Opinión
Carlos Andrés Pérez | Medellín | Publicado el 22 de mayo de 2010
Desde que en el año 2000 se usó estigmatizar a todos los políticos para hacer campaña electoral, la sociedad quedó clasificada entre decentes e indecentes. Esa división logró que tres años más tarde Sergio Fajardo fuera elegido alcalde y que un período después, Alonso Salazar alcanzara el mismo cargo. Desde esa época se vienen usando frases con palabras donde se generaliza al resto como corruptos y politiqueros y se utilizan calificativos como "de alcantarilla" para referirse a los contrincantes.
Hay que reconocer que independientemente de lo criticable de esa clasificación entre decentes e indecentes, dio resultado en las elecciones donde se usó (Fajardo en 2003 y Salazar en 2007), incluso la candidata de ese movimiento que en la contienda de marzo pasado tenía como eslogan la frase "Por el poder de la decencia", logró significativos 35 mil votos, aunque no consiguió la curul en el Senado.
Lo muy lamentable es que esa misma estrategia la introdujeron en la campaña presidencial y a una semana de la elección, el argumento de más peso que tiene el Partido Verde para convencer, es precisamente inyectar la creencia de que su candidato es el único decente y que Colombia tiene la oportunidad única y de oro para salir del fango donde estamos sumidos. Esa es la lógica con la que trabajan; y claro, cuando a un ciudadano lo confrontan con esa dualidad ¿cuál de las dos atrae más? Lógica de Pambelé: es mejor ser decente que indecente.
La maniobra no es nada nueva, al final de la campaña de 2003 en Medellín aparecieron vallas con las fotos de Fajardo y Salazar a cada lado y en medio una frase: "Vamos a derrotar otra vez a los politiqueros y corruptos", esto quería decir que los otros cinco candidatos que había eran indecentes y uno -el que se promovía en la valla- era inmaculado. Lo odioso, lógicamente, no es que quieran vencer las malas prácticas, sino que usen como sustento para autoconvertirse en jueces de la moral, el valor de la decencia; que entre otras debe ser parte de su estructura personal si aspiran llegar a la Presidencia, no suena bien que lo estén vendiendo como un plus. Además, al mismo tiempo están marcando al 64,6% de colombianos que, según Gallup, no los siguen a ellos sino a otros candidatos.
Lo peor de todo esto es que los aspirantes a presidente y vicepresidente y el partido que promueven este señalamiento en contra de una parte de la sociedad, parecen no darse cuenta del daño tan grave que causan. Basta leer los comentarios de sus seguidores en los foros de los medios electrónicos para constatar lo interiorizado que está la creencia de las dos Colombias: la decente que es verde y la indecente, la del resto que no los seguimos. La verdad es que hay una sola Colombia y corregir su rumbo es tarea de todos, no sólo de unos pocos que creen tener la verdad revelada.
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