Demandan a hospital de NY por obligar a enfermera católica a participar en aborto
NUEVA YORK, 24 Jul. 09 / 06:42 am (ACI)
La organización Alliance Defense Fund (ADF) presentó una demanda contra el hospital Mount Sinai de Nueva York por obligar con amenazas legales a una enfermera católica a participar en un aborto, contra sus propias convicciones morales.
La enfermera Catherina Cenzon-DeCarlo recibió la orden de asistir el aborto de una mujer de 22 semanas de embarazo. El hospital sabía que la enfermera no participaba en aborto por objeción de conciencia desde que la contrató en el año 2004.
Cenzon-DeCarlo recordó a sus supervisores que no podía participar del procedimiento, pero le dijeron que si no lo hacía sería acusada de "insubordinación y abandono del paciente" que podría resultar en una acción disciplinaria y la posible pérdida de su trabajo y su licencia de enfermera.
La ADF ha demandado a Mount Sinai por violar el derecho a la objeción de conciencia de la enfemera.
http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=26227
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Demandan a hospital de NY por obligar a enfermera católica a participar en aborto
martes, 28 de julio de 2009
Director del Instituto de Humanismo Cristiano de la UPB, nuevo miembro de la Comisión Teológica Internacional
Director del Instituto de Humanismo Cristiano de la UPB, nuevo miembro de la Comisión Teológica Internacional
El papa Benedicto XVI eligió al presbítero Guillermo León Zuleta Salas como miembro de la Comisión Teológica Internacional de la Iglesia Católica, órgano que depende de la Congregación para la Doctrina de la Fe y conformado por no más de 29 teólogos y expertos del mundo.
El padre Guillermo León Zuleta Salas es director del Instituto de Humanismo Cristiano, y docente de la Escuela de Teología, Filosofía y Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana, quien desde ahora integra el grupo de seis teólogos del continente americano nombrados por el Santo Padre, junto a dos estadounidenses, un mexicano, un chileno y un brasileño.
La Comisión Teológica Internacional es un órgano constituido en 1969 por el papa Pablo VI en correspondencia con el deseo expresado por el Sínodo Episcopal del 27 de octubre de 1967, el cual sugirió la oportunidad de crear un organismo que ayudara a la Santa Sede y especialmente a la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe en la promoción de la investigación y de los estudios teológicos, en lo referente a las cuestiones que el desarrollo de las ciencias propone a la comprensión de las cosas divinas, y a la mejor exposición de la doctrina católica.
La Comisión Teológica Internacional, presidida por el cardenal William Joseph Levada, está constituida por un grupo de estudiosos particulamente cualificados, que trabajan en diálogo y colaboración con los pastores de la Iglesia y en primer lugar, con el Santo Padre, en contacto permanente con las problemáticas más significativas que conoce la vida eclesiástica.
La Comisión Teológica Internacional está compuesta por teólogos de diversas escuelas y naciones, distinguidos por su cientificidad y conocimiento del Magisterio de la Iglesia. El Santo Padre ha nombrado por un período de cinco años y tras consulta con las Conferencias Episcopales a dos estadounidenses, dos franceses, un brasileño, un chileno, un belga, dos italianos, dos suizos, un mexicano, un filipino, un chino, un croata, un húngaro, un australiano, un británico, un congolés, un irlandés, un español, tres alemanes, un libanés, un holandés, un indio, un polaco y un colombiano.
Contacto:Instituto de Humanismo CristianoTeléfono: 354 45 32 – 354 45 33
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Romano Guardini, un educador para hoy
Romano Guardini, un educador para hoy
Escrito por Administrator
martes, 14 de julio de 2009
Por Alfonso López-Quintás en Humanitas
A los 40 años del fallecimiento de Romano Guardini, la figura de este gran humanista, pedagogo de gran estilo, se nos presenta como modelo de lo que debe hacerse en tiempos de desconcierto y apatía espiritual. Imaginemos el temple que habrá necesitado para consagrarse durante los terribles «doce años» nacionalsocialistas a formar sólidamente, en cuestiones éticas y religiosas, a los jóvenes del Movimiento de Juventud. Pero Guardini lo puso todo a la carta de descubrir el método óptimo para formar a los jóvenes de esa época atormentada. No se consagró a fáciles labores de crítica; quiso ir a lo hondo, lo más hondo posible.
Esto explica que de sus encuentros con los jóvenes y con grupos de mayores afanosos de una formación adecuada hayan brotado, una a una, sus numerosas obras. Por eso conservan una sorprendente vitalidad.
Las dos bases de una vida lograda
Desde muy joven intuyó Guardini que el hombre sólo puede edificar Su vida personal sobre dos bases: la apertura a las realidades valiosas del entorno y el amor a la verdad, como punto de anclaje que da vigor al pensamiento y a la capacidad creativa. Por eso cultivó el pensamiento dialógico -afanoso de mostrar al hombre como un «ser de encuentro»-; fundamentó la vida ética en la vinculación profunda a los grandes valores –la verdad, la unidad, el bien, la justicia, la belleza–; consagró sus mejores fuerzas a mostrar que «sólo quien sabe de Dios conoce al hombre». Al regalarme la conferencia que pronunció, con este título, en el renombrado «Katholikentag» (el día de los católicos), me dijo subrayando las palabras: «Aquí está el núcleo de mi pensamiento». La idea expresada en ese título venía a complementar la frase de Pascal que Guardini puso como lema a un libro sobre Antropología que no llegó a publicar: «El hombre supera infinitamente al hombre» (l’homme dépasse infiniment l’homme). Estas tres grandes tareas las llevó a cabo sobre todo en estas cuatro obras: Mundo y persona, Ética, El Señor, La existencia del cristiano. En ellas condensa buena parte de sus obras más breves. En las dos primeras subraya la condición dialógica del ser humano, abierto en su raíz a otras personas –vistas como un tú– y llamado a nutrir su espíritu mediante el cultivo del bien, la justicia, el amor, la belleza, los grandes valores «sin los cuales su persona enferma». En la 3ª y la 4ª, nos muestra, con el estilo firme de las convicciones profundas, que los grandes valores tienen en el Creador su fuente y su plenitud de sentido. Por eso, en El Señor hace radicar el Bien en el Dios vivo de la Escritura: «’El Bien’ es uno de los nombres de Aquel cuya esencia es inefable. Él no exige sólo obediencia respecto al ’Bien’, sino que te sientas vinculado a Él, el Dios vivo; que te atrevas a ello por amor y con el nuevo tipo de existencia que surge del amor. De esto se trata en el Nuevo Testamento, y sólo cuando se lo consigue se hace posible la plenitud de lo ’ético’»1.
Esta plenitud se nos da a conocer en las bienaventuranzas evangélicas, que –a su entender– no son meros «principios de una moral superior, reconocidos universalmente desde los tiempos de Jesús». «En realidad, son una invitación a engendrar una vida nueva. (...) En la medida en que el hombre realiza lo que supera toda ética, surge también un nuevo êthos. En él queda cumplido y superado a la vez el Antiguo Testamento»2. Esta fundamentación de la Ética en el Creador, Ser Supremo y Trascendente que nos creó a su imagen y semejanza, constituye una clave para entender, por una parte, la oposición de Guardini al espíritu autosuficiente de la Edad Moderna y, por otra, su tendencia a entender al hombre como un ser «que se trasciende infinitamente a sí mismo». Por eso, bien podemos decir que todo el pensamiento de Guardini se halla condensado en el siguiente párrafo de su obra póstuma, La existencia del cristiano: «La sede del sentido de mi vida no está en mí, sino por encima de mí. Vivo de lo que está por encima de mí. En la medida en que me encierro en mí o –lo que viene a ser lo mismo– me encierro en el mundo, me desvío de mi trayectoria (...). Mas esto significa que, con anterioridad, debo aceptar el existir, aunque no se me haya preguntado si lo quiero »3. «... Dios es el ’punto de referencia’ esencial a partir del cual y para el cual el hombre existe. Si las relaciones con Él se desordenan, se trastorna el hombre todo. De esta clase son las secuelas de la culpa de las que habla la Revelación»4.
El asombro ante el poder de la verdad
La figura de Guardini se caracteriza por su «êthos de verdad», su decisión básica de defender la verdad y vivir de la verdad. A la luz de lo antedicho sabemos que para él la verdad está muy lejos de reducirse a un concepto filosófico. Implica la realidad vista en toda su amplitud: su origen, sus manifestaciones terrenas, su última meta. Por todo ello, podemos muy justamente considerarlo como un pensador modélico para estos tiempos sombríos de relativismo y reduccionismo, producto y causa a la vez de un nihilismo demoledor. En la personalidad de Guardini resalta, ante todo, su actitud de fidelidad inalterable a la verdad de realidades y acontecimientos. En sus clases y homilías, Guardini no intentaba convencer a los oyentes, sino mostrar la verdad con toda la fuerza que ella posee. «La verdad es compleja, polifónica», como lo son las realidades del mundo que queremos conocer5. A este concepto relacional de verdad alude cuando destaca, asombrado, el poderío que a veces ostenta la verdad cuando la buscamos como una meta, para vivir en ella y de ella. Con el recuerdo de las conferencias que pronunció en la iglesia de San Pedro Canisio en el Berlín de 1940, sobrecogido por el terror de los bombardeos, nos confiesa Guardini la idea profundamente realista que tenía de la verdad.
«Entre 1920 y 1943 desarrollé una intensa actividad como predicador y he de decir que pocas cosas recuerdo con tanto cariño como ésta. Lo que desde un principio pretendía, primero por instinto y luego cada vez más conscientemente, era hacer resplandecer la verdad. La verdad es una fuerza, pero sólo cuando no se exige de ella ningún efecto inmediato, sino que se tiene paciencia y se da tiempo al tiempo; mejor aún: cuando no se piensa en los efectos, sino que se quiere mostrar la verdad por sí misma, por amor a su grandeza sagrada y divina». «Aquí experimenté con intensidad lo que dije antes sobre la fuerza de la verdad. Pocas veces he sido tan consciente como en aquellas tardes de la grandeza, originalidad y vitalidad del mensaje cristiano-católico. Algunas veces parecía como si la verdad estuviese delante de nosotros como un ser concreto»6. Para hacerse una idea clara y plena de la dignidad que tenemos los seres humanos, debemos ver los conceptos en toda su complejidad, como nudos de relaciones, o, si se quiere, como acordes, no como simples notas. Un acorde musical aún a diversas notas y ofrece una sonoridad peculiar.
Nuestro espíritu enferma cuando se aleja de la verdad
Ahora comprendemos la razón profunda por la que Guardini afirma que el amor a la verdad nos robustece espiritualmente y la aversión a la misma nos enferma. «Cuando el hombre rechaza la verdad, enferma. "Ese rechazo no se da ya cuando el hombre yerra, sino cuando abandona la verdad; no cuando miente, aunque lo haga profusamente, sino cuando considera que la verdad en sí misma no le obliga; no cuando engaña a otros, sino cuando dirige su vida a destruir la verdad. Entonces enferma espiritualmente"7. La verdad primaria del hombre es haber sido creado a imagen y semejanza de Dios. De ahí su inquietud interior por volver a Dios, como su origen y su meta. Toda la vida y la actividad de Guardini se inspiraron en la invocación de San Agustín: «Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que repose en ti»8. Este venir de Dios y volver a Él, como al verdadero Ideal, genera el dinamismo singular del ser humano, que no es mera agitación, sino un sereno orientarse hacia las raíces que lo nutren. Se trata de un dinamismo creador.
La relación de encuentro
Para comprender de forma precisa la riqueza de la persona, orientada dinámicamente hacia el Creador, Guardini se esfuerza por determinar las realidades a las que debe unirse. En primer lugar destaca las personas, y analiza en pormenor el acontecimiento decisivo del encuentro. Si queremos establecer una verdadera relación de encuentro personal, hemos de crear una relación reversible, bidireccional, respetuosa de la capacidad de iniciativa que tiene el otro. Consiguientemente, la relación «sujeto–objeto» debe ser sustituida por la relación «yo–tú». En el encuentro llevamos a pleno logro nuestra condición de «seres relacionales». En él creamos un campo de juego dialógico que constituye el «nosotros». Por eso, al vivir un verdadero encuentro, tenemos la sensación de haber llegado a una meta y experimentamos un sentimiento de plenitud y, derivadamente, de felicidad. Esta fecundidad del encuentro nos plantea, para darse, muy precisas y exigentes condiciones, que pueden condensarse en una fundamental: optar incondicionalmente por los grandes valores: la verdad, la bondad, la unidad, la justicia, la belleza. Guardini destaca insistentemente la necesidad humana de ob–ligarse a estos altísimos valores, es decir, vincularse a ellos libre y lúcidamente en lo más profundo del ser.
«Sólo en la realización de la verdad –escribe– alcanza la persona su sentido, porque está referida por naturaleza a la verdad. Existe para la verdad, como posibilidad permanente de realizarla. (...).Por eso también es la persona responsable de la verdad, del mismo modo que tiene en ella su apoyo y su amparo. La persona y la verdad están vinculadas de raíz. Existe una contraprueba de ello: la actitud que niega la persona niega también, si actúa en serio, la verdad. Por ejemplo, todo sistema totalitario, empeñado en destruir la persona y hacer del hombre una simple célula del Estado (…), tiene que procurar también acabar con la verdad, porque, al atenerse a ella, la persona se reafirma una y otra vez»9. «Sin el bien, la persona no puede en absoluto existir. Su relación con él –a la vez que con la verdad– es la forma esencial de su constitución y su conducta. Personalidad significa, esencialmente, estar referido al bien»10.
La convicción de que el «elemento» propio de la vida personal –regida, en definitiva, por el espíritu- viene dado por los valores de la verdad, el bien, la justicia, la belleza, la libertad creativa, el amor… lleva a Guardini a subrayar que el espíritu –y con él, la persona entera– enferma cuando se aleja de esas fuentes de vida. El espírituc del hombre enferma «cuando deja de lado la verdad», «se aleja de la justicia», «abandona el amor»11. «…El espíritu tiene una especial relación con la verdad, el bien, la justicia. (…) El espíritu vive porque es capaz de conocer la verdad, querer el bien, hacer lo que es justo. Cuanto más ejercita esta capacidad, más rica y pura es su vida»12. Cuando nos movemos en esa atmósfera propicia para la vida del espíritu, estamos en disposición de cumplir exactamente las otras condiciones del encuentro: la generosidad, la apertura veraz y confiada, la cordialidad y fidelidad, la comunicación afectuosa, la participación en actividades nobles, el respeto… Notemos, respecto a esta última condición, que se trata de una actitud que nos lleva a unirnos guardando las distancias, a fin de evitar fusionarnos para perdernos o alejarnos para dominar. En el plano del encuentro y la vida espiritual nadie desea dominar a nadie, sino colaborar en condiciones de igualdad, a fin de enriquecerse mutuamente. El afán de dominar nos rebaja de nivel. Todo encuentro auténtico implica una relación de presencia, y ésta no se logra ni con la mera inmediatez ni con la mera distancia, sino con la integración de ambas. Tomadas a solas, la inmediatez degenera en fusión, y la distancia en alejamiento. La fusión es una forma de unión perfecta en el nivel de los objetos y el manejo de los mismos; es sumamente negativa en el nivel de la vida personal, porque anula la identidad de quienes se unen. Ensamblando la inmediatez con la distancia, surge la forma más perfecta de unión: la presencia, relación luminosa que surge en el encuentro13.
La relación yo–tú y el lenguaje
Al entrar en relación de presencia, se trata a la otra persona como un tú. Para comprender el alto rango de esta relación, debemos esmerarnos en distinguir de forma precisa los diversos modos de unión que podemos establecer con el entorno. Si reparamos en que, al crear auténticas relaciones de encuentro, superamos la escisión entre el dentro y el fuera, lo interior y lo exterior, descubrimos la posibilidad de fundar modos de unión muy valiosos, desconocidos en los niveles inferiores. Si tú y yo nos encontramos en sentido estricto, tú no estás fuera de mí y yo de ti. Ambos fundamos un campo de libre juego, en el cual participamos el uno de la vida del otro. Este tipo de participación da lugar a esa forma entrañable de interrelación que llamamos intimidad. Guardini intuye que la necesidad de vivir dinámica y creativamente entre dos centros –el yo y el tú– se funda en la condición relacional del ser humano. Por eso hizo suya la idea teológica ya destacada por otros pensadores (entre ellos, Ferdinand Ebner) de que Dios creó las cosas mandándoles existir, y al hombre, llamándole por su nombre a la existencia14. Con ello convierte al hombre en su tú y se convierte a sí mismo en el Tú del hombre. Al ser fruto de una llamada, el ser humano adquiere un riguroso carácter verbal, dialógico.
«Dios me creó –escribe–, pero no como un objeto (…). Me creó al llamarme a ser su tú. Ahora bien, la respuesta a la llamada consiste en que yo sea el que Él me llamó a ser y realice mi vida jugando el papel de ’tú’ respecto a Él. (…) Esta relación constituye la verdad de mi ser, así como el fundamento de mi realidad. Un pensamiento se vuelve falso, un sentimiento se torna injusto y una obra se malogra en la medida en que se salen de esta relación o se rebelan incluso contra ella». «La persona del hombre es, en su más profundo sentido, la respuesta al llamamiento que Dios le hace como a un ‘tú’»15. De aquí arranca el interés constante de Guardini por ahondar en el sentido originario del lenguaje. El lenguaje auténtico tiene como función primaria servirnos de vehículo para fundar vínculos personales, no de medio para comunicarnos. Esta última es una función importante, pero derivada. Dicho con espíritu de acogimiento amoroso, el lenguaje funda la relación yo–tú. Tal relación constituye la raíz de la vida espiritual humana. Lo expresa Guardini, en clara afinidad con Theodor Haecker y Ferdinand Ebner16:
«… El hombre se encuentra esencialmente en diálogo. Su vida espiritual está orientada a ser compartida. (…) Aquí se indica algo que radica en la esencia de la existencia espiritual misma: el hecho de que la vida espiritual se realiza esencialmente en el lenguaje»17. Por ser autónoma, la persona no está cerrada en sí; se abre al tú. La tendencia a salir hacia los demás constituye el rasgo propiamente espiritual de toda persona. Como el espíritu tiene poder creador de relaciones de encuentro, y en éstas se supera la escisión entre el interior y el exterior, el dentro y el fuera, cuando una persona sale hacia otra no sale de sí; entra en su verdadero ser, logra su plena identidad. Todo esto (el yo y el tú, la relación entre ambos, la superación de la escisión dentro-fuera, interior-exterior…) se expresa en el lenguaje dicho con amor, con voluntad de crear una verdadera relación de encuentro. El lenguaje, dicho con afecto, es una fuente de luz y conocimiento que no sólo condensa el legado de la tradición familiar y social sino que da origen a nuevos sentidos. El lenguaje es un campo no sólo de múltiples significados sino de sentido, de afectos, anhelos e intuiciones. En esa trama de conocimientos es insertado el niño al nacer y ser apelado por sus allegados. Nacemos acunados espiritualmente por el lenguaje. A todo esto aludimos al afirmar que «somos seres locuentes», los únicos en todo el inmenso y admirable universo18.
«El lenguaje –escribe Guardini– no sólo constituye un medio a través del cual se comunican acontecimientos, sino que la vida y la actividad espirituales se realizan ellas mismas en el lenguaje. El pensamiento no es un acto pre-verbal del espíritu que sólo después, en virtud de una decisión o una intención especial, se manifiesta en palabras, sino que tiene lugar, desde el comienzo, en forma de lenguaje interior. El lenguaje no es un sistema de signos de entendimiento por medio del cual entran en comunicación dos mónadas; es el ámbito de sentido en que todo hombre vive. Es una conexión de formas de sentido determinables por leyes supraindividuales. En ella nace el hombre y por ella es formado. Es un todo independiente del individuo, en el cual éste colabora de algún modo según su capacidad. En este mundo de formas de sentido vive el hombre. (…) Hablar, en rigor, no puede uno consigo mismo, sino sólo con otra persona; (…) impulsa, por tanto, a establecer la relación yo–tú. En este sentido, el lenguaje significa el proyecto previo para la verificación del encuentro personal»19.
Si cuanto pensamos tiene carácter relacional, nuestro pensamiento debe ir vinculado necesariamente a la palabra. Al ser relacional en sí misma, la palabra implica silencio, visto no como mera falta de palabras, sino como la capacidad de atender, a la vez, a diversas realidades confluyentes, o diferentes aspectos de una misma realidad. Digo pan con espíritu silencioso, recogido, y pienso en todas las realidades que han debido confluir para dar lugar al prodigio que es una espiga de trigo que brota y madura en el campo. La palabra está en la raíz de nuestra vida concreta, porque somos seres relacionales, ambitales. Los huérfanos que –por disposición de Federico II de Hohenstaufen– no recibieron de sus cuidadores ni una palabra ni un gesto expresivo acabaron muriendo, a causa sin duda del desamparo, pues el lenguaje nos acoge, nos permite centrarnos como personas al abrirnos a nuestro segundo centro: el tú y la trama de ámbitos de nuestro entorno20. El lenguaje es indispensable para un ser relacional, como el hombre. Éste lo necesita porque proviene de una llamada –inspirada por un encuentro amoroso, expresado en una palabra de compromiso cordial– y está llamado a crear nuevos encuentros dentro de una trama complejísima de ámbitos. Si vemos las realidades como tramas de interrelaciones, hemos de considerar el lenguaje como el indispensable medio en que podemos vivir como personas, ya que los estímulos no nos bastan para regir nuestra existencia. Por eso un lenguaje empobrecido depaupera nuestra vida, y un lenguaje corrompido acaba destruyendo nuestra mente y nuestra persona. El lenguaje dicho con espíritu de acogimiento y amor es el «elemento» natural en que germina y se desarrolla la vida personal del hombre, que hoy es definido por la más cualificada Biología como un «ser de
encuentro», un ser dialógico21.
Guardini, una figura abierta al futuro
Actualmente, la lectura de varios escritos póstumos de Guardini nos permite descubrir que no fue el triunfador nato que suponíamos sus alumnos; fue el hombre que, a través de múltiples avatares y sufrimientos, permaneció fiel a la titánica tarea de defender la libertad frente al poder desmadrado, al relativismo que se erige en dueño de la verdad y los valores, al reduccionismo que dilapida la grandeza del hombre, a la altanera pretensión de autonomizarse frente a todo tipo de trascendencia22. Su coherencia espiritual le valió a Guardini ser estimado por propios y extraños y ejercer una forma de magisterio perdurable. En 1963 recibió el «Premio Erasmo al mejor humanista europeo». Si hoy, en su querido Berlín, la Guardini Stiftung (Fundación Guardini) acierta a recoger el testigo de este gran valedor de la mejor Europa, podemos esperar fundadamente que este viejo y admirable continente siga nutriéndose de las raíces intelectuales y religiosas que lo alzaron a una gloria secular.
NOTAS:
1 Cf. El Señor, Cristiandad, Madrid 2002, p. 122; Der Herr, Werkbund,Würzburg 1951, p. 92.
2 Cf. El Señor, págs. 92-93; Der Herr,p. 149.
3 Cf. O. cit., BAC, Madrid 1997, págs. 168, 180-181; Versión original: Die
Existenz des Christen, Schöning,Paderborn 21977, págs. 169, 181-182. Véase, además, la breve obra programática: La aceptación de sí mismo, Cristiandad, Madrid 1983;
Versión original: Die Annahme seiner Selbst, Grünewald, Maguncia 21990.
4 Cf. La existencia del cristiano, p. 203; Die Existenz des Christen, págs. 205-206.
5 Véase el bellísimo texto sobre el carácter polifónico de la verdad en Versuche über die Gestaltung der heiligen Messe, Hess, Basilea, p. 25.6 Apuntes para una autobiografía,Encuentro, Madrid 1992, págs. 161-162, 167-169.
7 Cf. Welt und Person, Werkbund, Würzburg 1950, págs. 96-97; Mundo
y persona, Cristiandad, Madrid, págs. 183-184.
8 Cf. Confesiones I
9 Cf. Ética, Lecciones en la universidad de Munich, BAC, Madrid 1999, págs. 160-161; Ethik, Vorlesungen an der Universität München, M. Grünewald, Maguncia 21994, p. 239.
10 Ética, p. 162; Ethik, p. 205.
11 Cf. Welt und Person, págs. 96-98 (Mundo y persona, págs. 106-108). Véanse, asimismo, La existencia del cristiano, BAC, Madrid 1997, p.459 (versión original: Die Existenz
des Christen, F. Schöning, Paderborn 1976, p. 467); El poder, Cristiandad, Madrid 1982, págs. 77, 112, 117, 123 (Versión original: Die Macht, Werkbund, Würzburg 41957).
12 Ética, p. 144; Ethik, p. 180.
13 Este importante tema lo analizo, sobre todo, en El triángulo hermenéutico
(Madrid 1971, págs. 59-115) y en Inteligencia creativa (BAC, Madrid
42003, págs. 160-165).
14 Cf. Welt und Person, págs. 28, 113; Mundo y persona, págs. 36, 123.
15 La existencia del cristiano, págs. 179, 467; Die Existenz des Christen, págs. 180, 475.
16 «La palabra –escribe Ferdinand Ebner– ’creó’ la autoconciencia y la vida espiritual del hombre en su realidad». «En la palabra está la clave para acceder a la vida espiritual». «Claro que a pocas personas se les ha concedido el don de que en su palabra se halle latente la fuerza del espíritu de tal modo que, al hablar de Dios, lo hagan inmediatamente presente a quienes las oigan» (Das Wort und die geistigen Realitäten, Herder, Viena 1952, págs. 50, 71, 220; La palabra y las realidades espirituales, Caparrós, Madrid 1993,
págs. 45, 62, 178).
17 Welt und Person, p. 107; Mundo y persona, p. 117.
18 Nótese que los términos «locuente», «elocuente», «locuaz», «locutorio» y otros afines proceden del verbo latino loqui (hablar).
19 Welt und person, p. 107; Mundo y persona, págs. 117-118.
20 Cf. R. Guardini: Welt und person, p. 108 (Mundo y persona, p. 118); Ethik, p. 235 (Ética, p. 183).
21 Cf. Juan Rof Carballo: Urdimbre afectiva y enfermedad, Labor, Barcelona 1961; Violencia y ternura, Prensa Española, Madrid 31977; El hombre como encuentro, Alfaguara, Madrid 1973; Manuel Cabada Castro: La vigencia del amor, San Pablo, Madrid 1994.
22 Esta nueva visión de la figura de Guardini inspiró mi obra Romano Guardini, maestro de vida, Editorial Palabra, Madrid 1998.
Modificado el ( martes, 14 de julio de 2009 )
http://www.estoesconmigo.org/index.php?option=com_content&task=view&id=403&Itemid=54
Transhumanismo
Transhumanismo
Escrito por Elena Postigo Solana
miércoles, 25 de febrero de 2009
SUMARIO: 1. Definición, fines y medios; 2. Breve historia y autores; 3. Fundamentos antropológicos y éticos; 4. Implicaciones bioéticas. Una lectura crítica; 5. Bibliografía.
1. Definición, fines y medios
El transhumanismo es un movimiento intelectual y cultural que sostiene la posibilidad y obligatoriedad moral de mejorar las capacidades físicas, intelectuales y psíquicas de la especie humana mediante la aplicación de nuevas tecnologías y la eugenesia, con la finalidad de eliminar todos los aspectos indeseables de la condición humana como la enfermedad, el sufrimiento, el envejecimiento, e incluso la muerte. El objetivo del Transhumanismo es llegar a una especie transhumana, con mayores capacidades físicas, psíquicas e intelectuales y, posteriormente, a un posthumano, un ser que ya no será humano sino superior a él.
El transhumanismo se llevará a cabo mediante ingeniería genética, eugenesia embrionaria y prenatal, nanotecnología y biotecnología aplicada al cerebro y a potenciar las capacidades sensoriales y cognitivas del hombre. Mediante fármacos que controlen el bienestar emocional y reduzcan el impacto negativo de ciertas experiencias actuando sobre los centros de control y neurotransmisores. Mediante el uso de píldoras de la personalidad que eliminen aspectos negativos como la timidez o que aumenten la capacidad creativa y emocional. Mediante la ampliación de la expectativa de vida utilizando terapias genéticas o métodos biológicos que bloqueen el envejecimiento celular. Mediante la existencia post-biológica, realizando un escaneo de la matriz sináptica del individuo y transmitiéndola después a un ordenador, una especie de emigración de un cuerpo bilógico a un substrato puramente digital. También mediante la creación de “máquinas superinteligentes”, que combinan Inteligencia Artificial con parte orgánica, serán los denominados cyborg (cybernetics-organism), mitad ordenador, mitad orgánico. Por último, mediante la crioconservación de pacientes enfermos o fallecidos y la reanimación futura de pacientes en suspensión criogénica.
2. Breve historia y autores transhumanistas
El transhumanismo, según ha afirmado uno de sus máximos exponentes, el sueco Nick Bostrom, Profesor en la Universidad de Oxford y Presidente de la Asociación Transhumanista Mundial, encuentra sus raíces en el pensamiento clásico y moderno, en el deseo constante de adquirir nuevas capacidades para el hombre mediante el uso de la técnica y de la ciencia. En la Revolución Científica y el desarrollo del empirismo anglosajón de la Edad Moderna, el Transhumanismo encuentra los pilares fundamentales que sustentan su visión: confianza desmesurada en la ciencia y concepción puramente material del hombre, o dicho con otras palabras, el hombre es una máquina y mediante la ciencia potenciaremos su funcionalidad y sus posibilidades. El “hombre-máquina” de La Mettrie, obras como El origen de las especies de Darwin y el desarrollo de la Inteligencia Artificial contribuyeron enormemente a que se fuera forjando la mentalidad primero llamada “futurista” en Estados Unidos (con autores como Drexler, Moravec, Peterson, Ettinger), y posteriormente “Transhumanista” (Bostrom, Sandberg, More, Hughes).
3. Fundamentos antropológicos y éticos
Desde el punto de vista de su fundamentación filosófica, el transhumanismo se sustenta en una antropología materialista de raíz empirista por la que se concibe al hombre como algo puramente material sin ningún espacio para la realidad metafísica o trascendente. Además, la explicación del funcionamiento humano es la del neurobiologicismo funcionalista, es decir, el hombre reducido al funcionamiento, más o menos perfecto, de sus conexiones neuronales. Todo ello unido a una fe ciega en la ciencia. Además, la perspectiva ética desde la que se mueve es fundamentalmente utilitarista y liberal. En la mayor parte de los casos los autores son ateos o agnósticos. Según algunos autores estamos en la última etapa del desarrollo del homo sapiens, en la era del homo technologicus, que tiene en sus manos la posibilidad de continuar la evolución de la especie humana hacia una superior, mejor y más feliz, utilizando todos los medios tecnológicos a su alcance.
4. Implicaciones bioéticas
La teoría transhumanista plantea numerosas cuestiones tanto de orden teórico como práctico, sus autores no han contestado todavía a muchas de ellas. En primer lugar, la tesis transhumanista parte de un postulado todavía no demostrado, a saber, el hombre es un ser que se reduce solo y exclusivamente a sus conexiones neuronales. El fisicalismo neurobiologicista todavía no ha sido demostrado satisfactoriamente, es más, encontramos cada vez más autores que sostienen la tesis del no reduccionismo materialista del hombre. Hay otra cuestión de fondo importante: Quién me dice que cuanto más perfecto sea física y psíquicamente, que cuántas más capacidades tenga voy a ser más feliz. ¿Qué es la felicidad? ¿Qué significa ser mejor o más perfecto, quién lo determina? La respuesta a esta pregunta no estriba en una cuestión meramente material sino moral y ontológica. Ser mejor o ser feliz no depende solo de cuestiones materiales. La ecuación perfección física igual a felicidad no es siempre real, es más a veces se puede dar el caso contrario. Lo que realmente es el hombre, y lo que le hace feliz, está fuera de un cálculo meramente material.
Hay después una serie de cuestiones de carácter práctico a la hora de poner por obra el plan transhumanista: selección embrionaria y eliminación eugenésica de embriones y fetos con defectos, problemas derivados de la nanotecnología aplicada al cerebro y neuroética, problemas de la crioconservación, uso de fármacos que cambien la personalidad, problemas de distribución de recursos, etc. En conclusión, aunque en teoría el transhumanismo pueda tener un fin bueno, hacer de la vida del hombre algo mejor, fin hacia el que ha tendido siempre la medicina, la ciencia y en general el progreso, este fin no puede ser alcanzado a través de cualquier medio. En el núcleo de esta teoría encontramos la pérdida del sentido del valor y la dignidad del hombre, que hacen de este un ser especial en el resto de la naturaleza, aún con sus límites y finitud. La no aceptación de la realidad humana hace que el hombre forje un futuro utópico, puramente material, que le lleva fuera de los cauces humanos, incluso programando su propio exterminio.
5. Bibliografía
- Nick Bostrom, “A History of Transhumanist Thought”, Journal of Evolution and Technology, Vol 14, 2005.
- Nick Bostrom, Why I want to be a Posthuman when I Grow up (en prensa).
- Simon Young, Designer Evolution. A Transhumanist Manifesto. New York, 2006.
www.nickbostrom.com
www.transhumanism.org
www.enhanceproyect.org
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TRANSHUMANISMO
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Beatriz Campillo
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¿Podemos transformarnos en personas de diseño?
Felicidad transhumana
¿Podemos transformarnos en personas de diseño?
La potenciación artificial de todas las capacidades humanas –físicas, intelectuales y emocionales– cuenta con una batería de medios cada vez más sofisticados. Ciencias como la informática, la farmacología, la neurocirugía o la nanotecnología se aplican en la construcción de una verdadera utopía terapéutica cuyo objeto no son sólo las enfermedades, sino cualquier insatisfacción a la que quiera ponérsele remedio. Por su parte, y aunque al servicio del consumidor, el diván del psiquiatra advierte que no viene de Ikea con garantía incorporada de proporcionar el equilibrio mental.
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Xavier Reyes Matheus / Aceprensa - 16-01-09
El deseo del ser humano por mejorar sus aptitudes y condiciones mediante el uso de sustancias se pierde en la noche de los tiempos
Entre los logros programáticos de la filosofía expuesta en la web http://www.transhumanism.org/ hay uno de nombre elocuente: la “euforia sustentable”, de que se dice goza ya una minoría tratada con antidepresivos. “Hoy en día –sostiene la página– se encuentran en desarrollo fármacos que prometen a un número creciente de gente el elegir reducir drásticamente la incidencia de emociones negativas en su vida”.
Aunque se reconoce que estas sustancias pueden tener efectos secundarios negativos para quienes las usan, los partidarios del “transhumanismo” confían en que el progreso de las investigaciones llevará finalmente a descartar estos riesgos y a concretar un ideal que explica el nombre del movimiento: “una era post-Darwinista en la cual toda experiencia adversa pueda ser reemplazada por niveles de placer más allá de la experiencia humana normal. A medida que se desarrollen estas nuevas drogas más seguras, combinadas con terapias que actúen sobre nuestros genes, será posible la realidad de construir un paraíso terrenal”, reza la glosa del pensamiento de David Pearce, el filósofo británico del utilitarismo negativo cuyo manifiesto, El imperativo hedonista, abunda en estos principios.
Mejorar las aptitudes
Como ha señalado Étienne Klein, creador del Laboratorio de Investigaciones sobre las Ciencias de la Materia (Larsim) en el Comisariado para la Energía Atómica (CEA), la fe transhumanista parece entroncar con la mentalidad ilustrada y sus expectativas sobre el progreso.
El deseo del ser humano por mejorar sus aptitudes y condiciones mediante el uso de sustancias se pierde en la noche de los tiempos. El desarrollo actual de las ciencias cognitivas ha permitido establecer el mapa de las diversas regiones y funciones cerebrales, lo que hace posible ubicar con exactitud la zona que es necesario estimular para obtener un determinado efecto. Esto puede lograrse mediante sustancias químicas (medicamentos), bien con estímulos eléctricos (captadores), e incluso a través de la interconexión del cerebro a prótesis internas o externas, como los “exoesqueletos” probados en el mundo del ejército y de ciertas industrias.
Las nanotecnologías, que permiten un trabajo a escala de millonésima de milímetro, ofrecen la posibilidad de dirigir y de dosificar el mensaje, químico o electrónico, de manera precisa. A la alianza de todos estos recursos es a lo que suele dársele el nombre de convergencia NBIC (nano, bio, informática, ciencias cognitivas).
Como señala un reportaje de Le Monde, las posibilidades ofrecidas por el genio genético emparejado a la convergencia de las NBIC permitirían manipular los genes y su expresión proteónica de cara a “mejorar” el desempeño biológico no sólo de un individuo, sino también de sus descendientes. Las investigaciones en materia de “epigenética”, es decir del estudio de las interacciones entre el patrimonio genético y el entorno, abren en particular nuevos horizontes: experimentos han mostrado que ha sido posible modificar la estructura genética de seres vivientes.
Riesgos y efectos secundarios
Como antes se ha dicho, la realización del edén transhumanista aspira a la superación de los efectos colaterales implicados en el uso de los fármacos del bienestar. Pero la diversidad y la naturaleza de estas sustancias complican el panorama.
Están, por un lado, y quitando las drogas ilegales, ciertos medicamentos que poseen un efecto estimulante sobre las funciones biológicas, algunos de los cuales, agrupados bajo el rótulo de “psicoestimulantes y nootrópicos”, incluso se prescriben con aquel único objetivo. Los más frecuentes, sin embargo, son los que se administran para compensar una insuficiencia patológica, como los antidepresivos, los ansiolíticos o los medicamentos para la demencia (contra las enfermedades degenerativas del sistema nervioso, del tipo del mal de Alzheimer).
La anfetaminas, asimismo, descubiertas a finales del siglo XIX, fueron utilizadas en patologías pulmonares para dilatar los bronquios antes de que sus propiedades estimulantes pasasen a un primer plano. Como en el caso de la cocaína, se trata de sustancias que mantienen alerta y aumentan la actividad al favorecer la liberación de ciertos neurotransmisores (noradrenalina y dopamina) que van por el cerebro activando las células nerviosas. Pero estos productos agotan las reservas de neurotransmisores, de modo que se hace necesario un tiempo de recuperación para que las células nerviosas sean capaces de volverlos a liberar. A este factor limitante se añade otro más serio: el riesgo de desencadenar una dependencia al producto.
Por otra parte, las anfetaminas y la cocaína provocan un fenómeno que acaba conduciendo a la privación del sueño, puesto que aumentan la fase onírica de nuestro descanso y con ella la posibilidad de pesadillas o de confusión mental, sobre todo para las personas mayores.
El uso de la anfetaminas se propagó en el curso de la Segunda Guerra Mundial entre combatientes de los dos bandos, y en particular entre los pilotos de caza. La guerra, en efecto, ha sido y sigue siendo uno de los grandes motores para el desarrollo de este tipo de sustancias. Según un reciente informe médico del ejército de tierra americano citado por la revista Time, 12% de las tropas desplegadas en Iraq y 17% de las que sirven en Afganistán consumen regularmente antidepresivos (Prozac y Zoloft) y somníferos (Ambien). Estas cifras son probablemente inferiores a la realidad, porque muchos de los soldados afectados de PTSD (post-traumatic stress disorder, trastorno de estrés postraumático), no se atreven a contarlo a un médico o a un superior.
Una de las consecuencias más graves del PTSD es la multiplicación de los suicidios. Así, 115 soldados pertenecientes al ejército de tierra americano se suicidaron en 2007 (frente a 102 en 2006), lo que se traduce en una proporción de 18,8 casos por cada 100.000 hombres. Ahora bien, el 40% de las víctimas de suicidio en el ejército de tierra tomaba antidepresivos.
Finalmente, la forma en que los intereses económicos condicionan el uso de los medicamentos plantea serios dilemas. Se ha señalado, por ejemplo, que la producción anual de eritropoyetina (EPO) en el mundo supera cinco o seis veces la cantidad necesaria para cubrir las necesidades terapéuticas (tratamiento de anemias o de insuficiencias renales). Una de las explicaciones apunta a la existencia de un importante mercado negro destinado a los deportistas.
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Beatriz Campillo
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