niega la posibilidad de escuchar a los candidatos debatir.

 

Los debates presidenciales hasta el momento realizados han contado con la presencia de tres candidatos (Oscar Iván Zuluaga, Marta Lucía Ramírez y Clara López), quienes han procurado por no faltar a la cita con la ciudadanía, por encontrarse en espacios académicos y poner sobre la mesa sus propuestas, sus ideas. Sin lugar a dudas, una primera muestra de trasparecían y compromiso. Enrique Peñalosa, a lo sumo acepta intervenciones donde no exista ningún tipo de confrontación. Pero el que más ha brillado por su ausencia es Juan Manuel Santos, lo que ha generado una consideración o complicidad de los medios sin precedentes, quienes han hecho lo posible por no ponerlo en evidencia.

 

Hace unos días “La silla vacía” presentaba un artículo donde hacia un balance del comportamiento de los medios, titulado: “Los jefes de la gran prensa se alinean con la reelección”, y es que no hay que desgastarse mucho para entender por qué faltando tan solo unos días para la elección todavía la famosa unión de medios sigue sin realizar el ya tradicional “Gran debate”, un espacio que sabemos no solo es importante, sino que directamente representa un gran rating para los canales de televisión. ¿Cómo obligar al candidato presidente a hacerse presente y cómo hacer el debate sin él?, curiosamente esta consideración nunca se ha tenido con ningún candidato, a quienes por el contrario siempre les reservan el puesto y públicamente hacen saber que los invitaron a todos y en caso de faltar, también se dicen los motivos de su no asistencia, lo que se entiende no solo como un desaire con el medio de comunicación sino también con el televidente (ciudadano y elector) que espera escucharlos para evaluar sus propuestas, e igualmente ver cómo se defienden ante los cuestionamientos de los periodistas, público y sus contendores. Pues de un Presidente no solo se espera que tenga buenas ideas, sino también el carácter para manejar momentos críticos, una buena diplomacia, respeto por sus opositores, conocimiento sobre la realidad del país y naturalmente liderazgo… aspectos que un spot de televisión, una valla, un volante, o un trino no muestran, pero que en un debate se puede leer en sus palabras, y especialmente en su tono de voz y lenguaje corporal.

 

En un mundo que se acostumbró a hablar de derechos, parece que hablar de deber, obligación o responsabilidad parece estar fuera de moda, sin embargo, como nos enseñaban desde niños donde hay un derecho, también hay un deber. Y así como existe el derecho de informar y de ser informados, también existe ese deber ético y los ciudadanos lo reclaman, pues no se puede hablar de una elección libre cuando no se puede conocer la verdad, y la verdad no se conoce no solo cuando se miente, sino también cuando se oculta. Los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad frente a la ciudadanía, más aun en época electoral.

 

Apostilla: siempre que veo la campaña del voto en blanco, me pregunto quiénes serían los próximos candidatos y curiosamente no veo personas nuevas que se postulen con fuerza, ni propuestas que sean radicalmente distintas a las ya conocidas. Al ganar el voto en blanco se repiten elecciones, y los partidos y movimientos vuelven y proponen a otros candidatos que harán prácticamente lo mismo que los candidatos actuales. Se cambia de personas, pero no de ideas. ¿Dónde está la ventaja? ¿Tal vez en que gastamos millones y millones en papelería otra vez? Yo no voto en blanco, porque sé que no existe el candidato perfecto, pero finalmente alguien debe gobernar.

Nota

Este es un espacio para compartir información, la mayoria de los materiales no son de mi autoria, se sugiere por tanto citar la fuente original. Gracias

Perfil

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Medellín, Antioquia, Colombia
Magister en Filosofía y Politóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada en Seguridad y Defensa Nacional convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra. Docente Investigadora del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Directora del Grupo de Investigación Diké (Doctrina Social de la Iglesia). Miembro del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB). Miembro del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del Centro colombiano de Bioética (CECOLBE). Miembro de Redintercol. Ha sido asesora de campañas políticas, realizadora de programas radiales, así como autora de diversos artículos académicos y de opinión en las áreas de las Ciencias Políticas, la Bioética y el Bioderecho.

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